domingo, agosto 18, 2013

Centésimo sexagésimo segundo - ¿Dónde estoy? -

Favor de poner esta canción mientras lees el post:

The Place I'll Return to Someday by Final Fantasy 9  on Grooveshark

Hacía mucho tiempo que no posteaba.
Hacía mucho tiempo que no sentía esa necesidad imperiosa de escribir. Me da gusto tener algo para escribir aquí finalmente, aunque sea un post pequeño y lleno de frases vagas.

Desde hace casi dos meses tengo un empleo nuevo. Un empleo interesante en el que estoy aprendiendo muchas cosas y en el que si todo sale bien, podré avanzar bastante. Un empleo en el que me siento a gusto. Un empleo que tiene muchas cosas que no cualquier ingeniero podría desarrollar y otras muchas que en ocasiones me hace sentir más como una secretaria que como un ingeniero.

Pero no me encuentro en donde yo quería. A esta edad yo debería estar terminando mi doctorado. Mi empleo actual tiene muchas cosas buenas, y no gano mal. Y sin duda podría verme trabajando ahí por mucho mucho tiempo. Pero no es un doctorado. No es esa oportunidad de llevar el conocimiento un pasito más allá. No es ese reto incansable y maravilloso de ser el mejor del mundo en tu tema. Y sobre todo, nada de lo que pueda llegar a hacer en la compañía podrá ser compartido con el mundo, permitiendo que nueva tecnología se base en el trabajo que hice.

Estoy en una posición bastante incómoda. Yo quiero mi doctorado. Pero las tantas situaciones por las que ha pasado mi familia me han impedido siquiera comenzar con ese proyecto. Llegará un momento en el que tendré que elegir entre perder lo que pueda conseguir en la compañía para dirigirme al siempre inseguro destino de un doctorado o dejar a un lado el sueño de mi vida para mantenerme con cierta seguridad laboral, financiera. Cuando llegue el momento de elegir, espero que las situaciones en mi casa hayan mejorado de alguna manera. Porque de lo contrario, la posibilidad de un doctorado es más remota.

De la misma forma, me encuentro en un punto nuevo para mí en lo que se refiere a la parte personal. Siempre pensé que a esta edad estaría en una relación estable y saludable que algún día no particularmente lejano desembocara en matrimonio. Pero no estoy ni cerca de eso.

No estoy sufriendo una crisis de la mediana edad o de los treinta años. La edad no me resulta tan importante como el hecho de saber que pronto tendré que enfrentarme a situaciones que definirán el resto de mi vida. La mayoría de las personas se enfrentan a situaciones en las que no saben el resultado. Y al ser mayores se ven al pasado sin más remordimientos que las cosas que no hicieron, conocedores del camino que tomaron. Yo sé perfectamente qué dejo, que dejé o qué dejaré. Si algún día veo al pasado tendré el remordimiento no solo de no haber tomado la otra decisión, sino de saber que mi mejor cálculo y mi racionamiento fallaron cuando más lo necesitaba.

No tengo miedo a lo que vendrá. Pero no quiero terminar mi vida sabiendo que me decidí por la mediocridad.