Saludos querido y teórico lector. Hoy te saludo en una muy especial ocasión que en copiosa jauja me baña. En exaltados gritos de felicidad y en honor a mi pigricia juro que los altos cielos que de mi divinidad divinamente con las estrellas me fortifica y me hacen merecedor del merecimiento que merece mi grandeza.
Y todas estas palabras que con manguindonería leíste son causadas por el mayor acontecimiento en mi vida desde mi alumbramiento. He terminado satisfactoriamente todas y cada una de las materias del plan de estudios que de mi carrera se exige. Falta la residencia, pero esa, más que una materia, es trabajo. Pero el punto aquí, es que después de 9 semestres, muchas desveladas, aventuras y discusiones con compañeros que presumen sus coeficientes intelectuales tan altos como la temperatura promedio de Rumania (en grados centígrados) he finalizado la carrera de la nunca bien ponderada Ingeniería Mecatrónica, en el tres veces H. Instituto Tecnológico de San Luis Potosí.
Se acabaron los profesores inútiles, cada uno más castroso que el anterior. Claro, con sus respectivas excepciones, ya que algunos no eran más castrosos que el anterior. Se acabaron las tareas efímeras y lánguidas; las tareas inocuas y sin sentido. Se acabaron los proyectos de investigación y los circuitos eléctricos de dimensiones dinosáuricas. Se acabó el frustrarte con los profesores porque no valen madre y, al final, te ponen menos calificación de la que merecías. Finalizó el periodo en el que tienes que ser sodomizado por el goey de laboratorio para que te deje hacer las prácticas necesarias, las cuales, mayoritariamente eran basura. Se acabó el soportar a la gran mayoría de los compañeros del salón, con sus imaginativos ataques sobre los defectos de todos. Otra época de mi vida ha concluido y eso ciertamente me hace feliz.
Miro al pasado y veo con orgullo, todas las cosas que tuve que hacer para pasar estas materias desde el primer semestre.
In illo témpore una maestra ciertamente conocedora de la psicología del ITSLP, nos dijo con proverbial certidumbre que conforme el paso del tiempo el mismo sistema nos “malearía”. Al principio todos llevábamos nuestras tareas y nuestros proyectos. Atendíamos con celeridad religiosa cada clase y con fatuas glosas nos jactábamos de ser la primera generación de la nueva carrera.
Para los últimos semestres, nos convertimos en insensibles bolas de carne que asistían a clases solo porque era una obligación. Las tareas eran más un trámite para ver quién copiaba con mejor calidad sin hacer notar que era una copia exacta de cualquier otro trabajo. Los proyectos eran dejados hasta el último de los días, poniendo a prueba la constante resistencia a las desveladas y que es posible sobrevivir sin Red Bull. Únicamente café, y en mi caso, las aspirinas que sean necesarias. Las prácticas eran cada vez más un lastre y menos una enseñanza. Cada que entrábamos a un laboratorio, intransigentemente se cambiaba el ambiente y sentíamos como si entráramos a una leprosería.
En efecto, Doña Regu tenía razón.
En este post, hablaré de todo. Mis compañer@s, mis profesores, mis experiencias y aventuas.
Por eso querido y teórico lector, hoy vengo a presentarte, el que tal vez sea el post más largo que haya escrito. Vengo a presentarte el que puede ser un capítulo de importancia preponderante en el libro de mi vida. Te voy a relatar, con chabacana alegría e imperiosa necesidad:
Y todas estas palabras que con manguindonería leíste son causadas por el mayor acontecimiento en mi vida desde mi alumbramiento. He terminado satisfactoriamente todas y cada una de las materias del plan de estudios que de mi carrera se exige. Falta la residencia, pero esa, más que una materia, es trabajo. Pero el punto aquí, es que después de 9 semestres, muchas desveladas, aventuras y discusiones con compañeros que presumen sus coeficientes intelectuales tan altos como la temperatura promedio de Rumania (en grados centígrados) he finalizado la carrera de la nunca bien ponderada Ingeniería Mecatrónica, en el tres veces H. Instituto Tecnológico de San Luis Potosí.
Se acabaron los profesores inútiles, cada uno más castroso que el anterior. Claro, con sus respectivas excepciones, ya que algunos no eran más castrosos que el anterior. Se acabaron las tareas efímeras y lánguidas; las tareas inocuas y sin sentido. Se acabaron los proyectos de investigación y los circuitos eléctricos de dimensiones dinosáuricas. Se acabó el frustrarte con los profesores porque no valen madre y, al final, te ponen menos calificación de la que merecías. Finalizó el periodo en el que tienes que ser sodomizado por el goey de laboratorio para que te deje hacer las prácticas necesarias, las cuales, mayoritariamente eran basura. Se acabó el soportar a la gran mayoría de los compañeros del salón, con sus imaginativos ataques sobre los defectos de todos. Otra época de mi vida ha concluido y eso ciertamente me hace feliz.
Miro al pasado y veo con orgullo, todas las cosas que tuve que hacer para pasar estas materias desde el primer semestre.
In illo témpore una maestra ciertamente conocedora de la psicología del ITSLP, nos dijo con proverbial certidumbre que conforme el paso del tiempo el mismo sistema nos “malearía”. Al principio todos llevábamos nuestras tareas y nuestros proyectos. Atendíamos con celeridad religiosa cada clase y con fatuas glosas nos jactábamos de ser la primera generación de la nueva carrera.
Para los últimos semestres, nos convertimos en insensibles bolas de carne que asistían a clases solo porque era una obligación. Las tareas eran más un trámite para ver quién copiaba con mejor calidad sin hacer notar que era una copia exacta de cualquier otro trabajo. Los proyectos eran dejados hasta el último de los días, poniendo a prueba la constante resistencia a las desveladas y que es posible sobrevivir sin Red Bull. Únicamente café, y en mi caso, las aspirinas que sean necesarias. Las prácticas eran cada vez más un lastre y menos una enseñanza. Cada que entrábamos a un laboratorio, intransigentemente se cambiaba el ambiente y sentíamos como si entráramos a una leprosería.
En efecto, Doña Regu tenía razón.
En este post, hablaré de todo. Mis compañer@s, mis profesores, mis experiencias y aventuas.
Por eso querido y teórico lector, hoy vengo a presentarte, el que tal vez sea el post más largo que haya escrito. Vengo a presentarte el que puede ser un capítulo de importancia preponderante en el libro de mi vida. Te voy a relatar, con chabacana alegría e imperiosa necesidad:
Memorias de un universitario
¿A poco no estaría con todo que tuviera ojos azules, con mucha agua?
Someone: Ready to leave?
Teh Dib: I was ready to go before we got here.
Según me dicen, corría el mes de julio del año 2003. Hacía frío. Estaba nevando… en tierra del fuego, ya que aquí en San Luis Potosí estábamos en el apogeo del verano. Eran las 07:00 hrs. De un lunes. Mi primer día como universitario. Recuerdo vagamente que el primer profesor fue el Lic. Ninche… Ninche profe. A media clase, aburrido por el sermoneo y las teorías paranoicas en las que Bill Gates está inexorablemente conquistando el universo, decido arrancar una hoja de papel y hacerla bolita, con toda la decisión de arrojarla al bote de basura en el primer instante en el que el profesor no me esté viendo.
