domingo, enero 20, 2008

Septuagésimo primero - PWNED -

Saludos querido y teórico lector. Se han sucedido sonoros días desde la última vez que postée por aquí. Y eso se debía, básicamente a que no tenía ningún tema para hablar. Ya saben, el salir de la escuela y no tener de quién burlarte no es saludable para las personas que escribimos un blog.

Pero bueno, como sea, ya tengo uno y aunque no será tan imaginativo como los demás, pu’s ya de perdido es algo.

Con enclenque gusto y considerables dolores, te presento:


Teh Dib patinador

Las rodilleras y el casco se venden por separado

Comenzando con el 2008, y aprovechando que es fin de semana, decido suspender por algunas horas mi hobby mediático pajero y cambiar un hobby menos mediático y ciertamente nada pajero, y de esta manera, aprovechar los patines que recién adquirí.
Así que me levanto a las 08:00 y a las 09:00 llego a la pista que patinaje que tendrá el honor de verme revivir mis glorias pasadas.

Cuándo era joven; muy joven de hecho (cuando Santa Claus era ese bonachón regordete y no el gordo bastardo que es ahora que ya crecí) recibí como regalo de navidad unos patines.
Emocionado, mientras aprendía a patinar, sufrí caídas un par de veces y luego me transformé en una máquina de patinaje. Con mi esbelta compostura y mis piernas fuertes, alcanzaba velocidades considerables y ciertamente peligrosas para un niño de mi edad, en especial ya que no traía ninguna especie de protección corporal. Utilizaba el estacionamiento que está cerca de mi casa para tomar velocidades obscenas y realizar acrobacias medianamente interesantes.

Pasó el tiempo y mis pies crecieron. Los patines dejaron de serme útiles y olvidé durante muchos años el gusto por ese deporte.

Pero ahora, he vuelto. Mejorado y con nuevos bríos. Desafortunadamente, también más alto y pesado.

Comienzo - para calentar - con tres vueltas a la pista de patinaje a velocidades considerables. Luego, hago una o dos flexiones y comienzo a patinar de verdad. Tomo mucha velocidad, hago un salto y doy una media vuelta en el aire. Caigo en un solo patín y sin disminuir un solo metro sobre segundo mi velocidad, giro intempestivamente sobre mi eje para tomar de nuevo la pista por su eje mayor. Realizo con sutileza, pero al mismo tiempo con fuerza y destreza giros peligrosos en los que doy vueltas sobre mis patines. Arranco, freno, giro, doy un salto en el aire levanto mis pies y caigo sobre mis patines suavemente. Me detengo, observo a los espectadores sublimados por mi actuación y todo eso, mientras en mi celular suena la canción de Para Elisa.

O al menos, así imaginaba que sería la primera vez que fui a patinar este año.

No obstante, los años me han hecho, grande, tonto y lento.

Primeramente, me pongo mis patines (unos muy bonitos, por cierto, que muestro a continuación)


Y veo con desagrado que la pista tiene una longitud más o menos considerable:

M’kay, bueno. Qué se le va a hacer. Solo le doy unas vueltas y listo, digo para mis adentros. Comencemos tomando un poco de velocidad.

M’kay!

Vemos, creo recordar como se hace esto. Entro a la pista, me suelto de la barda de protección y doy un paso con el patín. Otro paso y otro paso. M’kay! Ya le agarré la onda.

Decido ir un poco más rápido y en eso por alguna razón, mi pie se desliza y estoy a punto de caer pesadamente… rápidamente apoyo mi peso sobre el otro patín y conservo el balance. Afortunadamente no me caí.

Ok, Ok. Me equivoqué. Es más difícil patinar de lo que recordaba. Bueno, no pasa nada. Algunos minutos y lo dominaré como cuando era pequeño.

A lo lejos, veo a una señora patinando. Ya es una señora más o menos madura… unos 35 años. Está acompañada de sus dos hijos. Un niño como de 5 años y una niña como de 4 años. La señora también parece estar batallando para controlar sus patines. Los niños, aprovechando que son de esos tenis con patines, se la pasan de lo lindo deslizándose a lo largo de la pista.

Recuerdo vagamente que, cuándo era niño, aprendí a patinar siguiendo un algoritmo simple.

1.- Aprender a mantenerme sobre los patines.

2.- Aprender a patinar en línea recta.

3.- Aprender a frenar.

4.- Aprender a dar vuelta a la izquierda.

