jueves, abril 14, 2011

Centésimo cuadragésimo tercero - Calcetines -

Querido y teórico lector no sé si puedes tú enumerar las cosas que más te parecen una bendición cuando vives sólo (o bueno, cuando aunque vivas con alguien más ya no dependes de nadie), pero puedo asegurarte que lo primero que te viene a la mente es la bendición de "libertad e independencia" que tienes. Luego, la bendición de la TV por cable, el Internet de alta velocidad y sobre todo la bendición de no responder a nadie sobre a quién llevas a tu casa y para qué (guiño, guiño).

Sin embargo, querido y teórico lector, puedo asegurarte con toda la experiencia de la que soy capaz, que la bendición más grande que puedes tener cuando vives por tu cuenta (ya sea compartiendo departamento - como yo - o viviendo sólo) es ROPA LIMPIA.

La ropa limpia es una de esas constantes imprescindibles en tu vida y, que sin embargo, no aprecias hasta que estás a finales de mes, sin dinero, sin lavadora y sin ropa interior limpia. Digo, cualquiera puede lavar su ropa interior a mano, no causa mucho problema, pero cuando la ropa interior también se convierte en playeras, pantalones, camisas, entre otras prendas más, ya cambia la cosa. Y más si eres de talla grande como tu servidor.

Así que querido y teórico lector después de la misma tortura todas las semanas decides que es mejor ahorrar y llevar todo a la lavandería. Durante varios meses todo funciona de manera satisfactoria: llevas tu ropa (sí, incluída la interior), te dan tu notita y dos días después llegas y pagas con una sonrisa, puesto que sabes que cuando llegues a tu departamento y abras la bolsa de plástico chafa que usan, sentirás el aroma fresco y suavecito de la bendición más grande: la ropa limpia. Inclusive hasta de pronto dejas una propinita de $5.00 ahí no'más para que la encargada le de un toquecito extra de suavizante a tus pantalones.

Todo funciona excelente. Hasta el día fatídico. El día en el que llegas a la lavandería, te dan tu ropa, llegas a tu casa y te das cuenta de que ¡Todos tus calcetines están desaparecidos! Ni un maldito calcetín regresó contigo a tu departamento. Bajas desde tu quinto piso tan rápidamente que parece que tienes un palo atravesado en el culo y mientras más te tardes más te entra. Todo mamado (o sea cansado, no fornido) llegas a la lavandería para darte cuenta de que ya cerró. ¡Putísima y se casó de blanco!

Al otro día, usando el último par de calcetines limpios que tienes (y que por cierto, no llevaste a la lavandería porque tienen un hoyo) vas y preguntas a la señora ¿Qué pedo con mis calcetines? Ella extrañada dice que ¡no puede ser! ¡No lo puedo creer! Y tres minutos más de frases de incredulidad mezcladas con ¡María Santísima! y ¡Dios Mío! Al final te dice que es posible que tus calcetines se hayan mezclado con la ropa de alguien más mientras la doblaba y que preguntará a las personas que fueron el mismo día a recoger ropa a ver si no se les fueron de casualidad un chingo de calcetines.

Eso pasó hace dos semanas. Hoy todavía no recupero mis calcetines. Tuve que comprar unos de esos calcetines chafas de $20.00 (que por cierto, ya tienen hoyos) y lavarlos más o menos seguido... lo peor es que ahora cada que vaya a la lavandería iré con la desconfianza... esta vez fueron calcetines, la próxima podría ser mi playera de los 49's o peor aun: Mis calzoncillos del Demonio de Tazmania.

Seguiré informando.