viernes, noviembre 27, 2009

Centésimo vigésimo tercero - Reunión -

Saludos querido y teórico lector. Hacía algunos días que no escribía, pero pues ya saben, la excusa de siempre, tengo tarea hasta el orto, tengo que estudiar para algún examen, me está cargando la ya consagrada verga de ocho patas, o la excusa que más te acomode.

Sea como sea, hoy vengo a externar algo que me ha perturbado considerablemente.

La semana pasada, Ángel me invitó a una reunión bloggera - twittera que habría en cierto lugar de la Ciudad de México (el review lo pueden leer directamente aquí). En esta reunión, se congregaría sin duda alguna la Crème de la crème del Internet 2.0 en México. Personalidades como, ni más ni menos que Plaqueta, Botica Pop, Defeña Salerosa, y hasta como no, Kabeza.

Por motivos que a pocos importan, pero sobre todo que a pocos interesan, en esos momentos me encontraba en la ciudad de Toluca, y no pude asistir. Antes de que preguntes, querido y teórico lector, en efecto, yo no podría estar más lejos de ser un blogstar como los que ahí se reunieron, pero la amabilidad de Ángel fue tanta que en orden de conocerme, me invitó a la reunión.

Y aunque no pude ir, he revisado algunos reviews de la reunión y en efecto parece que fue excelente, llena de toda clase de personalidades, amena y entretenida hasta el final.

Pero, y aquí viene el fatídico pero, me pregunto qué habría hecho de haber asistido a la reunión.

Digo, los que me conocen saben perfectamente que no soy precisamente un conglomerado de carisma, o sencillez, o educación, o todas esas cosas que las personas encuentran deseable en las demás personas. Soy sarcástico, mamón, indiferente, geek, flojo, y en resumidas cuentas: soy una persona increiblemente aburrida.

No puedo evitar imaginar complicados escenarios en las que soy presentado a las mencionadas personalidades y después de estecharnos las manos y de los saludos de rigor, habría un silencio incómodo, generado principalmente por dos cosas:

1.- El desconocimiento de quién diablos soy
2.- La admiración por los individuos, que en lugar de canalizar en una amena plática, lo convierta en un respetuoso silencio.

Después, estaría por ahí deambulando, escuchando las sofisticadas conversaciones de todos mientras trato de encontrar una en la que al menos tenga un poquito de conocimiento, sonriendo falsamente cada que alguien haga una broma local y esperando que aunque todos sepan que desconozca de lo que hablan, tengan la amabilidad de no sacarlo en la conversación.

Probablemente, más tarde, ya todos estarían cantando animadamente debido a la generosidad del alcohol y yo, ignoto en la música, estaría riendo secamente sin unirme del todo al grupo y al final todos me tacharían de mamón por no unirme a su grupo.

Pero a pesar de todo, me hubiera gustado mucho asistir, conocer a todas esas personas que leo con chabacana alegría e imperiosa necesidad y como dice Ángel, ponerle rostro a esos textos que tanto disfruto día con día.

Afortunadamente, no todo fue una pérdida, ya que Ángel, (personalidad que ya se ganó unos metros cuadrados del cielo, y el virreinato del mundo cuando yo conquiste el planeta), me consiguió un autógrafo de Plaqueta, con todo y foto.


A ver si para la próxima se me hace ir, aunque sea para hacerla de grupie.

domingo, noviembre 08, 2009

Centésimo vigésimo segundo - Regionalismos -

Durante toda mi vida estudiantil, querido y teórico lector, habido estado rodeado de singulares personajes que se destacaban, más que por sus habilidades, por su lugar de origen. Desde la primaria, con chabacana alegría nos dirigíamos a ellos utilizando apelativos que funcionaban más como gentilicio que como apodo.

¿Quién no tuvo un compañero al que le apodaban como la ciudad/pueblo/rancho del que venía originalmente?
Ya saben, el "Tamazunchale", el "Acapulquito", etc.

Tal vez la causa que más ocasionaba esta clase de apodos, no era el particular desconocimiento del lugar de origen del individuo, sino más bien, por sus "regionalismos". Generalmente, puede no importarte el lugar en donde nació alguien, a menos que sea chilango o regio, pero son dos cosas las que te impiden olvidar las enormes diferencias entre los de tu grupo y el inmigrante:

- Su acento
- Sus regionalismos

A veces, si eres del centro del país, puedes no tener un acento muy notorio a diferencia de los habitantes de la costa o del norte. Pero las palabras que usas para referirte a las cosas o a las personas, son las que te condenan a sufrir burlas por tus compañeros.

Y por primera vez, soy yo al que van dirigidas esas burlas.

Pero es que el léxico es el léxico, y 21 años de vivir en San Luis Potosí no podrían pasar desapercibidos.

¡Bofo! - Dije alguna vez como interjección de sorpresa. Y todos los chilangos que hacen las veces de mis compañeros de maestría me observaron con intriga. - ¿Qué significa Bofo? - Fue lo único que acertaron a preguntar.

- ¡Bofo! ¿Cómo no significan qué significa Bofo? - Fue lo que respondí, tratando de darles a entender que Bofo es como una figura retórica que se define a sí misma.
Uno me contestó que para ellos Bofo significaba algo de poca consistencia.

Efectivamente y según la RAE, Bofo significa de poca consistencia, pero en San Luis Potosí se usa para denotar sorpresa, incredulidad y similares.


Sorprendido por que desconocieran bofo con el mismo significado que yo, seguí utilizando palabras que imaginaba eran coloquiales a nivel nacional.

- ¡Vámonos a tirar barra! - Dije una vez que salimos temprano y teníamos significativamente poca tarea. Nuevamente, todos me miraron con esos ojos de ignorancia como de perro a medio cagar (como diría mi padre) y sólo dijeron, casi al unísono: ¿Qué?

Tirar barra significa estar de flojo, holgazanear, hacer nada, etc. Pero como no lo entendieron, peridó todo sentido el explicarles.


Ahí fue cuando me di cuenta de que ahora soy yo el inmigrante, ahora soy "la minoría".
En cuanto lo deseen, mis compañeros podrían comenzar a llamarme por un apodo tan imaginativo como "San Luis" o "Potosí". Mejor ni me muevo porque me atoro.

Saludos.