5.- Aprender a dar vuelta a la derecha.

6.- Patinaje de velocidad

7.- Giros rápidos sobre el suelo.

8.- Giros rápidos en el aire.

9.- Doble Toulup.

10.- Triple Toulup.

Por supuesto, únicamente llegué al paso 7.

Pero bueno, decidido a llegar al paso 10, comienzo a dominar cada uno de los pasos mencionados. Ya que podía mantenerme sobre los patines, debía comenzar a patinar en línea recta.

M’kay!

Un paso, dos, pasos, tres, pasos… eso es.

Con destreza logré acostumbrarme a los patines y ya podía patinar en línea recta. Iba de un lado a otro siguiendo el eje menor de la pista de patinaje. Llegaba a un lado, dejaba de mover los pies y por pura fricción me detenía. Le metí más velocidad y cuándo estaba cerca de la barda simplemente dejaba de patinar. Me apoyaba con la barda de contención, daba vuelta (como todo un niño, debo admitirlo) y repetía el proceso. Ya con suficiente experiencia, decidí meterle más velocidad… uno, dos pasos y luego, a aumentar considerablemente la frecuencia… cuando esta a punto de chocar contra la barda, recordé que no recordaba como frenar y me fui a estampar contra la barda en un seco y sonoro golpe que lastimó, además de mis rodillas, mis tobillos y mi abdomen, mi ego.

M’kay!

Creo que es momento de aprender a frenar.

Uno, dos pasos, agarro un poco de velocidad y trato de frenar. Recuerdo que pasó como si fuera en cámara lenta. Deslicé el patín que tiene el freno y el otro se deslizó también. Perdí el equilibrio y fui a dar sonoramente contra el suelo.

Caí tajantemente sobre mi costado y con ruidosas maldiciones, logré que tanto la señora como los niños, voltearan a verme tirado, doliéndome. Bueno, al menos serví de ejemplo para esos niños de “como no se debe patinar”.

Después, intenté saltarme algunos pasos de mi plan maestro y me fui directamente a la parte de: “Dar vuelta a la derecha”.

Graciosamente patiné durante algunos segundos, apoyé mi pie derecho y con elegancia lo hice girar mientras que con el pie izquierdo mantenía el equilibrio, hasta que en centésimas de segundo volví a besar el suelo. En esta ocasión, en lugar de maldecir sonoramente a los pervertidos dioses del patinaje, simplemente me reí por la ironía y me quedé ahí, tirado, unos segundos. Carcajeándome hasta que el dolor del golpe llegó a mi pecho y me obligó a gemir en lugar de reir.

Al notar que todavía no masterizaba eso de mantenerme sobre los patines en lugar de sobre mi trasero, decidí seguir patinando un poquito más, un poco más suavemente, solo para acostumbrarme.

Después de poco más de una hora que estuve patinando, decidí que era tiempo de regresar a mi casa.

Doliéndome como un cancer, abordé el camión que me trajo hasta mi casa y me quedé tirado en el sillón, aprendiendo una nueva lección.

Pasó una semana entera y creí que era un buen momento para regresar a patinar.

De nueva cuenta, a las 09:00 estaba en la pista, ya con mis patines listos y con el ferviente conocimiento de que no me caería de nuevo.

Sorpresivamente, me encuentro con una señorita como de 16 años que se disponía a patinar. Estaba haciendo algunas flexiones.

M’kay! Digo, prefiero estar solo, pero pu’s… no soy dueño del parque. Con inquietud volteo a ver sus patines. A diferencia de los míos, los de ellas son más pequeños, no solo en número, sino en material, y sus ruedas parecen estar mejor alineadas y ser más livianas. Similares a los de esta foto:

Mientras termino de ponerme los patines, la chava que te menciono, querido y teórico lector concluye sus flexiones y comienza a patinar. Comienza rápido, luego más rápido, y sigue aumentando la velocidad… da vueltas completas a la pista en segundos. Es un demonio en patines. Hasta me hizo recordar a Nicoletta Falcone (http://en.wikipedia.org/wiki/Inline_speed_skating).

Todo sorprendido, me hizo sentir pequeño, minúsculo, diminuto y ciertamente me dio envidia. Pero bueno, ni modo, ya me había despertado temprano, ya había viajado 45 minutos en camión y había caminado 15 minutos para llegar al lugar. Estaba decidido a patinar al menos, una hora. Con una pequeña molestia en el tobillo derecho (al que yo atribuyo las caídas de la semana anterior), comienzo a patinar.

