domingo, diciembre 23, 2007

Sexagésimo noveno - Finalmente

Saludos querido y teórico lector. Hoy te saludo en una muy especial ocasión que en copiosa jauja me baña. En exaltados gritos de felicidad y en honor a mi pigricia juro que los altos cielos que de mi divinidad divinamente con las estrellas me fortifica y me hacen merecedor del merecimiento que merece mi grandeza.

Y todas estas palabras que con manguindonería leíste son causadas por el mayor acontecimiento en mi vida desde mi alumbramiento. He terminado satisfactoriamente todas y cada una de las materias del plan de estudios que de mi carrera se exige. Falta la residencia, pero esa, más que una materia, es trabajo. Pero el punto aquí, es que después de 9 semestres, muchas desveladas, aventuras y discusiones con compañeros que presumen sus coeficientes intelectuales tan altos como la temperatura promedio de Rumania (en grados centígrados) he finalizado la carrera de la nunca bien ponderada Ingeniería Mecatrónica, en el tres veces H. Instituto Tecnológico de San Luis Potosí.

Se acabaron los profesores inútiles, cada uno más castroso que el anterior. Claro, con sus respectivas excepciones, ya que algunos no eran más castrosos que el anterior. Se acabaron las tareas efímeras y lánguidas; las tareas inocuas y sin sentido. Se acabaron los proyectos de investigación y los circuitos eléctricos de dimensiones dinosáuricas. Se acabó el frustrarte con los profesores porque no valen madre y, al final, te ponen menos calificación de la que merecías. Finalizó el periodo en el que tienes que ser sodomizado por el goey de laboratorio para que te deje hacer las prácticas necesarias, las cuales, mayoritariamente eran basura. Se acabó el soportar a la gran mayoría de los compañeros del salón, con sus imaginativos ataques sobre los defectos de todos. Otra época de mi vida ha concluido y eso ciertamente me hace feliz.

Miro al pasado y veo con orgullo, todas las cosas que tuve que hacer para pasar estas materias desde el primer semestre.
In illo témpore una maestra ciertamente conocedora de la psicología del ITSLP, nos dijo con proverbial certidumbre que conforme el paso del tiempo el mismo sistema nos “malearía”. Al principio todos llevábamos nuestras tareas y nuestros proyectos. Atendíamos con celeridad religiosa cada clase y con fatuas glosas nos jactábamos de ser la primera generación de la nueva carrera.
Para los últimos semestres, nos convertimos en insensibles bolas de carne que asistían a clases solo porque era una obligación. Las tareas eran más un trámite para ver quién copiaba con mejor calidad sin hacer notar que era una copia exacta de cualquier otro trabajo. Los proyectos eran dejados hasta el último de los días, poniendo a prueba la constante resistencia a las desveladas y que es posible sobrevivir sin Red Bull. Únicamente café, y en mi caso, las aspirinas que sean necesarias. Las prácticas eran cada vez más un lastre y menos una enseñanza. Cada que entrábamos a un laboratorio, intransigentemente se cambiaba el ambiente y sentíamos como si entráramos a una leprosería.
En efecto, Doña Regu tenía razón.

En este post, hablaré de todo. Mis compañer@s, mis profesores, mis experiencias y aventuas.

Por eso querido y teórico lector, hoy vengo a presentarte, el que tal vez sea el post más largo que haya escrito. Vengo a presentarte el que puede ser un capítulo de importancia preponderante en el libro de mi vida. Te voy a relatar, con chabacana alegría e imperiosa necesidad:


Memorias de un universitario
¿A poco no estaría con todo que tuviera ojos azules, con mucha agua?



Someone: Ready to leave?
Teh Dib: I was ready to go before we got here.

Según me dicen, corría el mes de julio del año 2003. Hacía frío. Estaba nevando… en tierra del fuego, ya que aquí en San Luis Potosí estábamos en el apogeo del verano. Eran las 07:00 hrs. De un lunes. Mi primer día como universitario. Recuerdo vagamente que el primer profesor fue el Lic. Ninche… Ninche profe. A media clase, aburrido por el sermoneo y las teorías paranoicas en las que Bill Gates está inexorablemente conquistando el universo, decido arrancar una hoja de papel y hacerla bolita, con toda la decisión de arrojarla al bote de basura en el primer instante en el que el profesor no me esté viendo.
El profesor voltea y sigue con su parloteo. Marco el movimiento para arrojar la bolita de papel desde mi lugar (la primera fila) y justamente cuando suelto la condenada bola de papel, el profesor voltea. La bolita cae suavemente dentro del bote, siguiendo una trayectoria marcadamente parabólica y limpiamente llega al fondo.

El profesor, al ver la acción tan atrevida y la gran habilidad con la que arrojé el papel desde un metro de distancia me dice:

Ninche Profe: - Se me va…

No mamar. Llevaba poco menos de media hora en la universidad y ya me iban a expulsar o a reportar o a castrar sin anestesia…

Ninche Profe: - … A inscribir a la selección de básquetbol.

Fiu.
Ninche Profe… seguramente me subió el azúcar hasta hacerme prácticamente diabético.
Desde ese día, ciertamente aprendí a no arrojar bolitas de papel al cesto de la basura de una manera tan llamativa. Tengo muy grabada esa escena. Ha de haber sido muy divertida para todo aquel que la estuviera viendo y que tuviera un poco de sentido común, qué, irónicamente, es el menos común de los sentidos.


Capítulo 1. Que trata de los incidentes en la escuela

You're blind, deaf, and can barely walk. Yet, you've had affairs with three royals! How do you do it?


Recuerdo también que a mitad, o tal vez, al final del primer semestre, teníamos que exponer en clase de química. No recuerdo el tema. El Arqui, que insistentemente había molestado con que él expondría un tema específico, decidió llegar un día y decir que había investigado uno que le tocó al Carlito.
El Carlito, obviamente enojado, puesto que ya había desperdiciado más de un día en investigación, decidió encararlo y decirle que al momento de repartir los temas, Arqui había elegido cierto tema y que el otro era de Carlito. Con su amabilidad y buen gusto característicos, dijo:

Carlito: - No chingues Arqui. Ya habíamos quedado. Tu ibas a hacer lo de XXXX… y yo iba a hacer la otra pendejada, y ahorita dices que ya la hicistes… no jodas. Yo ya comencé a investigar. Son un chingo de madres.

El Arqui, con su superior coeficiente intelectual – nótese el sarcasmo – contesta con un ingenio casi divino:

Arqui: - Nel, Nel. Yo no se.

La conversación se prolongó durante unos 10 minutos más, y el Carlito, en un impulso tan bestial que bien pudo haber logrado romper sus medias, se levanta intempestivamente de su lugar y empuja al Arqui.
El Arqui, al notar la hirviente furia del chino agresor, parece no quedarle de otra que menguar su decisión y respetar lo que había dicho días antes.

Arqui: - Nel.