El profesor voltea y sigue con su parloteo. Marco el movimiento para arrojar la bolita de papel desde mi lugar (la primera fila) y justamente cuando suelto la condenada bola de papel, el profesor voltea. La bolita cae suavemente dentro del bote, siguiendo una trayectoria marcadamente parabólica y limpiamente llega al fondo.
El profesor, al ver la acción tan atrevida y la gran habilidad con la que arrojé el papel desde un metro de distancia me dice:
Ninche Profe: - Se me va…
No mamar. Llevaba poco menos de media hora en la universidad y ya me iban a expulsar o a reportar o a castrar sin anestesia…
Ninche Profe: - … A inscribir a la selección de básquetbol.
Fiu.
Ninche Profe… seguramente me subió el azúcar hasta hacerme prácticamente diabético.
Desde ese día, ciertamente aprendí a no arrojar bolitas de papel al cesto de la basura de una manera tan llamativa. Tengo muy grabada esa escena. Ha de haber sido muy divertida para todo aquel que la estuviera viendo y que tuviera un poco de sentido común, qué, irónicamente, es el menos común de los sentidos.
Capítulo 1. Que trata de los incidentes en la escuela
You're blind, deaf, and can barely walk. Yet, you've had affairs with three royals! How do you do it?
Recuerdo también que a mitad, o tal vez, al final del primer semestre, teníamos que exponer en clase de química. No recuerdo el tema. El Arqui, que insistentemente había molestado con que él expondría un tema específico, decidió llegar un día y decir que había investigado uno que le tocó al Carlito.
El Carlito, obviamente enojado, puesto que ya había desperdiciado más de un día en investigación, decidió encararlo y decirle que al momento de repartir los temas, Arqui había elegido cierto tema y que el otro era de Carlito. Con su amabilidad y buen gusto característicos, dijo:
Carlito: - No chingues Arqui. Ya habíamos quedado. Tu ibas a hacer lo de XXXX… y yo iba a hacer la otra pendejada, y ahorita dices que ya la hicistes… no jodas. Yo ya comencé a investigar. Son un chingo de madres.
El Arqui, con su superior coeficiente intelectual – nótese el sarcasmo – contesta con un ingenio casi divino:
Arqui: - Nel, Nel. Yo no se.
La conversación se prolongó durante unos 10 minutos más, y el Carlito, en un impulso tan bestial que bien pudo haber logrado romper sus medias, se levanta intempestivamente de su lugar y empuja al Arqui.
El Arqui, al notar la hirviente furia del chino agresor, parece no quedarle de otra que menguar su decisión y respetar lo que había dicho días antes.
Arqui: - Nel.
Carlito aprovechando su mayor musculatura (es difícil de creer, pero ciertamente el Arqui está más enclenque que el Carlito), vuelve a empujar al obtuso individuo, ahora con más fuerza. Al parecer, el Arqui acaba de notar que el Carlito va en serio. De hecho, la paciencia del Carlito se había esfumado en el último minuto. Ya no le importaba si el Arqui aceptaba o no su error. Él simplemente estaba decidido a partirle su madre por tres razones, cada una de mayor peso que la anterior…
1.- Porque el Arqui lo merecía
2.- Porque el Arqui ciertamente lo merecía.
3.- Porque en efecto, ciertamente lo merecía.
Cuando las cosas simplemente ya estaban en su punto y el Carlito estaba a punto de patear el trasero del Arqui, este comenzó a aceptar – más a huevo que de ganas, debo agregar – su error y principió a suplicar lastimeramente – pero siempre guardando la compostura – que en efecto se equivocó y que mejor buscaran una solución pacífica a sus problemas.
El Carlito estaba tan molesto que si alguien hubiera metido un trozo de carbón en su trasero, después de unos 10 minutos hubiera sacado un diamante.
Estaba a punto de comenzar la pelea y entonces, llega el Chuy y sujeta poderosamente al Carlito. La pelea se había cebado… el Chuy no podría permitir que le partieran la madre al que sería su novio algunos años después.
Pasaron algunos minutos y el Carlito comenzó a reaccionar. Ciertamente le hubiera partido su madre al Arqui. Pero ahora solo quería dejar eso atrás… y palpablemente, atrás tiene mucho lugar para ponerlo.
Recuerdo también una escena muy divertida. Estábamos en clase de álgebra lineal, resolviendo unas matrices o unos determinantes… no me acuerdo. Había un sujeto, “el donitas” no se que demonios hacía en ingeniería. Él era una de esas personas que tenían todo el maldito perfil para estudiar leyes o algo similar. El caso es que al estar en la clase, sucedió algo más o menos así:
Profesor De la Rosa: - Entonces, por las leyes de los determinantes tenemos: 5+4+7 – 2+0-4.
Donitas: - profesor, ahí donde puso más cero…
De la Rosa: - Si, ¿Qué tiene, sumé mal?
Donitas: - Es que ahí donde puso más cero… es, menos cero.
¡¡¡No mamar!!!
En serio, ¡¡¡no mamar!!!
Digo, no necesitas ser Stephen Hawking para saber que no importa si sumas o restas un cero de cualquier cantidad… qué pedo…
Prosiguiendo con el bestiario… llegamos con un sujeto del cual no recuerdo su nombre. Pero su apodo claro que lo recuerdo… “El Gata”. ¿Cómo olvidar aquella épica exposición que hizo de los Poka Yokes?
Para el querido y teórico lector que no tenga ni puta idea de qué es un Poka Yoke, le explicaré, que no es un robot japonés, ni una revista porno taiwanesa; a grandes rasgos, es algo que hace imposible que alguien lo use de manera incorrecta. Por ejemplo, el Puerto USB es un Poka Yoke, ya que solamente hay una manera de conectar algo a este puerto. No se puede conectar al revés. Eso, a grandes rasgos, es un Poka Yoke. Y como sabemos, a los japoneses les encanta hacer sistemas de calidad basados en conceptos obvios.
Pero regresemos al Gata.
Este sujeto, tiene la peculiaridad de tener un acento marcadamente rural. Y aunque no dudo ni por un instante que sus habilidades técnicas son excepcionales, sus habilidades de comunicación eran menos que deficientes. Y el que su acento sea tan marcadamente “No urbano” lo hacía un mejor blanco para las bromas. Imaginen uno de esos cómicos que salen en la TV fingiendo un acento de una persona de origen humilde. ¿Lo tienen? Pues bien, así habla el Gata.
En cierta ocasión, tuvo que preparar una presentación en la que expusiera los Poka Yokes y su importancia en la industria. Hasta este momento nada suena fuera de lo normal, sin embargo, al tener ese marcado acento, las palabras “Poka Yokes” sonaban como si dijera “Poka Yokis”. Tal vez, querido y teórico lector, no te parezca en absoluto gracioso, pero puedo asegurarte que todos los que tuvimos la fortuna de estar presentes, soltamos la más sonora carcajada que el aula en la que estuvimos tuviera la desgracia de contener.