Regreso a lo básico, patinar en línea recta, un paso a la vez. Tratando de evitar a la señorita. Digo, ciertamente podría atropellarla y no sería saludable para ninguno de los dos, pero sería especialmente desastroso para ella que mis 100 Kg. le cayeran encima cuando viaja a una velocidad del diablo.

Confiado en mi destreza como patinador novato, decido que es tiempo de volver a intentar eso de “frenar”.

Voy patinando, agarro velocidad, la disminuyo un poco por fricción y apoyo el talón suavemente en el piso.

PWNED!!!

Ronco porrazo me di en el suelo cuando no pude ni frenar, ni mantener el balance. En efecto ha de haber sido una imagen exorbitantemente graciosa para el querido y teórico lector que se encontrara ahí en ese momento, pero fue en exceso dolorosa para mi personita. De nueva cuenta, permanecí tirado unos segundos mientras me reía, pensando en lo patético de haberme caído dos veces intentando algo tan simple como frenar.

En eso, la señorita que les menciono, cordialmente se acerca a mi derrumbado cuerpo y con atención gentil me pregunta:

Señorita experta patinadora: ¿Estás bien?

Teh Dib: Creo que lo estaré.

Señorita experta patinadora: Seguro, ¿no te lastimaste nada?

Teh Dib: … … Auch… no; al menos, nada vital. Jajajajajaja

Riéndose conmigo, aunque sinceramente creo que fue más de mí que conmigo, se aleja patinando graciosamente.

Me levanto, me sacudo el polvo y comienzo a patinar con celeridad.

De nuevo, es hora de intentarlo. Paso, paso… velocidad aumentando, freno y

MADRES!!!


Justo cuando estaba perdiendo velocidad, algo me frenó intempestivamente, la inercia me llevó y volvía a aparecer hilarantemente en el suelo.

De nuevo me caí. Sólo hay una palabra que puede definir esto:

ASOPOOOTAMADRE!!!

No chingues, tres veces he intentado frenar y las tres veces terminé planchado en el suelo.

Sigo en lo mío al levantarme, observo atentamente el proceso de frenado de la chava. Es exactamente igual al que yo hago. Solo que en ella se veía elegante y estoy seguro de que conmigo se ve poco menos que obsceno.

Luego, llega un chavo acompañado de una chava. La chava se ve bastante hábil en eso de la patinada. Recorre de un lado a otro la pista, con buena velocidad y sin problema alguno. Pero el chavo está a otro nivel. No mamar, el bastardo parecía Arlo Eisenberg (http://www.youtube.com/watch?v=KAHQA-HRDQ4)

Hacía todo lo que yo quería hacer, pero mejor, más rápido y ciertamente sin caerse.

Por alguna razón, simplemente mostraron que eran bien chidos, patinaron tres o cuatro vueltas a la pista y se fueron.

Yo seguí en lo mismo. Patinaba de aquí por allá, vigilando la posición de la señorita que tan hábilmente recorría la pista. Y en eso:

Otra vez aparecí tumbado, riéndome.

Pero al fin, en una de mis constantes visitas al suelo, comprendí el porqué me caía cada que intentaba frenar o dar vuelta. Mientras que las ruedas de la señorita giraban rápidamente acompasadas con la intención de frenado, las mías simplemente se deslizaban. No ruedan como se debe y eso hace que yo también me deslice, perdiendo el equilibrio.

Putísima y se casó de blanco.

Ahora resulta que la física está en mi contra. Las ruedas de mis patines tienen un coeficiente de fricción diferente a lo recomendable, por eso, en lugar de girar, patinan…

Bueno, al menos ya se que debo comprar otras ruedas. Aunque primeramente, deberé adquirir unas muñequeras, coderas, rodilleras, casco y un seguro contra accidentes en patines.

En verdad, que ya ni la chingo.

Por cierto, antes de que pregunten, no, no tengo videos míos cayéndome. Digo, sería en verdad complicado que me filmara a mi mismo cayéndome.

Para finalizar, utilizaré una anécdota:
Cuándo en el trabajo le comenté a mi jefe que los fines de semana voy a patinar, él sorprendido me preguntó:

¿Cómo detienes 100 Kg de inercia?

La respuesta, después de muchas y dolorosas caídas:

NO PUEDES

Saludos.