Carlito aprovechando su mayor musculatura (es difícil de creer, pero ciertamente el Arqui está más enclenque que el Carlito), vuelve a empujar al obtuso individuo, ahora con más fuerza. Al parecer, el Arqui acaba de notar que el Carlito va en serio. De hecho, la paciencia del Carlito se había esfumado en el último minuto. Ya no le importaba si el Arqui aceptaba o no su error. Él simplemente estaba decidido a partirle su madre por tres razones, cada una de mayor peso que la anterior…

1.- Porque el Arqui lo merecía
2.- Porque el Arqui ciertamente lo merecía.
3.- Porque en efecto, ciertamente lo merecía.

Cuando las cosas simplemente ya estaban en su punto y el Carlito estaba a punto de patear el trasero del Arqui, este comenzó a aceptar – más a huevo que de ganas, debo agregar – su error y principió a suplicar lastimeramente – pero siempre guardando la compostura – que en efecto se equivocó y que mejor buscaran una solución pacífica a sus problemas.
El Carlito estaba tan molesto que si alguien hubiera metido un trozo de carbón en su trasero, después de unos 10 minutos hubiera sacado un diamante.
Estaba a punto de comenzar la pelea y entonces, llega el Chuy y sujeta poderosamente al Carlito. La pelea se había cebado… el Chuy no podría permitir que le partieran la madre al que sería su novio algunos años después.
Pasaron algunos minutos y el Carlito comenzó a reaccionar. Ciertamente le hubiera partido su madre al Arqui. Pero ahora solo quería dejar eso atrás… y palpablemente, atrás tiene mucho lugar para ponerlo.


Recuerdo también una escena muy divertida. Estábamos en clase de álgebra lineal, resolviendo unas matrices o unos determinantes… no me acuerdo. Había un sujeto, “el donitas” no se que demonios hacía en ingeniería. Él era una de esas personas que tenían todo el maldito perfil para estudiar leyes o algo similar. El caso es que al estar en la clase, sucedió algo más o menos así:

Profesor De la Rosa: - Entonces, por las leyes de los determinantes tenemos: 5+4+7 – 2+0-4.
Donitas: - profesor, ahí donde puso más cero…
De la Rosa: - Si, ¿Qué tiene, sumé mal?
Donitas: - Es que ahí donde puso más cero… es, menos cero.

¡¡¡No mamar!!!
En serio, ¡¡¡no mamar!!!
Digo, no necesitas ser Stephen Hawking para saber que no importa si sumas o restas un cero de cualquier cantidad… qué pedo…


Prosiguiendo con el bestiario… llegamos con un sujeto del cual no recuerdo su nombre. Pero su apodo claro que lo recuerdo… “El Gata”. ¿Cómo olvidar aquella épica exposición que hizo de los Poka Yokes?
Para el querido y teórico lector que no tenga ni puta idea de qué es un Poka Yoke, le explicaré, que no es un robot japonés, ni una revista porno taiwanesa; a grandes rasgos, es algo que hace imposible que alguien lo use de manera incorrecta. Por ejemplo, el Puerto USB es un Poka Yoke, ya que solamente hay una manera de conectar algo a este puerto. No se puede conectar al revés. Eso, a grandes rasgos, es un Poka Yoke. Y como sabemos, a los japoneses les encanta hacer sistemas de calidad basados en conceptos obvios.

Pero regresemos al Gata.
Este sujeto, tiene la peculiaridad de tener un acento marcadamente rural. Y aunque no dudo ni por un instante que sus habilidades técnicas son excepcionales, sus habilidades de comunicación eran menos que deficientes. Y el que su acento sea tan marcadamente “No urbano” lo hacía un mejor blanco para las bromas. Imaginen uno de esos cómicos que salen en la TV fingiendo un acento de una persona de origen humilde. ¿Lo tienen? Pues bien, así habla el Gata.
En cierta ocasión, tuvo que preparar una presentación en la que expusiera los Poka Yokes y su importancia en la industria. Hasta este momento nada suena fuera de lo normal, sin embargo, al tener ese marcado acento, las palabras “Poka Yokes” sonaban como si dijera “Poka Yokis”. Tal vez, querido y teórico lector, no te parezca en absoluto gracioso, pero puedo asegurarte que todos los que tuvimos la fortuna de estar presentes, soltamos la más sonora carcajada que el aula en la que estuvimos tuviera la desgracia de contener.
Después fue cuestionado con algo que no recuerdo. El tipo contestó con una celeridad tan impactante:

El Gata: - “Si la herramienta se jode…”
Profesora: - Hable con propiedad
El Gata: - “… Bueno, si la herramienta se amuela…”

No mamar, en serio. La risotada que todos soltamos pudo haber opacado al jolgorio más animado que cualquier licenciado pudo haber armado. Ese era un tipo que sabía como se habla en cualquier situación.

Otro momento que recuerdo felizmente, es aquella ocasión en la que fuimos al Congreso Nacional de Mecatrónica. Decenas de mecatrónicos ebrios pululando por las calles de la ciudad de Querétaro. Vomitando soezmente en cada rincón del hotel, cada mecatrónico que se preciara de ser de los primeros semestres dejó su huella personal. Gritando hasta altas horas de la madrugada en el hotelucho en el que nos quedamos. Obligando al casero a brutal e inmisericordemente cortar la energía eléctrica de la posada para mantenernos callados.
Recuerdo como hipócritamente los profesores nos instaban a permanecer atentos a las conferencias y al voltear, después de unos minutos observabas como los profesores estaban tranquilamente dormidos, recargados uno con el otro, para evitar perder la compostura.
Es gracioso – aunque penoso también – recordar como el que presentó a nuestra delegación tenía un uso del español tan malo como mi rumano. Con palabras como “Hicistes” “Salistes” “Entendistes” “Fabricastes”, etc, haciéndole saber a todo el auditorio que éramos, orgullosamente por cierto, del ITSLP.

Las “escrupulosas” escapadas a “Ver pelos” de algunos de los alumnos y uno o dos profesores. La película porno proyectada en el autobús cuándo nadie veía, las bromas con contenido predominantemente sexual y algunos otros episodios más completan la odisea del congreso nacional de mecatrónica.

Con añoranza recuerdo los días en los que nuestra máxima preocupación era burlarnos del Arqui, aprovechando nuestros conocimientos de cálculo, nos poníamos a diseñar posibles trayectorias de vuelo para “El niño mosco”. O mostrábamos nuestras habilidades de dibujo, haciendo las tres vistas de la cabeza del Arqui, poniendo especial énfasis en la forma y tamaño de su colosal protuberancia, que hace las veces de nariz.
O de la misma manera, calculando el área bajo la curva que forma el estómago de un cerdo que afirmábamos era Hasmalim, A.K.A. Sex Machine.
Esos días en los que nos burlábamos de “El Guayabo” por su curiosa forma de hablar y su famosa “Simulación con las manos” de un movimiento giratorio.
Los diálogos para aceptar o rechazar un buril que fabricábamos eran más o menos así:

Mecatrónico genérico – ¿Profe, así está bien?
Guayabo: - … Veamos… tiene la forma, tiene el tamaño, se ve bien… pero no.