Después fue cuestionado con algo que no recuerdo. El tipo contestó con una celeridad tan impactante:
El Gata: - “Si la herramienta se jode…”
Profesora: - Hable con propiedad
El Gata: - “… Bueno, si la herramienta se amuela…”
No mamar, en serio. La risotada que todos soltamos pudo haber opacado al jolgorio más animado que cualquier licenciado pudo haber armado. Ese era un tipo que sabía como se habla en cualquier situación.
Otro momento que recuerdo felizmente, es aquella ocasión en la que fuimos al Congreso Nacional de Mecatrónica. Decenas de mecatrónicos ebrios pululando por las calles de la ciudad de Querétaro. Vomitando soezmente en cada rincón del hotel, cada mecatrónico que se preciara de ser de los primeros semestres dejó su huella personal. Gritando hasta altas horas de la madrugada en el hotelucho en el que nos quedamos. Obligando al casero a brutal e inmisericordemente cortar la energía eléctrica de la posada para mantenernos callados.
Recuerdo como hipócritamente los profesores nos instaban a permanecer atentos a las conferencias y al voltear, después de unos minutos observabas como los profesores estaban tranquilamente dormidos, recargados uno con el otro, para evitar perder la compostura.
Es gracioso – aunque penoso también – recordar como el que presentó a nuestra delegación tenía un uso del español tan malo como mi rumano. Con palabras como “Hicistes” “Salistes” “Entendistes” “Fabricastes”, etc, haciéndole saber a todo el auditorio que éramos, orgullosamente por cierto, del ITSLP.
Las “escrupulosas” escapadas a “Ver pelos” de algunos de los alumnos y uno o dos profesores. La película porno proyectada en el autobús cuándo nadie veía, las bromas con contenido predominantemente sexual y algunos otros episodios más completan la odisea del congreso nacional de mecatrónica.
Con añoranza recuerdo los días en los que nuestra máxima preocupación era burlarnos del Arqui, aprovechando nuestros conocimientos de cálculo, nos poníamos a diseñar posibles trayectorias de vuelo para “El niño mosco”. O mostrábamos nuestras habilidades de dibujo, haciendo las tres vistas de la cabeza del Arqui, poniendo especial énfasis en la forma y tamaño de su colosal protuberancia, que hace las veces de nariz.
O de la misma manera, calculando el área bajo la curva que forma el estómago de un cerdo que afirmábamos era Hasmalim, A.K.A. Sex Machine.
Esos días en los que nos burlábamos de “El Guayabo” por su curiosa forma de hablar y su famosa “Simulación con las manos” de un movimiento giratorio.
Los diálogos para aceptar o rechazar un buril que fabricábamos eran más o menos así:
Mecatrónico genérico – ¿Profe, así está bien?
Guayabo: - … Veamos… tiene la forma, tiene el tamaño, se ve bien… pero no.
Recuerdo como si hubiera sido ayer la “esfera” que Hugo le llevó al guayabo tratando de realizar el buril que debería tener una cara redonda y dos filos planos. La cara que puso el profesor al ver el corte perfectamente esférico valió ese semestre. Me parece que fue en el mismo semestre cuando el Pickles apostó la cabellera contra Hasmalim a que ganaba el América un partido de fútbol contra el Guadalajara. En ese partido, ganó el América y Hasmalim pagó caballerosamente la apuesta. Lo que él no sabía es que no sería tan simple. El corte de cabello “a rape” fue en la escuela, en medio de un salón, en el que el ganador y algunos otros bañados comenzaron a utilizar una máquina peluquera y cortaron inmisericordemente, jugando con diferentes estilos. Pero ciertamente, el corte al estilo fraile que le hicieron fue la ley. Con cabello en la nuca y un poco en la frente, mientras que en la parte superior del cráneo se notaba una parte completamente depilada el pobre individuo se convirtió rápidamente en el blanco de las bromas más pesadas, no solo de mecatrónica, sino también de todos aquellos que lo vieron correr al baño a terminar el corte que ojetemente le dejaron sus “amigos”.
En quinto semestre, otra vez el Arqui, mostrando porque es tan fácil burlarse de él, pasa a exponer. Era la clase de Desarrollo Sustentable. El Arqui estaba exponiendo alguna patraña, pero llevaba varios minutos diciendo cada tontería y los últimos segundos había estado balbuceando sin sentido.
La maestra, al ver el deplorable estado del sujeto le sugiere amablemente qué mejore su forma de hablar, puesto que no se entiende nada:
Maestra: - Arquímedes… ¿Puede abrir más la boca?
El Arqui, en un notorio trance de desconcierto contesta con dificultad:
Arqui – Claro.
Sin saber la razón, pero tratando de parecer educado, abre los labios y muestra groseramente la garganta. El perdedor no pudo entender que la maestra se refería a que sería bueno abrir la boca un poco más para que el sonido saliera fluidamente y no en forma de agonizantes sollozos como los que suele parlotear el Arqui.
En ese mismo semestre fuimos a un viaje de estudios a la repudiada por muchos, querida por pocos, “Minera San Xavier”. Para el querido y teórico lector ajeno al estado de San Luis Potosí, le comentaré que esta minera ha sido fuertemente criticada por querer utilizar técnicas mineras basadas en explosivos. Además, de ser una mina a cielo abierto, que según muchos, es de las más destructivas del ecosistema… pero bueno, pasemos a lo importante…
Cuando fuimos se nos dio una plática llevada adecuadamente por una de las personas encargadas del proyecto. Claramente se notaba que les interesa mucho convencer a los universitarios de que el proyecto es bueno. Como sea, hasta gorditas nos dieron. Pero lo mejor llegó cuando nos llevaron a donde se encuentran los tractores y las excavadoras. Como si tuviéramos cinco años, subíamos irresponsablemente sobre los monstruosos vehículos, sorprendidos infantilmente por las dimensiones de los mencionados. En esta ocasión, el tamaño si importó. Subíamos por las palas mecánicas y trepábamos difícilmente por las gigantescas llantas para llegar hasta la cima de la grúa y ver con alegría irrisoria que éramos los reyes del mundo, en una escena patética.
En momentos como éstos, se demuestra lo que alguna vez Dio me dijo, cuando estábamos en el Cobach:
- Los niños de la universidad siguen aventando papelitos.
Pero al final, todo valió la pena. Cuando contra todas las leyes de la naturaleza, y venciendo a la inercia, a la gravedad y los cables, pude controlar motores utilizando un PSP. Fue algo tan hermoso. Para un gamer como yo, el controlar un dispositivo desde un PSP, valió los 9 semestres.
Capítulo 2. Que trata de las aventuras con los que bien pudieron ser mis amigos.
"I have no friends. I walk alone."
Solíamos ser ocho. Como diablos se hizo ese grupo, que desde ahora y con toda la alevosía del mundo llamaré “Equipo Teh Dib”, lo desconozco. Simplemente sucedió. Imagino que fue por asociación. Al diablo, no me interesa.
El punto es que éramos ocho. A veces, éramos dos equipos de cuatro. Pero seguíamos siendo ocho.