P.S. En una de las caídas, creo que si me lastimé algún nervio. No puedo doblar satisfactoriamente los dedos de la mano derecha.

P.S.2 Descance en Paz: Bobby Fischer.

martes, enero 01, 2008

Septuagésimo - 2008 -

Saludos querido y teórico lector. Ya estamos en el año 2008. Confío en que este será un año interesante en verdad. Para comenzar, es bisiesto, lo que significa que tendremos que soplarnos un día más de febrero.
El número 2008 es divisible entre 1,2,4,8,251,502,1004 y 2008.
La raiz cuadrada de 2008 es: 44.810.

Y como todos sabemos, ese es un dato completamente inútil. Como sea, con el año nuevo viene lo clásico: los propósitos de año nuevo, los agradecimientos por el año pasado, las remembranzas de todo lo que hicimos mal el año anterior, etc. etc.

Y claro como no, la cena de año nuevo.
En mi casa, la cena de año nuevo es poco menos que una saga. Es la efímera representación de todo lo que estuvo mal y que va a ser sustituido por todas las cosas buenas que esperamos traiga el año. Pero, para no hacerte perder más tiempo en este nuevo y espero productivo año, te presento, querido y teórico lector:



Cena de año nuevo
¡Salud!

Como mencioné anteriormente, querido y teórico lector, la cena de año nuevo es ciertamente una saga, una odisea, una aventura y en ocasiones, una leyenda. Y esto se debe completamente a las tradiciones que mis padres heredaron de sus respectivos progenitores y que tratan de inculcarnos a mi hermano y a mí. Aunque sus tradiciones son como una mezcla de muchas otras tradiciones. Religión católica, Feng Shui (El mortal arte de acomodar muebles), etc.El día 31 comienza temprano. Bueno, más o menos. A las 08:00 mi madre ya está despierta, ya se bañó y comienza con las innumerables actividades de ese día. Por alguna razón, según ella, no se debe comenzar el año teniendo ropa sucia en casa. Así que comienza con la interminable labor de lavar toda la ropa que no había lavado el resto de la semana. Pantalones, camisas, ropa interior, sábanas, cobijas, cortinas, etc. etc.

Cuando termina de lavar; mi padre (que decidió no trabar para "ayudar" a mi madre con los preparativos), despierta de su letargo y con contagiosa alegría saluda a todos en la casa. Obligando a mi hermano, tanto mis padres como él salen de la casa cerca de las 13:00 para comprar las provisiones de lo que será una deliciosa cena de año nuevo. Compran ítems indispensables para esta cena. O al menos, indispensables en mi casa, ya que invariablemente, siempre hay:

- Espaguetti blanco y rojo
- Cervezas "Noche buena"
- Baguettes cortadas en elegantes rebanadas.
- Refresco hasta para bañarte
- Duraznos en almibar

Entre todos los demás ítems que necesitarán para realizar el platillo de año nuevo, que en los últimos años se ha acostumbrado "Lomo" en alguna salsa exótica que le da un sabor interesante.
Tardan varias horas comprando y otras varias formados para pagar. Mientras tanto, yo me la paso jugando en mi casa con mi adorado PS2.

Cuando regresan es cuando comienza la verdadera masacre.

Primeramente, depositan las bolsas de plástico del supermercado en la mesa y, querido y teórico lector, el que los otros tres miembros de mi familia estén en la mesa mientras yo juego PS2 crea una atmósfera medio rara, ya que a nadie de mi casa le gustan los videojuegos. Por tal motivo, decido apagar el Ps2 y venir a escribir este post.Para este momento, mis padres han acabado de sacar todas las cosas que acaban de comprar y comienza lo interesante. Mi padre, por alguna razón, tiene una fijación con las bolsas del supermercado, así que junta todas y principa a doblar una por una todas las bolsas. Cuando están perfectamente dobladas en un perfecto triángulo equilátero (en ocasiones isóceles, dependiendo del humor de mi padre), se dedica a almacenarlas en el lugar que mi madre ha destinado para tal efecto. Todo eso sucede mientras mi madre batalla con el Lomo de cerdo que será nuestra cena al meterle toda clase de deliciosas guarniciones... cerezas, aceitunas, queso amarillo, etc. etc.

