Antes que nada, deseo disculparme con los queridos y teóricos lectores que con desafortunada monotonía utilizan Internet Explorer. Esto es, por que al escribir la cultura con la que te empapas en cada post, utilizo Microsoft Word. Y al utilizar un guión que implica un diálogo, éste automáticamente cambia y se “auto-formatea” con sangría. Pero, miserablemente, el Internet Explorer no soporta estas sangrías. Por lo que en lugar de ver un agradable diálogo, se encuentran con cosas como:
Además, los retornos de carro (A.K.A. enters) son tomados por el Internet Explorer como dobles, por lo que en lugar de ver una pequeña y cool separación de párrafos, es casi como si estuvieras viendo otra página. La única solución que he encontrado, es utilizar el navegador Firefox (mozilla.com) y con esto no tendrás problemas y el post se verá tal como fue planeado.
Otra recomendación: El CSS y la plantilla fueron pensados para una resolución de 1024*768 pixeles. Funciona perfectamente con una resolución de 800*600 pixeles, sin embargo, para resoluciones mayores se ve muy pequeño, esto, desafortunadamente, solo se puede arreglar cambiando la resolución.
Ahora sí, prosigamos con el post:
Por cierto: M’kay se lee (mm quei)
Me siento… ¿Qué es lo contrario de estar enojado?... Creo que la frase que busco es… “Moderadamente feliz” porque el post del cine tuvo un éxito mayor del que esperaba (y eso es tan deprimente). Además, de que al momento de escribir esto, la película de Aqua Teen Hunger Force: Colon ya está en los cines en EUA y, espero, próximamente en DVD. Y claro, como no, por las fotos en HQ de Lucy Pinder topless. Aunque, también me encuentro feliz, por que recibí un correo electrónico de una persona que sea hace llamar "Stakbrown2bar". En este correo, me felicita por el post de español que apareció anteriormente.
Incluso, me instó a que realizara una continuación. Pero… me temo que tendré que decepcionarl@. Entre todas las bagatelas y eufemismos que siempre han caracterizado a este blog, la continuación no es una de ellas. Y aunque en verdad sí quiero hacer una actualización con otro tema de español, en caso de hacerlo, después me vería obligado a proseguir demostrando a mis queridos y teóricos lectores su falta de cultura general.
Primero, sería indicarte que no sabes español (como ya lo hice). Después, evolucionaría y te demostraría que no sabes geografía. (Por ejemplo, puedes tú decirme, querido y teórico lector, ¿Cuál es la capital de Papua Nueva Guinea? Eso creí). Luego, mostrarte que tus conocimientos de historia son casi tan malos como tus conocimientos de termodinámica, por ejemplo, al cuestionarte ¿Quién era Francisco Javier Mina, o cómo se calcula el coeficiente de fugacidad de un gas real? Algún geniecillo juguetonamente me dirá que Francisco Javier Mina es un “personaje de la independencia de México”. Otro, más gracioso que listo, dirá que es un goey con nombre de calle.
Podría seguir con un montón de cosas. Y aunque disfruto mostrándoles a las personas que su I.Q. no es superior a la talla de sus pantalones, este no es el motivo del presente post. Claro que, con esto no quiero decir que tengan un I.Q. pequeño, no, para nada. Lo que quiero decir es que tienen un enorme trasero. Pero dejando a un lado el postrero ítem del que hablo, quiero hablar un poco de los profesores que me tocaron este semestre.
Tal vez te preguntes ¿Qué quiso decir el título del post?
Fácil querido y teórico lector. Use a manera de parodia, la canción de Lilly Allen, Smile, para compartir el sentimiento que me causan los profesores de este semestre.
Aunque claro, algunos me causan además de risa, asco, lástima y toda clase de sentimientos negativos.
Aunque, permíteme extender el porque me hacen sonreír.
Primero, llegan utilizando un palio ficticio para tratar de aparentar más superioridad y autoridad de la que en verdad tienen. Con su sensible dignidad silenciosa tratan de controlar a un grupo que saben, es castroso por y desde su naturaleza.