Recuerdo como si hubiera sido ayer la “esfera” que Hugo le llevó al guayabo tratando de realizar el buril que debería tener una cara redonda y dos filos planos. La cara que puso el profesor al ver el corte perfectamente esférico valió ese semestre. Me parece que fue en el mismo semestre cuando el Pickles apostó la cabellera contra Hasmalim a que ganaba el América un partido de fútbol contra el Guadalajara. En ese partido, ganó el América y Hasmalim pagó caballerosamente la apuesta. Lo que él no sabía es que no sería tan simple. El corte de cabello “a rape” fue en la escuela, en medio de un salón, en el que el ganador y algunos otros bañados comenzaron a utilizar una máquina peluquera y cortaron inmisericordemente, jugando con diferentes estilos. Pero ciertamente, el corte al estilo fraile que le hicieron fue la ley. Con cabello en la nuca y un poco en la frente, mientras que en la parte superior del cráneo se notaba una parte completamente depilada el pobre individuo se convirtió rápidamente en el blanco de las bromas más pesadas, no solo de mecatrónica, sino también de todos aquellos que lo vieron correr al baño a terminar el corte que ojetemente le dejaron sus “amigos”.

En quinto semestre, otra vez el Arqui, mostrando porque es tan fácil burlarse de él, pasa a exponer. Era la clase de Desarrollo Sustentable. El Arqui estaba exponiendo alguna patraña, pero llevaba varios minutos diciendo cada tontería y los últimos segundos había estado balbuceando sin sentido.
La maestra, al ver el deplorable estado del sujeto le sugiere amablemente qué mejore su forma de hablar, puesto que no se entiende nada:

Maestra: - Arquímedes… ¿Puede abrir más la boca?

El Arqui, en un notorio trance de desconcierto contesta con dificultad:

Arqui – Claro.

Sin saber la razón, pero tratando de parecer educado, abre los labios y muestra groseramente la garganta. El perdedor no pudo entender que la maestra se refería a que sería bueno abrir la boca un poco más para que el sonido saliera fluidamente y no en forma de agonizantes sollozos como los que suele parlotear el Arqui.


En ese mismo semestre fuimos a un viaje de estudios a la repudiada por muchos, querida por pocos, “Minera San Xavier”. Para el querido y teórico lector ajeno al estado de San Luis Potosí, le comentaré que esta minera ha sido fuertemente criticada por querer utilizar técnicas mineras basadas en explosivos. Además, de ser una mina a cielo abierto, que según muchos, es de las más destructivas del ecosistema… pero bueno, pasemos a lo importante…

Cuando fuimos se nos dio una plática llevada adecuadamente por una de las personas encargadas del proyecto. Claramente se notaba que les interesa mucho convencer a los universitarios de que el proyecto es bueno. Como sea, hasta gorditas nos dieron. Pero lo mejor llegó cuando nos llevaron a donde se encuentran los tractores y las excavadoras. Como si tuviéramos cinco años, subíamos irresponsablemente sobre los monstruosos vehículos, sorprendidos infantilmente por las dimensiones de los mencionados. En esta ocasión, el tamaño si importó. Subíamos por las palas mecánicas y trepábamos difícilmente por las gigantescas llantas para llegar hasta la cima de la grúa y ver con alegría irrisoria que éramos los reyes del mundo, en una escena patética.
En momentos como éstos, se demuestra lo que alguna vez Dio me dijo, cuando estábamos en el Cobach:

- Los niños de la universidad siguen aventando papelitos.


Pero al final, todo valió la pena. Cuando contra todas las leyes de la naturaleza, y venciendo a la inercia, a la gravedad y los cables, pude controlar motores utilizando un PSP. Fue algo tan hermoso. Para un gamer como yo, el controlar un dispositivo desde un PSP, valió los 9 semestres.


Capítulo 2. Que trata de las aventuras con los que bien pudieron ser mis amigos.

"I have no friends. I walk alone."

Solíamos ser ocho. Como diablos se hizo ese grupo, que desde ahora y con toda la alevosía del mundo llamaré “Equipo Teh Dib”, lo desconozco. Simplemente sucedió. Imagino que fue por asociación. Al diablo, no me interesa.
El punto es que éramos ocho. A veces, éramos dos equipos de cuatro. Pero seguíamos siendo ocho.
Comenzamos estudiando para algún examen. O juntándonos para realizar algunos de los colosales proyectos que nos encargaba el Angelino. La mayoría de las veces, nos juntábamos en mi casa, normalmente tirábamos barra y luego, trabajábamos un poco y luego volvíamos a tirar barra. Todo eso, siempre soportando los constantes comentarios castrosos de mi padre, que con naturalidad familiar ofendía a algunos, bromeaba con otros y a veces, ni siquiera estaba.
Había días memorables en los que nos quedábamos haciendo alguna actividad hasta las 04:00 hrs. Todos despiertos, algunos tirando barra, algunos otros, trabajando… pero el que con puntualidad suiza siempre perdía al caer dormido llegando las 23:00 era el Marcel. Alguna vez, Jeny hizo el favor de pintarle en la poca frente que tiene la palabra OWNED con lápiz labial.
Eran ciertamente complicados esos días. Los únicos con automóvil eran Pando, Jeny y las ruidosas motos de Carlito y Gañán. El Cabra también tenía un automóvil, pero siempre se iba llegando las 22:00. Era como si el Jetta se transformara en calabaza a las 22:30 y por eso tuviera que irse temprano todos los días. Felizmente, Gañán cambió su scooter motorizado por un Pointer hecho con legos y el quedarnos hasta muy tarde en la casa de alguien dejó de ser tan problemático. Siempre con actitud amable, cualquiera de los personajes mencionados amablemente se proponía para dar un aventón a cualquier otro. Era un grupo interesante. Cualquiera de nosotros podía tirarle carro al otro y nunca pasaba nada. Digo, no es como si una le hubiera aventado una cucaracha de plástico a otro. Cada uno de nosotros tenía una habilidad que lo hacía parte indispensable del equipo. Bueno… casi todos. En realidad, siendo sinceros, el único indispensable era yo, pero así no se sentirán tan mal los demás miembros del equipo.

En los últimos semestres, concientes de nuestra zanganería y sin importarnos mayor cosa que nuestros efímeros momentos de diversión, íbamos frugalmente a la presa a tirar barra. De hecho, creo que ahí hay una o dos de las pocas fotografías que nos tomamos los ocho y un intruso…
Escalábamos dificultosamente las peligrosas piedras de la presa y al alcanzar un punto medianamente alto, simplemente decidíamos regresar a la escuela, para la siguiente clase. Con bastante pero no suficiente precaución bajábamos sonrientes (ajá) por las laderas de la presa y recorríamos el camino de regreso, mayoritariamente maldiciendo al sol por darnos directo en la cara. Eran unos buenos días.