Comenzamos estudiando para algún examen. O juntándonos para realizar algunos de los colosales proyectos que nos encargaba el Angelino. La mayoría de las veces, nos juntábamos en mi casa, normalmente tirábamos barra y luego, trabajábamos un poco y luego volvíamos a tirar barra. Todo eso, siempre soportando los constantes comentarios castrosos de mi padre, que con naturalidad familiar ofendía a algunos, bromeaba con otros y a veces, ni siquiera estaba.
Había días memorables en los que nos quedábamos haciendo alguna actividad hasta las 04:00 hrs. Todos despiertos, algunos tirando barra, algunos otros, trabajando… pero el que con puntualidad suiza siempre perdía al caer dormido llegando las 23:00 era el Marcel. Alguna vez, Jeny hizo el favor de pintarle en la poca frente que tiene la palabra OWNED con lápiz labial.
Eran ciertamente complicados esos días. Los únicos con automóvil eran Pando, Jeny y las ruidosas motos de Carlito y Gañán. El Cabra también tenía un automóvil, pero siempre se iba llegando las 22:00. Era como si el Jetta se transformara en calabaza a las 22:30 y por eso tuviera que irse temprano todos los días. Felizmente, Gañán cambió su scooter motorizado por un Pointer hecho con legos y el quedarnos hasta muy tarde en la casa de alguien dejó de ser tan problemático. Siempre con actitud amable, cualquiera de los personajes mencionados amablemente se proponía para dar un aventón a cualquier otro. Era un grupo interesante. Cualquiera de nosotros podía tirarle carro al otro y nunca pasaba nada. Digo, no es como si una le hubiera aventado una cucaracha de plástico a otro. Cada uno de nosotros tenía una habilidad que lo hacía parte indispensable del equipo. Bueno… casi todos. En realidad, siendo sinceros, el único indispensable era yo, pero así no se sentirán tan mal los demás miembros del equipo.
En los últimos semestres, concientes de nuestra zanganería y sin importarnos mayor cosa que nuestros efímeros momentos de diversión, íbamos frugalmente a la presa a tirar barra. De hecho, creo que ahí hay una o dos de las pocas fotografías que nos tomamos los ocho y un intruso…
Escalábamos dificultosamente las peligrosas piedras de la presa y al alcanzar un punto medianamente alto, simplemente decidíamos regresar a la escuela, para la siguiente clase. Con bastante pero no suficiente precaución bajábamos sonrientes (ajá) por las laderas de la presa y recorríamos el camino de regreso, mayoritariamente maldiciendo al sol por darnos directo en la cara. Eran unos buenos días.
Los días de exámenes, despreocupados, horas antes de la prueba, valiéndonos poco menos de media madre, nos íbamos a ver una película. El lugar era lo de menos. En la casa de uno o del otro, siempre teníamos lo que necesitábamos. Una televisión y un DVD. Las películas eran seleccionadas minutos antes y luego comprábamos con imperiosa necesidad, palomitas, frituras y, en ocasiones, pizza. Una vez, a la par de todo esto, compramos pan y leche. Bromeábamos entre nosotros augurándonos problemas estomacales ruidosos a mitad del examen.
Con el paso del tiempo, el grupo se fue distanciando… ¿Eran a caso las constantes barras y discusiones que lográbamos por cada tarea que realizábamos juntos? Es que el estudiar para las materias más complicadas en grupo nos familiarizó tanto que nos convertimos en uno más sin siquiera saberlo.
Tal vez sea todo lo anterior. Pero el primer punto de ruptura, el que separó al primer miembro de ese octeto y nos convirtió en 7, fue una mujer. La única que pertenecía a los ocho. Y a causa de ello, había intereses chocando. Así, dejamos de ser ocho e intempestiva e inexplicablemente nos convertimos en siete.
No obstante, ella no tiene la culpa. Simplemente las personas se acostumbran las unas a las otras. Eso sucedió. No fue simplemente un flechazo incipiente de un arcángel que tiene un carcaj lleno de flechas envueltas en condones. Esta vez, simplemente, por la belleza tanto interior como exterior de la mencionada, los sentimientos se dieron. Eso pasa, y aunque me duela, pasa muy seguido.
Otra mujer nos quitó a otro de los ocho. Se conocieron, se hablaron, se hicieron novios. El uno choca la camioneta de la otra. La historia de la vida. Esta vez no hubo peleas ni discusiones. Simplemente, era ella o nosotros… una elección ciertamente sencilla.
Antes de finalizar este capítulo, quiero agradecer a los padres de todos los miembros del equipo Teh Dib, que sin importar la hora, siempre nos aguantaron, nos proporcionaban de cenar y todo el café que necesitáramos. Agradezco a la Señora Jeny, al Señor y la Señora Gael, a los tíos del Carlito, al señor y la señora Beto, al señor y la señora Cabra (aunque no puedo recordar ninguna actividad en la casa del Cabra, estoy seguro de que nos hubieran recibido con amabilidad), a los padres del Pando… no me atrevo siquiera a intentar llamarlos de otra manera, y pu’s… al señor y la señora Marcel por prestarnos al Marcel durante toda la carrera.
Finalmente, quiero mencionar a los miembros del equipo Teh Dib. A esas personas que con un poco más de suerte, pudieron llegar a ser mis amigos. Para que no se peleen por saber a quién quiere más Teh Dib, los mencionaré por orden alfabético…
Beto, Cabra, Carlito, Gañán, Jeny, Marcel, Pando.
Terminaré este capítulo diciendo lo mismo que les dije a Dio y a Himura al terminar el Cobach:
- Se que se sienten honrados por haber estado a mi lado, pero quiero que sepan que ha sido un placer compartir el campo de batalla con ustedes.
Capítulo 3. Que trata de los apodos y las formas de castración.
Someone -: Hey Teh Dib, if you die, can I have your boots?
Teh Dib - : Yeah, turn around. I'll give you one right now
Esos eran los semestres que forjaron los lazos existenciales entre todos los del salón. Las universidades tienen la peculiaridad de que conforme avanzan los semestres y los alumnos escogen su horario, los grupos se van dividiendo. Entran nuevas personas, se van algunas, otras más cambian de horario como cambian de calcetines, etc.
Pero, al menos, en las primeras dos generaciones de mecatrónica esto no era así. Al ser un único grupo, nosotros teníamos la desgracia de que nuestros profesores eran asignados, por lo que nunca hubo variedad. El grupo no podía cambiar. Éramos un grupo en el que fuimos creciendo juntos. El conformismo que trae la familiaridad comenzó a atacarnos brutalmente. El grupo, aunque dividido en clanes (los mamados y el Richard, El equipo Teh Dib, los betillos, los hobbits, los Cárdenas, etc, etc.) se unificó y comenzó a evolucionar silenciosamente. Al pasar por tantos semestres juntos era cada vez más común faltarnos al respeto mutuamente y sin ningún comedimiento. Las bromas que comenzaron siendo pequeños chascarrillos mutaron en soeces ataques y vulgares eufemismos de lo que sea que a alguien se le ocurrió que te parecías. Un cerdo, un mosco, un ave, Juan Gabriel, un adicto a las metanfetaminas, un afónico y reservado individuo, un bebé, un gato, una cabra, una chiva, Riddick, etc. De hecho, hay registros de que a un desafortunado individuo le pusieron más de 10 apodos. Cada uno de ellos cruelmente elucubrado, pero debo admitir, la mayoría de ellos muy ingeniosos y en ocasiones, divertidos.