Por ejemplo, uno de los profesores del área de mecánica, como siempre, en lugar de hacer su trabajo, se pone a “contarte que el plan de estudios está medio revuelto”. Prosigue algunos agobiantes minutos mencionando “lo cool” que es mecánica y su plan de estudios de la materia. Al igual que TODOS los profesores del área de mecánica, trata con incesante necesidad (pero con sutil prosodia) hacerte ver que mecánica RULZ!!! Esto me parece muy cómico. Si en lugar de que se pasaran criticando el programa, nos enviaran a los profesores de verdad y nos enseñaran, todo sería diferente. Pero prefieren dejarnos en claro que somos una “carrera extraña” en la que no somos ni mecánicos ni electrónicos. Por supuesto que no lo somos. De haber querido ser electrónico me hubiera quedado en electrónica. Con una capacidad para cambiar de tema que sólo había visto en ancianos con Alzhaimer, nos lleva de la sociología organizacional a la ética, pasando por la estadística y la administración, al diseño y a la electricidad en tan solo 50 minutos de clase. Irónicamente, la clase es de mantenimiento y de eso… habla muy poco.
Pero pasemos a otros profesores. Un administrador frustrado que nos quiere hacer creer que la ética es una materia importante. Con sus “convincentes métodos” de trabajo. Nos quiere mostrar la importancia de trabajar en equipo. Aunque todos sabemos que los equipos son un escalón para llegar a la gloria personal y que cuando la alcanzas se transforman en un lastre más pesado que el Hentai para Japón o Hitler para Alemania.
Haciendo gala de una “visión general panorámica y una capacidad lógica deductiva digna del Dr. Lecter” quiere hacernos creer que ve todo lo que sucede en el salón y que sabe como funciona el grupo y las personas que “participan” y las que no. Amablemente, nosotros fingimos que el conoce como funcionan las cosas en el salón.
Felizmente, este semestre solo llevamos una materia de electrónica. Como sea, los profesores de electrónica son algo curiosos. Aunque también mencionan que el programa está “muy revuelto” o que es “dinosáuricamente grande” no se la pasan diciendo cosas como: “Electrónica PWNS Mecatrónica”. Hasta me atrevería a decir que algunos tienen fe en la carrera (a diferencia de los mecánicos). Auque ciertamente, la cantidad de tareas, proyectos, prácticas y exámenes con ellos es brutal e indubitablemente más castrosa que la de los mecánicos.
Proseguimos con una maestra de la que ya había hablado antes. Creo que la definí como una Ing. Industrial frustrada salida del Tec. De Monterrey. Nos amenazó con sólo darnos clase una unidad y las demás serían por nuestra cuenta y sólo la veríamos para aclarar dudas.
Aunque, no podemos decir que no se preocupa por nosotros: quiere que aprendamos a utilizar un complicado software de planificación de tiempos llamado Project.
PUTSSS!!! Un programa que hace cronogramas… no mamar, en serio no mamar.
Finalmente, tenemos a nuestro amable profesor de vibraciones mecánicas. A primera vista, se ve que sabe de muchas cosas. En un examen un poco más minucioso te das cuenta de que vibraciones mecánicas no es una de esas cosas. Con clases para preparatoria y métodos de enseñanza más inútiles que el Dr. Herrera (LOL! Chiste local), quiere convencernos de que él no es un profesor malo, sino que nosotros somos alumnos pésimos.
Esos son, en grandes rasgos, las características de los profesores que tengo este semestre. Algunos buenos, algunos malos, algunos jóvenes, algunos viejos. Pero todos tienen una característica en común: Todos son castrosos.
P.D. La capital de Papua Nueva Guinea es Port Moresby.
P.D.2. Por si no saben lo de Francisco Javier Mina: http://www.kokone.com.mx/tareas/biografias/fjmina.html
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Como ya se está haciendo costumbre, en esta ocasión voy a obsequiarte otro post en la misma entrada. Así es, dos post por el precio de uno. Aunque no lo hago por ser un alma caritativa que desea exonerarse a si misma compartiendo cultura general a todo el mundo; lo hago por que es algo que todo el mundo debería hacer.