Mi hermano, mientras tanto ha comenzado con la demandante actividad de abrir latas. Abre indiscriminadamente latas de cerezas, de chiles, de cebollas, de frijoles, etc. etc. Hasta que mi madre se da cuenta y lo reprende. En ocasiones siento que mi madre desearía patearlo.
Así prosiguen las horas, la cena está "preparada" y listo para el horno, pero desafortunadamente, apenas son las 17:00. Todos en la casa estamos hambrientos, la cena estará hasta dentro de 7 horas (por que en mi casa se acostumbra cenar hasta exactamente las 0:00 hrs, del día primero). Ágilmente, nos preparamos algunas hambuerguesas que calmarán nuestra hambre. Y justamente cuando estamos satisfechos, mi madre nos convierte en esclavos filiales...

Madre de Teh Dib - Teh Dib... haz tu cama, ayúdame a cambiar tus cortinas.
Madre de Teh Dib - Hermano de Teh Dib, también tú, haz tu cama, cambia tus cortinas y arregla tu cuarto.
Madre de Teh Dib - Padre de Teh Dib, haz la cama, cambia las cortinas y pela las cañas para el ponche.

Mi hermano entonces inventa la ingeniosa excusa de que va a lavar el carro. Y antes de que mi madre pueda reprochar, ya está saliendo.

Mi madre también tiene la creencia de que el año nuevo no puede ser recibido en una casa sucia.
Por tal motivo y para "lavar todo lo malo del año pasado", nos obliga a realizar una concienzuda limpieza a toda la casa. Sábanas, cobijas, colchas y cortinas limpias, habitaciones arregladas, cocina impecable y un baño tan limpio que se pueda comer en él.

Cambiar las cortinas es una actividad en extremo sencilla. Tomas el cortinero por un extremo, lo safas, sacas la cortina y pones la limpia y finalmente vuelves a poner el cortinero adecuadamente. No obstante, es una actividad que me caga. Me patea el cambiar cortinas. No entiendo por qué tengo ese odio patológico a cambiar las cortinas. Tal vez sea porque mi castrosa tía Josefina pasó muchas horas de mi niñez torturándome haciendo cambiar las suyas, pero por alguna enferma razón me patea. Y mi madre lo sabe. Y no le interesa. Me hace cambiar las cortinas de mi cuarto, las de la sala, las del comedor, las de la cocina y las de su cuarto. Esa era una labor de mi padre, pero al estar "pelando la caña" no podía hacer dos cosas a la vez...

Mi madre entonces se vuelve un robot de la limpieza. Trapea casi con una furia renovada cada fin de año. Pasa el sacudidor y la escoba por las más irrisorias partes de la habitación, y toma con un trapo lo que sea que pudo haberse quedado ahí. Cambia el mantel de la mesa y hasta la adorna.

Al llegar el momento de meter el Lomo al horno, todos en la casa sabemos que esto tomará tiempo. El horno, a diferencia del resto de la estufa, no tiene encendido electrónico, por lo que necesitas ponerle un cerillo al piloto para que encienda adecuadamente. Sin embargo, mi madre tiene una fobia extraña a encender el horno por lo que siempre pide la ayuda de alguien en la casa. El elegido es casi siempre mi padre. Toma un cerillo y gira la perilla. En cuanto lo va a acercar al piloto, mi madre comienza a balbucear histéricas instrucciones y precauciones.

Cuidado...
no te vaya a explotar
Ay, ay ay... no,
no... ya casi...
bájale a la lumbre...
...
...

Frases similares son pronunciadas mientras alguien intenta encender el horno. Felizmente se logra y entonces, el Lomo se mete al horno para pasar ahí las próximas tres horas.En ese tiempo, mi madre sigue con la concienzuda limpieza. Mi hermano, después de tres horas de lavar el carro, regresa y comienza a partir las baguettes. Mi padre realiza las actividades que mi madre le ordene en cuanto a la limpieza de su habitación se refiere. Y luego se prepara para relizar su hobbie casero favorito... "Bolear los zapatos". Por supuesto, para recibir el año nuevo, debemos estar "bañados", "arreglados", "perfumados" y demás. Y pu's... a huevo, los zapatos son parte importante del atuendo.