Apodos como “Donitas”, “Gata”, “Mosco”, “Mudo”, “Chango”, “Arqui”, “hobbit”, “bastardo”, “Señora”, “Gañán”, “Chiva”, “Waka”, “Carlito”, “Grosera”, “Meñe”, “Pickles”, “Drugs”, “Peloy”, eran la forma común de dirigirse a muchos de los sujetos que hacían las veces de estudiantes de mecatrónica.
En ocasiones, ni siquiera era necesario poner un apodo. Simplemente, con pequeñas contracciones o modificaciones de su nombre bastaba: “Chuy”, “Cabra”, “Tscel”, “Betillo”, “Arqui”, “beto”, y muchos más ejemplos lo corroboran.
Había un sujeto en especial, que desde las sombras ponía apodos siguiendo un bajo perfil. Memo. Este hijo de canina se encargó de poner apodos a medio salón y prácticamente salir ileso en la guerra de mierda que todos se tiraban. Es, aunque me castre la palabra, lo que se le conoce como “chingaquedito”. Tiraba carro muy seguido, ponía apodos y molestaba profesores, todo en el barullo del salón. Aunque casi siempre invisible, atacaba ferozmente con un comentario que pwneaba a uno, pero hacía vomitar de risa al resto.
Había muchas otras formas de castración. Por ejemplo, si alguien con una seña característica intentaba hablar era seguido por interminables onomatopeyas de lo que sea que se parezca.
Para ejemplificar, tomemos al siempre servicial Arqui:
Cuando el Arqui intentaba hacer algún apunte verbal, o realizar alguna pregunta, el parecido implícito que tiene con un mosquito era explotado por el resto del salón, para que, en cuanto comenzara a hablar, un castroso sonido se hiciera escuchar por todo el salón:
(Léase como zumbido de mosquito)
Pssssssssssssssssssssssssssssss… sssssssssssssssssssssss….ssssssss
Cuando Hasmalim intentaba hablar:
(Léase como una onomatopeya del sonido de un cerdo)
Qui… quiiiiiiii… quiiii.
Y algunos otros que nunca entendí del todo.
Gritos como: Yiiiiiiiiijjjjaaaaa, WakaWakaWakaWawawawa, ¿Todo bien? Etc. Etc. Eran molestamente disparados en instantes.
Capítulo. 4. Que trata de los profesores
Esos eran los semestres que forjaron los lazos existenciales entre todos los del salón. Las universidades tienen la peculiaridad de que conforme avanzan los semestres y los alumnos escogen su horario, los grupos se van dividiendo. Entran nuevas personas, se van algunas, otras más cambian de horario como cambian de calcetines, etc.
Pero, al menos, en las primeras dos generaciones de mecatrónica esto no era así. Al ser un único grupo, nosotros teníamos la desgracia de que nuestros profesores eran asignados, por lo que nunca hubo variedad. El grupo no podía cambiar. Éramos un grupo en el que fuimos creciendo juntos. El conformismo que trae la familiaridad comenzó a atacarnos brutalmente. El grupo, aunque dividido en clanes (los mamados y el Richard, El equipo Teh Dib, los betillos, los hobbits, los Cárdenas, etc, etc.) se unificó y comenzó a evolucionar silenciosamente. Al pasar por tantos semestres juntos era cada vez más común faltarnos al respeto mutuamente y sin ningún comedimiento. Las bromas que comenzaron siendo pequeños chascarrillos mutaron en soeces ataques y vulgares eufemismos de lo que sea que a alguien se le ocurrió que te parecías. Un cerdo, un mosco, un ave, Juan Gabriel, un adicto a las metanfetaminas, un afónico y reservado individuo, un bebé, un gato, una cabra, una chiva, Riddick, etc. De hecho, hay registros de que a un desafortunado individuo le pusieron más de 10 apodos. Cada uno de ellos cruelmente elucubrado, pero debo admitir, la mayoría de ellos muy ingeniosos y en ocasiones, divertidos.
Apodos como “Donitas”, “Gata”, “Mosco”, “Mudo”, “Chango”, “Arqui”, “hobbit”, “bastardo”, “Señora”, “Gañán”, “Chiva”, “Waka”, “Carlito”, “Grosera”, “Meñe”, “Pickles”, “Drugs”, “Peloy”, eran la forma común de dirigirse a muchos de los sujetos que hacían las veces de estudiantes de mecatrónica.
En ocasiones, ni siquiera era necesario poner un apodo. Simplemente, con pequeñas contracciones o modificaciones de su nombre bastaba: “Chuy”, “Cabra”, “Tscel”, “Betillo”, “Arqui”, “beto”, y muchos más ejemplos lo corroboran.
Había un sujeto en especial, que desde las sombras ponía apodos siguiendo un bajo perfil. Memo. Este hijo de canina se encargó de poner apodos a medio salón y prácticamente salir ileso en la guerra de mierda que todos se tiraban. Es, aunque me castre la palabra, lo que se le conoce como “chingaquedito”. Tiraba carro muy seguido, ponía apodos y molestaba profesores, todo en el barullo del salón. Aunque casi siempre invisible, atacaba ferozmente con un comentario que pwneaba a uno, pero hacía vomitar de risa al resto.
Había muchas otras formas de castración. Por ejemplo, si alguien con una seña característica intentaba hablar era seguido por interminables onomatopeyas de lo que sea que se parezca.
Para ejemplificar, tomemos al siempre servicial Arqui:
Cuando el Arqui intentaba hacer algún apunte verbal, o realizar alguna pregunta, el parecido implícito que tiene con un mosquito era explotado por el resto del salón, para que, en cuanto comenzara a hablar, un castroso sonido se hiciera escuchar por todo el salón:
(Léase como zumbido de mosquito)
Pssssssssssssssssssssssssssssss… sssssssssssssssssssssss….ssssssss
Cuando Hasmalim intentaba hablar:
(Léase como una onomatopeya del sonido de un cerdo)
Qui… quiiiiiiii… quiiii.
Y algunos otros que nunca entendí del todo.
Gritos como: Yiiiiiiiiijjjjaaaaa, WakaWakaWakaWawawawa, ¿Todo bien? Etc. Etc. Eran molestamente disparados en instantes.
Capítulo. 4. Que trata de los profesores
Some people say that's what drove him to madness. Others say, you know, no
Corría el tercer semestre. Ciertamente en el que peor promedio obtuve, y del que no me pude liberar sino hasta muy avanzada la carrera. Los profesores variaban considerablemente. Un sujeto cuya característica principal y la razón por la cual, todos lo conocen, es por su increíble semejanza con un cadáver. No solo en su físico, sino también en su antipática y serena forma de dar clases. Con ojeras similares a las de un mapache y con un caminar frío y lejanamente elegante, es el terror de los primeros semestres de electrónica y mecatrónica. “El Muerto”. Ese es su apodo. Casi nadie recuerda su nombre, pero puedo asegurar que ciertamente no lo olvidarán. Fue el culpable de retrasar a muchos. Hizo que hasta el más holgazán estudiara como si no hubiera un mañana y aun así, lo reprobó. Fue algo… hermoso.
