jueves, diciembre 16, 2010

Centésimo trigésimo noveno - Vámonos de vacaciones -

Post moderadamente pequeño:

Hacía mucho tiempo que no posteaba, querido y teórico lector, y no es porque cambié mi respetado-pero-apenas-conocido-por-cuatro-personas blog por twitter; sino porque en la escuela me traen a pan y verga, y como muchos saben, el pan se acabó el mes pasado.

Y es que me la he pasado trabajando para hacer que un robotito haga lo siguiente:

Putísima y se casó de blanco. Leer que he gastado un mes para que un robot se mueva de esa manera, no hace otra cosa que comprobar el post que escribí acerca de lo ingrata que es la maestría.

Afortunadamente, ya casi salgo de vacaciones. Y como todos suponen, regresaré a la ciudad de San Luis Potosí a pasar las festividades. Y eso me emociona casi tanto como ver crecer el pasto y sólo un poco menos que ver secar pintura de la pared.
Y es que el regresar a mi casa significa, no sólo quedarme sin Internet, sin desafíos intelectuales, sin televisión por cable y sin tortas de tamal. También significa que tendré que soportar las risas de mis sobrinos, los sonoros regaños de mi hermano y mi cuñada a sus hijos, las constantes preguntas de mis padres y un frío de su puta madre.

Y como si toda esa tortura no fuera suficiente, mi cuñada está embarazada nuevamente, porque al parecer mi hermano y ella no saben hacer otra cosa bien además de fornicar sin ningún tipo de protección. Supongo que esperan que Dios los proteja. Todo esto bajo la creencia de que es el hijo de mi hermano.

Ya casi puedo sentir mi congelado trasero en San Luis Potosí. La maravillosa ciudad que alguna vez fue capital del país. Ya casi me siento rodeado de mis sobrinos que merodean curiosos por mi habitación (ahora la suya, por cierto). Porque como también ya mencioné en un post pasado, desde que nació mi sobrino, yo me quedé sin casa. No importa lo que digan mis padres, esa ya no es mi casa. Ahora es un refugio para niños y fornicadores no más listos que simios en celo.

Lo que no sé es qué voy a hacer en mi tiempo libre. Tal vez salga un par de veces a alguna parte, jugaré Play Station 2 hasta que me vuelvan a salir ampollas en las manos y leeré varios artículos que me llevaré. Pero en el tiempo libre que tendré, sin cable y sin Internet estaré vegetando. Y no vegetando de manera cool como un plátano. Más bien vegetaré patéticamente como una manzana.
Además de todo, es la cena de Navidad y de Año Nuevo. Tener que soportar la tradición que tiene mi madre de "Arrullar al Niño Dios" y hacer brindis y agradecer por las cosas que el año nos dejó, entre otras más es algo que me da una hueva colosal.


Por cierto, hoy fui a Chili's a comer y probé una "Margarita de sabor". Me gustó bastante. ¿Creen que suena demasiado gay si digo: "¿Vamos por unas margaritas?"?