Falta media hora para las 0:00. La TV está sintonizada en el "Canal de las estrellas", esperando la cuenta regresiva. El Lomo sigue dentro del horno, pero ahora enfriándose. La mesa está puesta elegantemente y la familia espera con hambrientas ganas el momento de la cena. No hay uvas, no hay campanadas, sin embargo, mi madre compra globos y pone una serie de doce para cada miembro de la familia. Debemos romperlos consecutivamente y de forma sincronizada con las campanadas de la TV.No hay ropa interior de colores extravagantes para atraer el dinero, el amor o lo que sea que atraiga la ropa interior de color. Al ser las 0:00 hrs, mi madre se funde en un abrazo con mi padre, deseándose un buen año nuevo. Mi madre me abraza mientras mi padre hace lo propio con mi hermano... luego mi padre me abraza mientras mi madre repite la operación con mi hermano. Al final, mis padres vuelven a abrazarse y mi hermano y yo nos vemos... Feliz Año nuevo, decimos al unísono, concientes de que es lo más cernano que estaremos de darnos un abrazo... pero así está bien para ambos.

Todos nos deseamos un excelente año nuevo. Mi madre derrama solitarias lágrimas, mitad esperanza por el año nuevo, mitad tristeza por la pérdida de su madre. Mi padre lleva el Lomo a la mesa y mi madre sirve la cena. Todos toman sus copas de Sidra (y yo la de Rompope, puesto que la Sidra no me gusta) y a la palabra que más bien parece una orden de ¡Salud! lanzada por mi padre, chocamos nuestras copas y brindamos, tomando rápidamente el contenido.
Cenamos, recojemos la mesa. Nos deseamos feliz año nuevo otra vez y nos vamos a dormir.



Así termina este post, querido y teórico lector. Pero pu's vamos a ver como completamos esta entrada:

Para no romper con la tradición, pu's órale, vamos a ver qué sale de todo esto.

Comenzaré con los agradecimientos:

Primeramente (al igual que el año pasado), debo mencionar que no recuerdo nada de lo que sucedió antes de la segunda mitad del año, por lo que si alguién hizo algo bueno por mí en ese periodo... pu's ya se me olvidó... XD.

Agradezco:
A Jeny por todos los aventones que me dio a mi casa saliendo de clases.
A Gañán, por exactamente la misma razón.
Al Cabra, por darme un aventón todas las mañanas a mi residencia.
A Josué, por darme un aventón de regreso de la residencia.

También quiero agradecer a todos y cada uno de mis queridos y teóricos lectores que leen todas las patrañas que escribo y que se toman algunos segundos para escribir sus pensamientos sobre el post. Especialmente a los que constantemente escriben, BsO, Dio, Rosalba, y el prolijo Anónimo, que siempre deja un comentario.

Quiero agradecer también a todos los que con copiosa alegría postean en sus respectivos blogs, dándome una inevitable inspiración para seguir escribiendo todas las arrancadas que llegan a mi mente. A los "bloggers": "BsO", al "Autor", al "Fantasma de la máquina", a "Ivaginaria", a "Malizia", al profeta de nuestros tiempos "Cucamonga", y a "Beto". A los amables webmasters y creativos de las páginas de "Pelapapas.com" "Legión del espacio" por hacer de sus respectivas páginas una obligada referencia cada que entro a Internet.

Como siempre, a mis compañeros del ITSLP, que de nueva cuenta me han enseñado que no importa que tan tonto sea, siempre habrá alguién más tonto que yo.

Y antes de terminar este capítulo, quiero externar mi enorme agradecimiento a "Pando" por que es una de las pocas personas que puede presumir de haberme enseñado algo.
Pando... siempre estaré en deuda contigo.


Propósitos:

Durante años, la humanidad se ha preguntado si en verdad Teh Dib va a realizar sus estudios de maestría. Y finalmente, aquí, en "La insoportable levedad del ser - Teh Dib", hemos descubierto la respuesta. Y la respuesta es un definitivo... Tal vez.

Como sea, mi único propósito de año nuevo es titularme y ya. Si vivo para después de eso; lo que venga será un bonus.

Arrepentimientos:

- No haberme tomado una foto con una cosplayer de Tifa muy potable.
Es todo.


Deseos:

Pu's... todo el mundo siempre se la pasa deseando Salud, dinero, amor (ánda la osa, me sonó a canción), felicidad y demás. Así que, como todos ya te desearon esas cosas (aunque sea en la TV), no me queda más que desearte abundantes y complacientes orgasmos todo el año. Cómo, cuándo, dónde y más importante, con qué o quién... eso lo decides tú.


Y para terminar, parafraseo al periódico "El sol de San Luis"...
"Que las pulgas de mil camellos infecten el culo de todos aquellos que quieran joderte en el dos mil ocho y que sus brazos sean tan cortos, que no pueda rascarse". He dicho.