En ese mismo semestre, teníamos otro profesor, también de peculiar característica. Aunque nadie lo ha probado inapelablemente, se dice y no tengo ninguna razón para dudarlo, de que es lo más gay desde que lo gay llegó a gaylandia. Su acompasado caminar, su voz aguda y su maneras tan femeninas, hacen dudoso que sea heterosexual. Gracias a este detalle, sigue siendo presa de innumerables bromas. Además, el tipo es castroso como solo los de cabello rizado pueden serlo. Se rumora que alguna vez reprobó a alguien en un segundo especial (la última oportunidad para pasar una materia, querido y teórico lector no conocedor de los procedimientos del ITSLP) y fue encajuelado durante varias horas. Nadie ha podido comprobarlo, pero el rumor existe. Además, aunque algunas personas lo consideran como un excelente físico, sus habilidades matemáticas son tan dudosas como la piedra filosofal… alguien asegura que alguna vez existió, pero ya no más. El castroso y por qué no decirlo, puñal Enderle. A él me refiero. Él ciertamente le da mala fama a los homosexuales. Si alguno de ustedes, queridos y teóricos lectores está pensando en batear del otro lado, por favor, no sea como él.
Hay tantos profesores… esto me tomará algo de tiempo. ¿Por dónde empezar? Vayamos a primer semestre… eligiendo al azar, tenemos al profesor George, A.K.A. el skato. Cruelmente apodado por los estudiantes, este profesor que tiene una deficiencia en las extremidades por tener varios músculos atrofiados, era en términos simples, la ley. No exigía más de lo estrictamente necesario… que fueras a sus clases más o menos seguido, que hicieras más o menos bien las tareas y eso era todo. Era un profesor que sabe muchas cosas. Pero es de la clase de profesores que son desperdiciados, porque su nobleza extrema, es confundida con idiotez. Podías ir cualquier día a preguntarle algo y amablemente te contestaba. Si necesitabas realizar una práctica, simplemente se limitaba a indicarte en dónde estaban las herramientas para que fueras por ellas en cuánto las necesitaras. No había más problema. Si descomponías algo, no importaba. Eres un estudiante y estás aprendiendo… para eso está el laboratorio.
Para desgracia de las nuevas generaciones, ya se retiró. Es una lástima, ya que ciertamente hubieran aprendido con él… de haber querido.
Siguiendo tenemos al Gallo, conocido en Ing. Mecánica como “Sin cuello”. Tuve la desgracia de que me diera estática y termofluidos. Sus conocimientos de estática… pues… no son tan malos. Sabe lo que sabe y nada más. Lo que no sabe es mucho pero lo que sabe trata de enseñarlo. El muy pendejo perdió mi examen. Un examen en el que saqué 100, pero el infeliz me puso 80. Así, porque pasó una abeja, lo picó y se le hincharon los huevos. Eso, como puedes comprender, querido y teórico lector, me bajó el promedio hasta patearme las bolas. Sin embargo, en termofluidos era otra cosa. Sus conocimientos de termodinámica son tan buenos como mis conocimientos de economía. O sea, nada. Sus conocimientos de mecánica de fluidos son tan buenos como mis conocimientos de medicina. O sea, únicamente sabemos lo que sale en Dr. House. Y como en Dr. House, nunca se habla de mecánica de fluidos, pu’s está jodido. Siendo yo el único con una remota posibilidad de acreditar la materia, en examen extraordinario, el profesor considera que es un buen momento para aceptar sobornos. Así que con un “amazing comback”, todo el grupo pasa. Al menos 90% del salón pagó. Eso en verdad, es deprimente.
Hay tantos profesores. Ya hablé de algunos de ellos en post pasados. El Angelino, la María, la molesta “Rosy”, Pedrito, el Catarino… etc. Etc. No me detendré a hablar de ellos.
Prosiguiendo, tenemos al Dr. Arturo Herrera. Este bastardo, es el hijo de puta más grande que el mundo haya tenido la desgracia de traer a la vida. Es un huevón de mierda. Saben qué tan floja es la chingada… pues el es todavía más flojo. Corrupto como el que más, acepta dinero no solo para pasar a los estudiantes, sino también, se rumora por ahí, que para “meterlos al Tec”, según se me ha informado. El título de Doctor que le puse al principio del párrafo, fue en actitud irónica, puesto que sus conocimientos son tan pocos que si fueran un poquito menos, comenzaría a olvidar. Él es el culpable de que no sepa dinámica. Él es el culpable de que muchos mecánicos no sepan “Mecánica de Sólidos”. El es el culpable de que la única materia que podría actuar como filtro para industriales (Física para niños) sea únicamente un trámite.
Es sin lugar a dudas, el peor profesor que haya tenido la desgracia de conocer. Lo peor de todo, es que las autoridades y hasta los mismos profesores del tecnológico lo saben. Pero nunca hacen nada. Zanganean y ponen “buzones para sugerencias”, como una forma de mejorar la calidad.
Puta madre, si quitaran a profesores como él, la calidad del tecnológico subiría exponencialmente.
La mejora que hacen con las “evaluaciones de los profesores”, es irrisoria. Para comenzar, aunque tengan un sistema bien cabrón basado en Internet que permita hacer la evaluación más rápida, deberían mejorar sus preguntas. Las preguntas muestran números simples, que pueden cambiar dependiendo del grado de indiferencia de los alumnos. Un profesor pudo haber encargado un trabajo de toda la desgraciada materia y con eso cubre el curso. Ya se ganó unos puntos por haber terminado todo el programa. Y los alumnos, cuando llegan a la industria, bien atorados. Pero el tecnológico se levanta el cuello porque todos sus profesores ven el programa completo.
Las opciones que dan son una mamada. En la pregunta, ¿Cómo calificaría el desempeño de su profesor? Nos dan las siguientes opciones:
a) Muy bueno
b) Bueno
c) Regular
d) Malo
… No vengan. En el caso del idiota de Arturo Herrera, su desempeño es pésimo. De hecho, es menor que pésimo. Dudo que en todo el semestre hayamos tenido una semana hábil de clases. Ponía problemas de libros de preparatoria en los exámenes, puesto que es el único nivel de problemas que tal vez, puede resolver. De mecánica vectorial, está entre “de la verga” y “muy de la verga”.
En las encuestas de los profesores, las preguntas para él deberían cambiar por:
Su profesor:
a) Vale madre
b) No vale madre
c) Ambas
d) Todas las anteriores.
Hasta aquí dejo este capítulo. Son muchos profesores y el tiempo es poco.
Antes, quiero hacer un homenaje a los profesores que siento que fueron buenos profesores, que nos hicieron aprender, o, que al menos, lo intentaron. A ellos, los saludo y les pido que sigan igual.
Mtra. Rebeca, Ing. Escalante (A.K.A. Crílin), Ing. Pedro, Mtra. Villalpando, Ing. Ramón (A.K.A. Angelino), y el profe que nos dio Manufactura Avanzada que no recuerdo como se llama.