Los días de exámenes, despreocupados, horas antes de la prueba, valiéndonos poco menos de media madre, nos íbamos a ver una película. El lugar era lo de menos. En la casa de uno o del otro, siempre teníamos lo que necesitábamos. Una televisión y un DVD. Las películas eran seleccionadas minutos antes y luego comprábamos con imperiosa necesidad, palomitas, frituras y, en ocasiones, pizza. Una vez, a la par de todo esto, compramos pan y leche. Bromeábamos entre nosotros augurándonos problemas estomacales ruidosos a mitad del examen.

Con el paso del tiempo, el grupo se fue distanciando… ¿Eran a caso las constantes barras y discusiones que lográbamos por cada tarea que realizábamos juntos? Es que el estudiar para las materias más complicadas en grupo nos familiarizó tanto que nos convertimos en uno más sin siquiera saberlo.
Tal vez sea todo lo anterior. Pero el primer punto de ruptura, el que separó al primer miembro de ese octeto y nos convirtió en 7, fue una mujer. La única que pertenecía a los ocho. Y a causa de ello, había intereses chocando. Así, dejamos de ser ocho e intempestiva e inexplicablemente nos convertimos en siete.
No obstante, ella no tiene la culpa. Simplemente las personas se acostumbran las unas a las otras. Eso sucedió. No fue simplemente un flechazo incipiente de un arcángel que tiene un carcaj lleno de flechas envueltas en condones. Esta vez, simplemente, por la belleza tanto interior como exterior de la mencionada, los sentimientos se dieron. Eso pasa, y aunque me duela, pasa muy seguido.

Otra mujer nos quitó a otro de los ocho. Se conocieron, se hablaron, se hicieron novios. El uno choca la camioneta de la otra. La historia de la vida. Esta vez no hubo peleas ni discusiones. Simplemente, era ella o nosotros… una elección ciertamente sencilla.

Antes de finalizar este capítulo, quiero agradecer a los padres de todos los miembros del equipo Teh Dib, que sin importar la hora, siempre nos aguantaron, nos proporcionaban de cenar y todo el café que necesitáramos. Agradezco a la Señora Jeny, al Señor y la Señora Gael, a los tíos del Carlito, al señor y la señora Beto, al señor y la señora Cabra (aunque no puedo recordar ninguna actividad en la casa del Cabra, estoy seguro de que nos hubieran recibido con amabilidad), a los padres del Pando… no me atrevo siquiera a intentar llamarlos de otra manera, y pu’s… al señor y la señora Marcel por prestarnos al Marcel durante toda la carrera.

Finalmente, quiero mencionar a los miembros del equipo Teh Dib. A esas personas que con un poco más de suerte, pudieron llegar a ser mis amigos. Para que no se peleen por saber a quién quiere más Teh Dib, los mencionaré por orden alfabético…

Beto, Cabra, Carlito, Gañán, Jeny, Marcel, Pando.

Terminaré este capítulo diciendo lo mismo que les dije a Dio y a Himura al terminar el Cobach:

- Se que se sienten honrados por haber estado a mi lado, pero quiero que sepan que ha sido un placer compartir el campo de batalla con ustedes.


Capítulo 3. Que trata de los apodos y las formas de castración.


Someone -: Hey Teh Dib, if you die, can I have your boots?
Teh Dib - : Yeah, turn around. I'll give you one right now


Esos eran los semestres que forjaron los lazos existenciales entre todos los del salón. Las universidades tienen la peculiaridad de que conforme avanzan los semestres y los alumnos escogen su horario, los grupos se van dividiendo. Entran nuevas personas, se van algunas, otras más cambian de horario como cambian de calcetines, etc.
Pero, al menos, en las primeras dos generaciones de mecatrónica esto no era así. Al ser un único grupo, nosotros teníamos la desgracia de que nuestros profesores eran asignados, por lo que nunca hubo variedad. El grupo no podía cambiar. Éramos un grupo en el que fuimos creciendo juntos. El conformismo que trae la familiaridad comenzó a atacarnos brutalmente. El grupo, aunque dividido en clanes (los mamados y el Richard, El equipo Teh Dib, los betillos, los hobbits, los Cárdenas, etc, etc.) se unificó y comenzó a evolucionar silenciosamente. Al pasar por tantos semestres juntos era cada vez más común faltarnos al respeto mutuamente y sin ningún comedimiento. Las bromas que comenzaron siendo pequeños chascarrillos mutaron en soeces ataques y vulgares eufemismos de lo que sea que a alguien se le ocurrió que te parecías. Un cerdo, un mosco, un ave, Juan Gabriel, un adicto a las metanfetaminas, un afónico y reservado individuo, un bebé, un gato, una cabra, una chiva, Riddick, etc. De hecho, hay registros de que a un desafortunado individuo le pusieron más de 10 apodos. Cada uno de ellos cruelmente elucubrado, pero debo admitir, la mayoría de ellos muy ingeniosos y en ocasiones, divertidos.

Apodos como “Donitas”, “Gata”, “Mosco”, “Mudo”, “Chango”, “Arqui”, “hobbit”, “bastardo”, “Señora”, “Gañán”, “Chiva”, “Waka”, “Carlito”, “Grosera”, “Meñe”, “Pickles”, “Drugs”, “Peloy”, eran la forma común de dirigirse a muchos de los sujetos que hacían las veces de estudiantes de mecatrónica.
En ocasiones, ni siquiera era necesario poner un apodo. Simplemente, con pequeñas contracciones o modificaciones de su nombre bastaba: “Chuy”, “Cabra”, “Tscel”, “Betillo”, “Arqui”, “beto”, y muchos más ejemplos lo corroboran.

Había un sujeto en especial, que desde las sombras ponía apodos siguiendo un bajo perfil. Memo. Este hijo de canina se encargó de poner apodos a medio salón y prácticamente salir ileso en la guerra de mierda que todos se tiraban. Es, aunque me castre la palabra, lo que se le conoce como “chingaquedito”. Tiraba carro muy seguido, ponía apodos y molestaba profesores, todo en el barullo del salón. Aunque casi siempre invisible, atacaba ferozmente con un comentario que pwneaba a uno, pero hacía vomitar de risa al resto.

Había muchas otras formas de castración. Por ejemplo, si alguien con una seña característica intentaba hablar era seguido por interminables onomatopeyas de lo que sea que se parezca.
Para ejemplificar, tomemos al siempre servicial Arqui:

Cuando el Arqui intentaba hacer algún apunte verbal, o realizar alguna pregunta, el parecido implícito que tiene con un mosquito era explotado por el resto del salón, para que, en cuanto comenzara a hablar, un castroso sonido se hiciera escuchar por todo el salón:

(Léase como zumbido de mosquito)
Pssssssssssssssssssssssssssssss… sssssssssssssssssssssss….ssssssss

Cuando Hasmalim intentaba hablar:
(Léase como una onomatopeya del sonido de un cerdo)
Qui… quiiiiiiii… quiiii.