En esta entrada, hablaré de algo interesante y ya olvidado por las personas. Comencemos con la introducción:
Exordio
Soy un cerdo. Y no lo digo solamente por el considerable aumento de peso que he sufrido desde el primer semestre de la carrera hasta ahora, o por el hecho de que me guste revolcarme en el lodo. Lo digo por que desde hace algunos días he notado que mis modales son básicamente los de un cerdo. Y aunque tan noble animal no debe ser rebajado a mi nivel, es la forma más cercana de representar los modales que tengo. Por tal motivo, te presento, querido y teórico lector:
Buenas costumbres
¡Cerdo! Deja de tragar esa porquería y sálvanos
Llego a la escuela y comienzo con un muy descortés saludo:
-‘ Días.
En un amable gesto de cortesía y para tratar de enmendar mi error, mientras me enseñan a comportarme, mis compañeros de clase ignoran el saludo y con afable desprecio, contestan con un:
-¿Qué onda?
O, mejor aun, me dan a entender que el saludo debe ser completo y que por más buenas intenciones que tenga, el omitir la parte de “buenos” es algo muy irrespetuoso y en finalidad educativa, me preguntan:
-¿HicisteS lo de La María?
Al ver esa clase de reacciones, me doy cuenta de que en verdad es muy maleducado la clase de saludo que hago, por lo que los demás no me saludan de la manera adecuada; así aprenderé a saludar bien.
Pasa el día y sigo en la escuela. Mientras tanto, imagino a mi madre pensando en mí, cantando al ritmo de ópera:
Oh, what a picture-perfect child
Just like Jesus, he's tender and mild
He'd wear a smile while he wore a thorny crown
What an angel, with a heart so sweet and sure
And a mind so open and pure
Thank God we live in this quiet redneck mountain town
Si tan solo supiera que me comporto de la manera más obscena al no ayudar a mis compañeras de clase con sus pesadas mochilas al transportarse de un aula a otra. O que, cuando una de ellas se levanta, mantengo mis posaderas pegadas a la silla con el completo conocimiento de que debería levantarme, pero la fiaca no me permite hacer algo más que vegetar.
Al ser un grupo numeroso y hasta cierto punto unido, la familiaridad nos ha alcanzado. Tal vez eso explique el que ninguno de los “machos” del salón se detenga y deje pasar por la angosta puerta a las señoritas, antes de entrar como vacas al matadero, en un intempestivo ataque de furia buscando el logro de conseguir los lugares más cómodos para conversar. Luego, aprovechando la tecnología, algunos de mis compañeros me demuestran que la liberación femenina es ya un hecho y moneda común en este estado, al, sin pudor alguno, observar pornografía en el salón, sin contemplar que algunas personas (mujeres o no) pueden resultar sensibles a tal acto. Y yo, en lugar de enfrentarlos en un acalorado debate, trato de evitar que las damas vean tales obscenidades inventando una improvisada y muchas veces patética conversación.
Pero dejemos el salón de clases por un momento. Tomemos como ejemplo las horas libres que tenemos. Antes era una buena costumbre adelantarte discretamente y abrir la puerta del recinto al que van a entrar a las personas que te acompañan, dando preferencia a las damas; ahora, incluso he visto como son las señoritas quienes abren las puertas en actitud servicial a los hombres.
Cuando encontramos un lugar acogedor para descansar mientras tomamos la sombra, mi yo primigenio (A.K.A, el simio que todos llevamos dentro), se apodera de mí y me obliga a sentarme pesadamente, sin esperar a que la señorita se siente primero; peor aún, se que el lugar en el que se sentará es un lugar lleno de polvo, que podría arruinar el atuendo de la doncella y, en lugar de ofrecer alguna prenda para que pueda sentarse sobre ella y no mancillar la pureza de sus vestiduras, trato de encontrar para mí el lugar más limpio y cuido de no manchar mi ropa.
El abrirle la puerta del vehículo a las mujeres es tan obsoleto como las videocaseteras BETA.