Capítulo 5. Que trata del servicio social comunitario
"My goal is not to wake up at forty with a bitter realization that I wasted my life at a job I hate because I was forced to decide on a community service in my teens.
Más o menos en esos tiempos, nos llegó el primer pago de la beca. Era simplemente hermoso tener dinero por el simple hecho de estar estudiando… o al menos, por fingir que lo hacías. Únicamente teníamos que vender 10 castrosas e inútiles reglitas que hacía la Cruz Roja y listo. A disfrutar de algunos miles de pesos al año. Si en ese entonces nos daban cerca de 9 mil pesos al año y únicamente debíamos vender 10 reglas de la Cruz Roja a $10.00 cada una, era algo simple. Te autocomprabas las reglas y listo. Perdías cien pesos, pero ganabas nueve mil. Rendidor ¿no?
Tiempo después, alguien se dio cuenta de que esto no cumplía con la enseñanza social que nos querían impartir y se nos sermoneó que no debíamos hacer eso, sino venderlas entre la sociedad para concienciar a los compradores de la importancia de tan venerable institución. A todos nos valió madre y decidimos seguir con lo nuestro. Tal vez una o dos personas con mucho cabello en la frente hayan tratado de vender las 10 reglas, pero concluyentemente no fue la mayoría.
Después de esto, decidieron cambiar la forma de recolectar dinero para la cruz roja. Nos dieron un botecito, de dimensiones pequeñas, pero de volumen considerable (se nota que alguien puso atención a sus clases de cálculo diferencial) y nos dieron la instrucción de llenarlo hasta donde sea posible, pidiendo a las personas una amable y generosa cooperación. No obstante, de igual manera, el botecito fue llenado cambiando algunos billetes en monedas de baja denominación y con ayuda de uno o dos vecinos y el bote parecía estar suficientemente lleno. Algunas personas, sin embargo, concientes de la gran cantidad de cabello en sus frentes, fueron al centro a realizar lo que ellos llamaron “botear”. Simplemente iban a las plazas más importantes de la ciudad para pedir que los transeúntes que simpatizaran con la cruz roja depositaran algunas monedas. Batallaron horrores, pero al final terminaron satisfactoriamente la tarea encomendada.
En los siguientes semestres, prefirieron que el servicio que teníamos que realizar fuera un servicio social comunitario y no un servicio que remunerara dinero, así que pasamos de recolectar dinero para la cruz roja a dar asesorías los sábados a algunos retrasados alumnos de preparatorias.
Esto ciertamente era nuevo. Dar asesorías a un montón de adolescentes que tienen la peculiar habilidad de ser más tarados que el resto de su salón. Era descorazonador ver que ya estaban a un paso del nivel superior y no sabían ni siquiera las reglas básicas del álgebra. Maldita sea, no pido que sepan encontrar los eigenvalores de una matriz hermitiana compleja o que encuentren la transformada de Fourier de una función discreta. Demonios, ni siquiera pido que sepan integrar, pero estos sujetos no podían siquiera factorizar una función cuadrática. Otros compañeros que también impartían asesorías también sufrían con sus apáticos alumnos. No podían ni siquiera usar la calculadora adecuadamente. Me pregunto si alguna vez fui así. Obviamente fui un adolescente con las hormonas brotando por los poros y demás, pero ciertamente creo que un universitario no me hubiera pendejeado como yo lo estoy haciendo ahora con esos patéticos remedos de estudiantes de CBTIS.
El siguiente año también me tocó dar asesorías en el mismo lugar. Pasó exactamente lo mismo, pero en menor cantidad, ya que afortunadamente para mí, casi nunca tuve alumnos. Pero para los que los tuvieron fue una verdadera agonía.
Los alumnos estaban tan mal que ni siquiera sabían qué coño era una pulgada. La capacidad de retención de fórmulas de movimiento rectilíneo uniforme en una dimensión al parecer era demasiado y las olvidaban cada clase. Yo digo que lo único a lo que iban era a ver el llamativo escote de su asesora. Yo lo hubiera hecho.
Capítulo 6. Que trata de los compañeros.
Why even in my dreams, everybody comes to an idiot?
No conozco a la mitad de ellos, ni la mitad de lo que yo querría, y lo que yo querría es menos de la mitad, de lo que la mitad de ellos merece.
Será ciertamente complejo hablar de todos los compañeros que tuve. Son muchos, y la gran mayoría de ellos no hizo nada memorable por mí o contra mí. Por tal razón, únicamente pondré a los que, a mi gusto, merecen un lugar aquí. Todos los demás, son demasiado X. Pero no te sientas mal por ellos, querido y teórico lector. Estoy seguro de que ellos entenderán que no aparecer en mi blog no es el fin del mundo – aunque no lo crean de verdad – y visualizarán esta experiencia desagradable en un aprendizaje.
Antes de comenzar, quiero externar algo muy importante. Este es mi blog. Puedo externar lo que sea de quien yo quiera. Puedo simplemente decir que un goey es un pendejo o que tal tipa es una zorra, por el puro placer de hacerlo. Y eso lo puedo hacer simplemente por que tengo libertad de expresión, aunque no te guste.
Por último quiero decir que voy a hablar únicamente de las personas que estuvieron conmigo en el Tec. No voy a hablar de las personas que estuvieron conmigo en el Cobach, ni tampoco voy a hablar de tí si me conoces por que soy “el primo de un amigo”. No voy a humillarlos mundialmente poniendo su nombre completo o su celular o su dirección. Con su simple nombre o apodo bastará. Si escribo algo de ti que no te gusta, házmelo saber por mail. Tal vez mi nunca antes equivocado juicio lo esté en esta ocasión. No vengas a postear comentarios como “Y tú pinche Teh Dib eres bien gay e impotente”. Digo, tienes todo el derecho de hacerlo y aunque no lo creas, no borraré ningún comentario siempre y cuando cumpla con los reglamentos de blogger. Puedes llegar y decirme pendejo, culero mierda, sangrón, mamón, puto, ojete, gay, maricón, lamebotas, papanatas, hijo de perra, imbécil, zoquete, y sus derivaciones en cualquier idioma, etc. Indudablemente, si mis compañeros no saben quién es el que escribe el blog, pueden averiguarlo fácilmente.
Como sea, ten en cuenta que esta es mi opinión y yo puedo decir lo que sea. Si lastimo tus sentimientos, no me interesa en lo más mínimo. Si me dejas de hablar me va y me viene. Si ya no visitas mi blog o ya no dejas comentarios, no voy a morirme de coraje.
Puedes ahorrarte todo esto si te saltas el capítulo… pero ciertamente no lo recomiendo…
Arqui.- Únicamente puedo decir cosas malas de él. No es muy avispado. No es muy agradable, ni siquiera es muy amable. Por alguna razón, creo que él terminará siendo un necropedozoofílico fetichista. O, si no entiendes estos términos complicados del último semestre de la maestría en psiquiatría, que va a desear fornicar con un cachorro muerto que use tacones.
Chuy.- Pudo haber sido una gran persona. Pero su edad y tomar al Arqui como modelo a seguir no fue una decisión favorable. Es graciosamente iracundo.