Y algunos otros que nunca entendí del todo.
Gritos como: Yiiiiiiiiijjjjaaaaa, WakaWakaWakaWawawawa, ¿Todo bien? Etc. Etc. Eran molestamente disparados en instantes.


Capítulo. 4. Que trata de los profesores

Some people say that's what drove him to madness. Others say, you know, no


Corría el tercer semestre. Ciertamente en el que peor promedio obtuve, y del que no me pude liberar sino hasta muy avanzada la carrera. Los profesores variaban considerablemente. Un sujeto cuya característica principal y la razón por la cual, todos lo conocen, es por su increíble semejanza con un cadáver. No solo en su físico, sino también en su antipática y serena forma de dar clases. Con ojeras similares a las de un mapache y con un caminar frío y lejanamente elegante, es el terror de los primeros semestres de electrónica y mecatrónica. “El Muerto”. Ese es su apodo. Casi nadie recuerda su nombre, pero puedo asegurar que ciertamente no lo olvidarán. Fue el culpable de retrasar a muchos. Hizo que hasta el más holgazán estudiara como si no hubiera un mañana y aun así, lo reprobó. Fue algo… hermoso.
En ese mismo semestre, teníamos otro profesor, también de peculiar característica. Aunque nadie lo ha probado inapelablemente, se dice y no tengo ninguna razón para dudarlo, de que es lo más gay desde que lo gay llegó a gaylandia. Su acompasado caminar, su voz aguda y su maneras tan femeninas, hacen dudoso que sea heterosexual. Gracias a este detalle, sigue siendo presa de innumerables bromas. Además, el tipo es castroso como solo los de cabello rizado pueden serlo. Se rumora que alguna vez reprobó a alguien en un segundo especial (la última oportunidad para pasar una materia, querido y teórico lector no conocedor de los procedimientos del ITSLP) y fue encajuelado durante varias horas. Nadie ha podido comprobarlo, pero el rumor existe. Además, aunque algunas personas lo consideran como un excelente físico, sus habilidades matemáticas son tan dudosas como la piedra filosofal… alguien asegura que alguna vez existió, pero ya no más. El castroso y por qué no decirlo, puñal Enderle. A él me refiero. Él ciertamente le da mala fama a los homosexuales. Si alguno de ustedes, queridos y teóricos lectores está pensando en batear del otro lado, por favor, no sea como él.

Hay tantos profesores… esto me tomará algo de tiempo. ¿Por dónde empezar? Vayamos a primer semestre… eligiendo al azar, tenemos al profesor George, A.K.A. el skato. Cruelmente apodado por los estudiantes, este profesor que tiene una deficiencia en las extremidades por tener varios músculos atrofiados, era en términos simples, la ley. No exigía más de lo estrictamente necesario… que fueras a sus clases más o menos seguido, que hicieras más o menos bien las tareas y eso era todo. Era un profesor que sabe muchas cosas. Pero es de la clase de profesores que son desperdiciados, porque su nobleza extrema, es confundida con idiotez. Podías ir cualquier día a preguntarle algo y amablemente te contestaba. Si necesitabas realizar una práctica, simplemente se limitaba a indicarte en dónde estaban las herramientas para que fueras por ellas en cuánto las necesitaras. No había más problema. Si descomponías algo, no importaba. Eres un estudiante y estás aprendiendo… para eso está el laboratorio.
Para desgracia de las nuevas generaciones, ya se retiró. Es una lástima, ya que ciertamente hubieran aprendido con él… de haber querido.

Siguiendo tenemos al Gallo, conocido en Ing. Mecánica como “Sin cuello”. Tuve la desgracia de que me diera estática y termofluidos. Sus conocimientos de estática… pues… no son tan malos. Sabe lo que sabe y nada más. Lo que no sabe es mucho pero lo que sabe trata de enseñarlo. El muy pendejo perdió mi examen. Un examen en el que saqué 100, pero el infeliz me puso 80. Así, porque pasó una abeja, lo picó y se le hincharon los huevos. Eso, como puedes comprender, querido y teórico lector, me bajó el promedio hasta patearme las bolas. Sin embargo, en termofluidos era otra cosa. Sus conocimientos de termodinámica son tan buenos como mis conocimientos de economía. O sea, nada. Sus conocimientos de mecánica de fluidos son tan buenos como mis conocimientos de medicina. O sea, únicamente sabemos lo que sale en Dr. House. Y como en Dr. House, nunca se habla de mecánica de fluidos, pu’s está jodido. Siendo yo el único con una remota posibilidad de acreditar la materia, en examen extraordinario, el profesor considera que es un buen momento para aceptar sobornos. Así que con un “amazing comback”, todo el grupo pasa. Al menos 90% del salón pagó. Eso en verdad, es deprimente.

Hay tantos profesores. Ya hablé de algunos de ellos en post pasados. El Angelino, la María, la molesta “Rosy”, Pedrito, el Catarino… etc. Etc. No me detendré a hablar de ellos.

Prosiguiendo, tenemos al Dr. Arturo Herrera. Este bastardo, es el hijo de puta más grande que el mundo haya tenido la desgracia de traer a la vida. Es un huevón de mierda. Saben qué tan floja es la chingada… pues el es todavía más flojo. Corrupto como el que más, acepta dinero no solo para pasar a los estudiantes, sino también, se rumora por ahí, que para “meterlos al Tec”, según se me ha informado. El título de Doctor que le puse al principio del párrafo, fue en actitud irónica, puesto que sus conocimientos son tan pocos que si fueran un poquito menos, comenzaría a olvidar. Él es el culpable de que no sepa dinámica. Él es el culpable de que muchos mecánicos no sepan “Mecánica de Sólidos”. El es el culpable de que la única materia que podría actuar como filtro para industriales (Física para niños) sea únicamente un trámite.
Es sin lugar a dudas, el peor profesor que haya tenido la desgracia de conocer. Lo peor de todo, es que las autoridades y hasta los mismos profesores del tecnológico lo saben. Pero nunca hacen nada. Zanganean y ponen “buzones para sugerencias”, como una forma de mejorar la calidad.
Puta madre, si quitaran a profesores como él, la calidad del tecnológico subiría exponencialmente.
La mejora que hacen con las “evaluaciones de los profesores”, es irrisoria. Para comenzar, aunque tengan un sistema bien cabrón basado en Internet que permita hacer la evaluación más rápida, deberían mejorar sus preguntas. Las preguntas muestran números simples, que pueden cambiar dependiendo del grado de indiferencia de los alumnos. Un profesor pudo haber encargado un trabajo de toda la desgraciada materia y con eso cubre el curso. Ya se ganó unos puntos por haber terminado todo el programa. Y los alumnos, cuando llegan a la industria, bien atorados. Pero el tecnológico se levanta el cuello porque todos sus profesores ven el programa completo.
Las opciones que dan son una mamada. En la pregunta, ¿Cómo calificaría el desempeño de su profesor? Nos dan las siguientes opciones:
a) Muy bueno
b) Bueno
c) Regular
d) Malo

… No vengan. En el caso del idiota de Arturo Herrera, su desempeño es pésimo. De hecho, es menor que pésimo. Dudo que en todo el semestre hayamos tenido una semana hábil de clases. Ponía problemas de libros de preparatoria en los exámenes, puesto que es el único nivel de problemas que tal vez, puede resolver. De mecánica vectorial, está entre “de la verga” y “muy de la verga”.
En las encuestas de los profesores, las preguntas para él deberían cambiar por:
Su profesor:
a) Vale madre
b) No vale madre
c) Ambas
d) Todas las anteriores.