Como si todo esto no fuera suficiente, sigo aumentando mis errores de modales, al en las conversaciones tratar a las demás personas con desprecio y para ser sinceros, tirándoles carrilla hasta que me duele la cara de tanto reírme.
Otra falta de buenas costumbres que tengo, es que cuando voy a alguna casa y me ofrecen algún bocadillo o similares, me niego a aceptarlo, según yo, con gentileza. Aunque, estoy juicioso de que por educación, si se te ofrece algo, se debe aceptar y en todos los casos, elogiar el ítem obtenido.
Al utilizar mi teléfono celular, lo hago sin la menor preocupación ni molestia, siendo que debería ofrecer una atenta disculpa por interrumpir una conversación o por parecer desinteresado en las otras personas al abrir mi celular y comenzar a escribir mensajes. Y olvidando toda clase de virtuosismo, he conversado por teléfono con señoritas a horas desatinadas, pasadas de las 22:00 e incluso, las 23:00 horas. También, he ingresado a la residencia de algunas señoritas cuando no se encuentra ninguna persona que pueda hacer las veces de chaperón.
Utilizo, tanto en algunas conversaciones, como aquí en el blog, palabras malsonantes e ideas ofensivas para muchas personas.
Algunas veces al caminar, olvido esporádicamente que las mujeres deben caminar del lado izquierdo de la banqueta (o sea, pegadas a la pared) en todo momento. Y que si van acompañadas de dos caballeros, entonces, ellos deben de ir flanqueando a la damisela en cuestión.
Y mis faltas de modales continúan… en los debates, al estar en desacuerdo con alguna idea correctamente expuesta, simplemente realizo un sonido de desaprobación y trato de convencer al otro participante. Es algo así:
- Beto - Lucy Pinder está buenota, pero no está bonita
- Teh Dib - Ah!!! Beto, que gay. Si ella RULES!!!
La conversación debería ser algo así:
- Beto - Lucy Pinder está buenota, pero no está bonita
- Teh Dib - Perdóname Beto, pero considero que tu postura es errónea, puesto que ella RULES!!!
La parte central de la conversación y en la que se observa mi completa falta de modales, es en la parte muy importante, que omito:
- Perdóname Beto,
Y si creían que mis malos modales terminaban ahí, siento decirles que están tan equivocados como nunca en su vida. Hay cientos de cosas más que me hacen obtener el título del Señor de la Ignominia, como alguna persona me llamó en una ocasión. De nuevo, la familiaridad es culpada de mis actos y en momentos me obliga a comportarme como un gañán, al con peculiar despreocupación, vomitar obscenidades de mis compañeros de clase, sin concernir si en algún momento han sentido alguna especie de respeto por mi persona.
Y claro como no, una falta más al código de modales es mi presentación personal. Aun cuando se supone debo mantener mi cabello en un estándar de decencia marginal (A.K.A. ni muy corto ni muy largo) trato de mantenerlo medianamente largo, aun cuando se que es ofensivo para algunas personas. Mi haragana forma de sentarme en las sillas también podría ser considerada errónea y hasta ofensiva en algunas culturas. Pero mis amables y crapulosos compañeros de clase tratan de disimular mi error, sentándose de la misma manera para “ocultar” mi error. Y para evitar que las personas vean mi cabello largo, algunos de ellos lo llevan ridículamente corto o peligrosamente largo; y combinándolo con llamativas prendas amarillas, desvían la atención de mi desgarbada persona; estoy muy agradecido con ellos.
Hablando en serio, este post fue dedicado a todas aquellas personas cuyos modales son comparables con los de un pirata ebrio. Hay muchos modales más de los cuales hablar; por ejemplo, en la mesa, al tomar café, al abordar un vehículo, al visitar a alguna persona, etc. Son demasiados y el tratarlos todos me da mucha weva (sí, weva, no hueva, weva). Si desean conocerlos, les recomiendo que compren el “Manual de Carreño de modales y buenas costumbres”, lo venden en cualquier librería y la versión de pastas suaves no pasa de $100.00. Me lo agradecerán algún día.
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