Betillo.- Es uno de esos sabelotodos. Es uno de esas personas que siempre están tratando de hacer algo. Si el profesor dice que algo es muy complicado para hacerlo, ahí tienen al betillo llevándolo al día siguiente. Aunque es molesto, ciertamente es una cualidad. Fue interesante trabajar con él y no me molestaría trabajar con él alguna otra vez.
George.- Lo único que puedo decir de él es que tiene una habilidad medianamente aceptable para la programación en alto nivel. Alguna vez podría llegar a ser un lammer famoso. Y eso NO es un cumplido. Pero no me molestaría volver a trabajar con él.
Diana.- Lo único que puedo decir de ella, es que es la persona más impuntual que conozco. Y eso SI es un cumplido.
Josué. Siempre me lo imaginé como una irresponsable persona, pero me llevé una agradable sorpresa al ver que trabaja y que lo hace bien.
Los mamados. Ni siquiera se sus nombres. Son los clásicos goeyes caritas del salón. Si fuera una de esas películas americanas, ellos serían los goyes del equipo de fútbol americano. La mayoría de ellos me caen mal. Y casi estoy seguro de que el sentimiento es mutuo.
Capítulo 7.- Que trata de los concursos de ciencias básicas.
I already go to a school where the kids all think they're cooler than me. I want to go to a school where the kids all think they're smarter than me, too.
Este capítulo está diseñado para erigir un monumento de emblemático y retórico agradecimiento a aquellas personas que de alguna u otra manera me regalaron la oportunidad de participar en un concurso nacional.
Como siempre, por orden alfabético:
Cervantes, Daniel, Franco, Luis, Pako, Rosalba, Roy.
A todos ellos, les agradezco su esfuerzo y su dedicación. Sin embargo, me gustaría realzar a los participantes del primer equipo. El primer equipo de básicas del cual fui parte. El que considero el mejor y más calificado equipo, aunque los resultados no hayan sido tan favorables. Les dedico un reconocimiento:
A Daniel, simplemente la persona más inteligente que conozca.
Al Ing. Franco, cuya habilidad matemática es superior, y que en estos momentos se encuentra realizando una maestría. Y una maestría para hombres, no niñerías.
A Pako, que espero pronto se decida por una sola carrera y la aproveche, puesto que tiene lo necesario, aunque sea fresa.
A la Ingeniera Rosalba, que es la única persona de la que puedo hablar puras cosas buenas.
Y claro como no, a los participantes del concurso en lo correspondiente a las ciencias económico administrativas.
Carlos, Gaby, Matamoros, Prissila.
Recuerdo con gusto y aunque me duela admitirlo, con una sonrisa en el rostro, aquél regreso de la ciudad de Matamoros, en la que animadamente, con sus voces de tenor y de soprano, Daniel y el Lic. Carlos, respectivamente, cantaban afinadamente “La Santa Catarina”.
Y también un agradecimiento a todos los profesores que hicieron posible esto: Al profesor Noé, al Profesor Blanco, al profesor Blázquez, a la Maestra Griselda, Al Ing. José Luis, al ing. Ponce (A.K.A El Muerto) y al profesor David.
Y un agradecimiento muy especial, a la Maestra Rebeca. Ella fue la culpable de todo. Ella nos juntó, nos animó a participar y siempre que pudo nos proveyó de todo lo que necesitáramos. Ojalá que los próximos concursantes tengan la suerte de tenerla como Asesora.
Aquí termina este post. He escrito suficiente. He tratado de resumir en 16 hojas de Word toda una carrera de Ingeniería. No lo logré.
Pero he dejado al menos un testimonio de lo que fue. El resto lo dejo a su imaginación.
Espero que si fuiste uno de mis compañeros de generación, recuerdes alguna de esas actividades y tengas una sonrisa mientras lo haces.
Si eres un estudiante de mecatrónica, espero que te hayas identificado con alguna de las anécdotas que menciono y que te sirvan para saber que esperar.
Si me conoces, espero que este post te sirva para ver como he cambiado desde que me conociste.
Si no me conoces y si no eres mecatrónico, espero que este post al menos te haya servido para distraerte por algunos minutos, espero que te haya servido para imaginar las situaciones desde otra perspectiva y que te hayas reído con nuestras desventuras.
En un post pasado, escribí: Plus ça change, plus c’est la même chose : Mientras más cambian las cosas, más siguen igual.
Y las cosas, ciertamente siguen igual.
Adieú
P.S. Me gustaría realizar otro homenaje Post Mortem a mi abuelita, puesto que el último regalo que me hizo, como previendo el fatal desenlace fue una figurita de porcelana, de un gracioso monito ataviado con una toga y un birrete, recibiendo un diploma de graduación.
6 Personas con IQ alto han comentado:
"Finalmente" muy buen post, hiciste´s que recordara demasiados momentos, buenos o malos y en ocasiones, sólo "momentos"... Agradecido por haber podido tantos compartir ratos y aventuras a lo largo de la carrera.
Espero poder seguir en contacto ahora que inicia algo nuevo, o símplemente diferente. No dejes de escibir y coninúa con tu "chabacana e imperiosa alegría". Muito Obrigado e um placer, Pando.
pues bien teh dib
felicidades por el fin de 9 semestres agridulces de su vida, y bienvenido a esa nueva etapa de pocas vacaciones jefes incultos que tienen el dinero o los conocidos, trabajo castrante compañeros de trabajo iguales y un largo etc etc.
y suerte!!! por que los finales no son mas que otro principio.
k pueo decirs.. no estudie macatronica, y tampoco te conozco.. jajja algunas cosishas me hicieron reir, al menos valio la pena venir a trabajar hoy 26 y es un gustazo leerte.
sha, demasiadas atenciones., me largo porq tu post me kito tiempo laborarl importante jejeje
ayos
Muchas felicidades!!!!!! Y un reconocimiento muy grande a tu esfuerzo en la etapa que acabas de finalizar.
Oye y no seas tan exigente con eso de la amistad, lamentablemente todos los humanos fallamos...
Pero bueno... la verdad te ofrezco nuevamente mis más sinceras felicitaciones por la culminación de tu carrera. Felicitaciones INGENIERO!!!
feliz añito nuevoooooo dib!
Nomas pase aki de ñoña, a dejar mis saludines, y un fuerteeeeeee abrazoooote que te aplaste y te saque todo el aire!!.. no, mejor no!
jajaja ayosito. 2008 lleno de exitos!
BSO
En lo particular este post me encanto, mas por la forma en que se mecnciona el idiota del Arquimedes, y si en fue agradable estar en Mecatronica con toda la bola de goeyes que ya conocemos, que aunque no nos llevamos bien algunos, en lo general fue un excelente grupo y una excelente experiencia, ya que ahi vivi situaciones chuascas y divertidas, ademas de q conoci a mis mejores amigos, y si estoy contento porq ya terminamos una etapa de nuestra vida, y comienza otra en el mundo laboral, ahora si viene la triste realidad. En fin solo te pido que no dejes de escribir acerca del Arqui, que ha sido nuestro mayor ejemplo de una persona pendeja y antipatica, sin la excepcion de Chuy, y gracias por los comentarios acertaqdos en gran parte hacia mi persona.
JJHV
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