Hasta aquí dejo este capítulo. Son muchos profesores y el tiempo es poco.
Antes, quiero hacer un homenaje a los profesores que siento que fueron buenos profesores, que nos hicieron aprender, o, que al menos, lo intentaron. A ellos, los saludo y les pido que sigan igual.

Mtra. Rebeca, Ing. Escalante (A.K.A. Crílin), Ing. Pedro, Mtra. Villalpando, Ing. Ramón (A.K.A. Angelino), y el profe que nos dio Manufactura Avanzada que no recuerdo como se llama.


Capítulo 5. Que trata del servicio social comunitario


"My goal is not to wake up at forty with a bitter realization that I wasted my life at a job I hate because I was forced to decide on a community service in my teens.

Más o menos en esos tiempos, nos llegó el primer pago de la beca. Era simplemente hermoso tener dinero por el simple hecho de estar estudiando… o al menos, por fingir que lo hacías. Únicamente teníamos que vender 10 castrosas e inútiles reglitas que hacía la Cruz Roja y listo. A disfrutar de algunos miles de pesos al año. Si en ese entonces nos daban cerca de 9 mil pesos al año y únicamente debíamos vender 10 reglas de la Cruz Roja a $10.00 cada una, era algo simple. Te autocomprabas las reglas y listo. Perdías cien pesos, pero ganabas nueve mil. Rendidor ¿no?
Tiempo después, alguien se dio cuenta de que esto no cumplía con la enseñanza social que nos querían impartir y se nos sermoneó que no debíamos hacer eso, sino venderlas entre la sociedad para concienciar a los compradores de la importancia de tan venerable institución. A todos nos valió madre y decidimos seguir con lo nuestro. Tal vez una o dos personas con mucho cabello en la frente hayan tratado de vender las 10 reglas, pero concluyentemente no fue la mayoría.

Después de esto, decidieron cambiar la forma de recolectar dinero para la cruz roja. Nos dieron un botecito, de dimensiones pequeñas, pero de volumen considerable (se nota que alguien puso atención a sus clases de cálculo diferencial) y nos dieron la instrucción de llenarlo hasta donde sea posible, pidiendo a las personas una amable y generosa cooperación. No obstante, de igual manera, el botecito fue llenado cambiando algunos billetes en monedas de baja denominación y con ayuda de uno o dos vecinos y el bote parecía estar suficientemente lleno. Algunas personas, sin embargo, concientes de la gran cantidad de cabello en sus frentes, fueron al centro a realizar lo que ellos llamaron “botear”. Simplemente iban a las plazas más importantes de la ciudad para pedir que los transeúntes que simpatizaran con la cruz roja depositaran algunas monedas. Batallaron horrores, pero al final terminaron satisfactoriamente la tarea encomendada.

En los siguientes semestres, prefirieron que el servicio que teníamos que realizar fuera un servicio social comunitario y no un servicio que remunerara dinero, así que pasamos de recolectar dinero para la cruz roja a dar asesorías los sábados a algunos retrasados alumnos de preparatorias.
Esto ciertamente era nuevo. Dar asesorías a un montón de adolescentes que tienen la peculiar habilidad de ser más tarados que el resto de su salón. Era descorazonador ver que ya estaban a un paso del nivel superior y no sabían ni siquiera las reglas básicas del álgebra. Maldita sea, no pido que sepan encontrar los eigenvalores de una matriz hermitiana compleja o que encuentren la transformada de Fourier de una función discreta. Demonios, ni siquiera pido que sepan integrar, pero estos sujetos no podían siquiera factorizar una función cuadrática. Otros compañeros que también impartían asesorías también sufrían con sus apáticos alumnos. No podían ni siquiera usar la calculadora adecuadamente. Me pregunto si alguna vez fui así. Obviamente fui un adolescente con las hormonas brotando por los poros y demás, pero ciertamente creo que un universitario no me hubiera pendejeado como yo lo estoy haciendo ahora con esos patéticos remedos de estudiantes de CBTIS.
El siguiente año también me tocó dar asesorías en el mismo lugar. Pasó exactamente lo mismo, pero en menor cantidad, ya que afortunadamente para mí, casi nunca tuve alumnos. Pero para los que los tuvieron fue una verdadera agonía.
Los alumnos estaban tan mal que ni siquiera sabían qué coño era una pulgada. La capacidad de retención de fórmulas de movimiento rectilíneo uniforme en una dimensión al parecer era demasiado y las olvidaban cada clase. Yo digo que lo único a lo que iban era a ver el llamativo escote de su asesora. Yo lo hubiera hecho.


Capítulo 6. Que trata de los compañeros.

Why even in my dreams, everybody comes to an idiot?


No conozco a la mitad de ellos, ni la mitad de lo que yo querría, y lo que yo querría es menos de la mitad, de lo que la mitad de ellos merece.

Será ciertamente complejo hablar de todos los compañeros que tuve. Son muchos, y la gran mayoría de ellos no hizo nada memorable por mí o contra mí. Por tal razón, únicamente pondré a los que, a mi gusto, merecen un lugar aquí. Todos los demás, son demasiado X. Pero no te sientas mal por ellos, querido y teórico lector. Estoy seguro de que ellos entenderán que no aparecer en mi blog no es el fin del mundo – aunque no lo crean de verdad – y visualizarán esta experiencia desagradable en un aprendizaje.

Antes de comenzar, quiero externar algo muy importante. Este es mi blog. Puedo externar lo que sea de quien yo quiera. Puedo simplemente decir que un goey es un pendejo o que tal tipa es una zorra, por el puro placer de hacerlo. Y eso lo puedo hacer simplemente por que tengo libertad de expresión, aunque no te guste.
Por último quiero decir que voy a hablar únicamente de las personas que estuvieron conmigo en el Tec. No voy a hablar de las personas que estuvieron conmigo en el Cobach, ni tampoco voy a hablar de tí si me conoces por que soy “el primo de un amigo”. No voy a humillarlos mundialmente poniendo su nombre completo o su celular o su dirección. Con su simple nombre o apodo bastará. Si escribo algo de ti que no te gusta, házmelo saber por mail. Tal vez mi nunca antes equivocado juicio lo esté en esta ocasión. No vengas a postear comentarios como “Y tú pinche Teh Dib eres bien gay e impotente”. Digo, tienes todo el derecho de hacerlo y aunque no lo creas, no borraré ningún comentario siempre y cuando cumpla con los reglamentos de blogger. Puedes llegar y decirme pendejo, culero mierda, sangrón, mamón, puto, ojete, gay, maricón, lamebotas, papanatas, hijo de perra, imbécil, zoquete, y sus derivaciones en cualquier idioma, etc. Indudablemente, si mis compañeros no saben quién es el que escribe el blog, pueden averiguarlo fácilmente.
Como sea, ten en cuenta que esta es mi opinión y yo puedo decir lo que sea. Si lastimo tus sentimientos, no me interesa en lo más mínimo. Si me dejas de hablar me va y me viene. Si ya no visitas mi blog o ya no dejas comentarios, no voy a morirme de coraje.
Puedes ahorrarte todo esto si te saltas el capítulo… pero ciertamente no lo recomiendo…

Arqui.- Únicamente puedo decir cosas malas de él. No es muy avispado. No es muy agradable, ni siquiera es muy amable. Por alguna razón, creo que él terminará siendo un necropedozoofílico fetichista. O, si no entiendes estos términos complicados del último semestre de la maestría en psiquiatría, que va a desear fornicar con un cachorro muerto que use tacones.
Chuy.- Pudo haber sido una gran persona. Pero su edad y tomar al Arqui como modelo a seguir no fue una decisión favorable. Es graciosamente iracundo.
Betillo.- Es uno de esos sabelotodos. Es uno de esas personas que siempre están tratando de hacer algo. Si el profesor dice que algo es muy complicado para hacerlo, ahí tienen al betillo llevándolo al día siguiente. Aunque es molesto, ciertamente es una cualidad. Fue interesante trabajar con él y no me molestaría trabajar con él alguna otra vez.
George.- Lo único que puedo decir de él es que tiene una habilidad medianamente aceptable para la programación en alto nivel. Alguna vez podría llegar a ser un lammer famoso. Y eso NO es un cumplido. Pero no me molestaría volver a trabajar con él.
Diana.- Lo único que puedo decir de ella, es que es la persona más impuntual que conozco. Y eso SI es un cumplido.
Josué. Siempre me lo imaginé como una irresponsable persona, pero me llevé una agradable sorpresa al ver que trabaja y que lo hace bien.
Los mamados. Ni siquiera se sus nombres. Son los clásicos goeyes caritas del salón. Si fuera una de esas películas americanas, ellos serían los goyes del equipo de fútbol americano. La mayoría de ellos me caen mal. Y casi estoy seguro de que el sentimiento es mutuo.

Capítulo 7.- Que trata de los concursos de ciencias básicas.

I already go to a school where the kids all think they're cooler than me. I want to go to a school where the kids all think they're smarter than me, too.

Este capítulo está diseñado para erigir un monumento de emblemático y retórico agradecimiento a aquellas personas que de alguna u otra manera me regalaron la oportunidad de participar en un concurso nacional.
Como siempre, por orden alfabético:

Cervantes, Daniel, Franco, Luis, Pako, Rosalba, Roy.

A todos ellos, les agradezco su esfuerzo y su dedicación. Sin embargo, me gustaría realzar a los participantes del primer equipo. El primer equipo de básicas del cual fui parte. El que considero el mejor y más calificado equipo, aunque los resultados no hayan sido tan favorables. Les dedico un reconocimiento:
A Daniel, simplemente la persona más inteligente que conozca.
Al Ing. Franco, cuya habilidad matemática es superior, y que en estos momentos se encuentra realizando una maestría. Y una maestría para hombres, no niñerías.
A Pako, que espero pronto se decida por una sola carrera y la aproveche, puesto que tiene lo necesario, aunque sea fresa.
A la Ingeniera Rosalba, que es la única persona de la que puedo hablar puras cosas buenas.

Y claro como no, a los participantes del concurso en lo correspondiente a las ciencias económico administrativas.

Carlos, Gaby, Matamoros, Prissila.

Recuerdo con gusto y aunque me duela admitirlo, con una sonrisa en el rostro, aquél regreso de la ciudad de Matamoros, en la que animadamente, con sus voces de tenor y de soprano, Daniel y el Lic. Carlos, respectivamente, cantaban afinadamente “La Santa Catarina”.

Y también un agradecimiento a todos los profesores que hicieron posible esto: Al profesor Noé, al Profesor Blanco, al profesor Blázquez, a la Maestra Griselda, Al Ing. José Luis, al ing. Ponce (A.K.A El Muerto) y al profesor David.

Y un agradecimiento muy especial, a la Maestra Rebeca. Ella fue la culpable de todo. Ella nos juntó, nos animó a participar y siempre que pudo nos proveyó de todo lo que necesitáramos. Ojalá que los próximos concursantes tengan la suerte de tenerla como Asesora.





Aquí termina este post. He escrito suficiente. He tratado de resumir en 16 hojas de Word toda una carrera de Ingeniería. No lo logré.
Pero he dejado al menos un testimonio de lo que fue. El resto lo dejo a su imaginación.
Espero que si fuiste uno de mis compañeros de generación, recuerdes alguna de esas actividades y tengas una sonrisa mientras lo haces.
Si eres un estudiante de mecatrónica, espero que te hayas identificado con alguna de las anécdotas que menciono y que te sirvan para saber que esperar.
Si me conoces, espero que este post te sirva para ver como he cambiado desde que me conociste.
Si no me conoces y si no eres mecatrónico, espero que este post al menos te haya servido para distraerte por algunos minutos, espero que te haya servido para imaginar las situaciones desde otra perspectiva y que te hayas reído con nuestras desventuras.

En un post pasado, escribí: Plus ça change, plus c’est la même chose : Mientras más cambian las cosas, más siguen igual.

Y las cosas, ciertamente siguen igual.

Adieú

P.S. Me gustaría realizar otro homenaje Post Mortem a mi abuelita, puesto que el último regalo que me hizo, como previendo el fatal desenlace fue una figurita de porcelana, de un gracioso monito ataviado con una toga y un birrete, recibiendo un diploma de graduación.

sábado, noviembre 24, 2007

Sexagésimo octavo - Ateismo

Te saludo querido y teórico lector. Escribo sutilmente estas líneas que confío en que disfrutes desde la comodidad de donde te encuentras.

Hoy vengo a comentar un tema que ciertamente puede traerme problemas, puesto que es uno de los dos temas que se consideran "no aptos" para ser tratados. Pero siendo yo Teh Dib y valiéndome menos de media madre lo que cualquiera pueda pensar escribiré aquí algunos párrafos para tratar de sacar este post.

El lunes pasado (20 de noviembre) tuve el día libre (por la conmemoración del aniversario de la revolución mexicana). Por tal motivo, estuve holgazaneando de la forma más zángana que puedan imaginar. Me levanté relativamente temprano (08:43). Me puse a jugar PS2 durante algunas horas, sentado en el sillón mientras manipulaba con habilidad el mando Dual Shock 2.

Al pasar algunas horas, sentí la imperiosa necesidad de cambiar de posición y me levanté de mi letargo para sentarme en lugar de mantenerme acostado.

Justamente cuando comenzaba a deslizarme suavemente hasta quedar acostado nuevamente; sonó la puerta y me dispuse a atender.

El sujeto que invocó mi presencia en la entrada, era un individuo de poco más de 1.60 m, moreno, ataviado con un traje negro que lo hacía ver medianamente elegante. Corbata acorde con el traje y un maletín pequeño acompañaban el atuendo. En la otra mano llevaba un pequeño libro, que inmediatamente se distinguió como una Biblia.

Aprovechando el párrafo anterior como introducción, te pongo, sin más ni más:

Religión

Ver la misa por TV no te garantiza el paraíso.

Vengo de una familia predominantemente católica. Por parte de mi madre: Mi abuelita (RIP) solía ser la persona más religiosa que conocía. De casi igual forma, mis tías practican su catolicismo cada minuto de su larga vida. Según cuenta mi madre, que de repente entra en "ataques de catolicismo", todas heredaron ese hábito de su madre (o sea, mi bisabuela).

Por parte de mi padre, la gran mayoría son católicos. Pero a ninguno le parece preponderante practicar la religión. Maldicen y festejan todo el día, pero cuándo alguien muere, solicitan la participación de todos para elevar algunas plegarias y rosarios en nombre del fallecido.

Claro, también está mi castrosa Tía Josefina, que solía ser católica, pero por alguna razón que hasta el momento desconozco, se cambió de religión como cambias de zapatos y ahora es Testigo de Jehová.

Por mi parte, aunque mi madre me obligó a realizar mi primera comunión, soy completamente ateo. La idea de un ser todopoderoso, y omnicognoscente no encaja conmigo. Respeto a cualquier persona que tenga alguna religión, puesto que es su derecho y hasta cierto punto, su elección el tener una. A mi no me molesta que alguna persona sea católica, cristiana, ortodoxa, Testigo de Jehová, Presbiteriano cuántico, musulmán, budista, gnóstico, o demás.

Sin embargo, al mostrar respeto por las religiones, espero al menos, el mismo nivel de respeto.

El pequeño individuo, me saluda cordialmente con un "Buenos días joven" y luego extiende un panfleto impreso en una hoja de máquina, estéticamente llamativo. Luego de contestar, de una manera muy amable me interroga: -"¿Me permitiría entregarle esta reflexión?"

Aunque soy ateo, normalmente leo las pequeñas publicaciones que traen consigo las personas que comúnmente se conocen como “La atalaya”, son interesantes. Tienen reportajes que mantienen mi interés en ellos, y son suficientemente pequeños para no aburrir. Lo malo es que al final, siempre, cualquier cosa, es causada o por Dios o por Satanás. Digo, algo malo tenía que tener la publicación.

Por supuesto, le acepté el panfleto al señor (al que él elegantemente llama “reflexión”) y me disponía a regresar a mi juego, cuando el señor comienza a ganarse esa fama que tienen todas esas personas que pasan de casa en casa anunciando el reino de Dios.

Entonces, comienza una conversación más o menos así:

Religioso genérico No. 1 - Disculpe joven, ¿Cree Ud Que el reino de Dios se acerca ya y se ha alegrado por eso?

Teh Dib - Lo siento, señor, soy ateo. No creo en nada de eso.

Religioso genérico No. 1 - Mmm… ¿Entonces, qué cree que pasa cuándo las personas mueren? Es un pensamiento triste, pero es algo que nos va a pasar a todos. ¿Qué cree que pase?

Teh Dib - (Depende… si te toca un embalsamador homosexual y necrofílico, ciertamente no sería agradable). Depende… si le toca un embalsamador homosexual y necrofílico, no sería agradable.

Religioso genérico No. 1 - No joven, en serio. ¿Cree que resucitaremos y Dios nos juzgará a todos?

Teh Dib - Claro que no. Cuándo las personas mueren, los órganos dejan de funcionar y al comenzar el proceso de descomposición nos transformamos en alimento de bacterias y otros microorganismos. Aunque la idea de la resucitación me parece posible, ciertamente no creo que sea en un paraíso lleno de felicidad. Más bien como una reacción fisiológica a impulsos que manda el cerebro. Sería algo desagradable. Algo parecido a las películas de George A. Romero, o un poco más “salvajes” como en Resident Evil.

Religioso genérico No. 1 - No joven. Esas son películas. No existen. Dios es real. El nos juzgará a todos y nos enviará al paraíso o al lago de fuego eterno. ¿Cómo cree que se formaron los planetas, las estrellas y ud. Mismo? El cuerpo humano es perfecto. ¿Cómo cree que se formó el cuerpo humano, con toda esa perfección?

Teh Dib - Las estrellas y los planetas se formaron después del Big Bang. Una cantidad infinita de materia se reunió en un espacio infinitesimal y formó un cuerpo de densidad inmensurable. La energía súper masiva contenida en tal cuerpo no pudo seguir en tal forma y explotó, lanzando toda la materia del universo a todos los rincones posibles, a velocidades obscenas. La vida humana se formó después de que un caldo de toda clase de compuestos orgánicos se calentara por millones de años y luego evolucionara por otros cientos de millones de años.

Religioso genérico No. 1 - Y no cree que antes de eso, haya existido un Dios qué creo esa explosión y esa energía.

Teh Dib - (Si, claro. De la nada dijo,- voy a hacer una explosión de una magnitud tan gigantesca que voy a crear el universo.- Entonces fue por su celestial botella de nitroglicerina y la arrojó contra un depósito astronómico de trinitrotolueno). Stephen Hawking demostró con ayuda de otros premios Nobel de física que cualquier evento anterior al Big Bang no tiene, tuvo o tendrá efecto alguno sobre el desarrollo del tiempo y el espacio posterior al Big Bang.

Religioso genérico No. 1 - Pero ¿cómo explica entonces el alma?

Teh Dib - Una invención para asustar a los niños. Como el Coco o Michael Jackson.

Religioso genérico No. 1 - No joven. Yo no estoy jugando. En verdad, vea su cuerpo. El cuerpo de todas las personas. Es perfecto. Dios nos hizo perfectos. El nos otorgó un cuerpo físico, una inteligencia, un alma y un espíritu.

Teh Dib - (Xiales, siempre pensé que el alma y el espíritu eran la misma cosa). ¿Cuándo uno ve un fantasma, está viendo el alma o el espíritu del difunto? Como sea, ¿Cómo dice qué Dios nos hizo perfectos? Somos unas inmisericordes máquinas de pecar. Maldecimos, asesinamos, fornicamos (I wish), bailamos tango…

Religioso genérico No. 1 - Todo eso es porque el maligno nos aconseja. Nos dice que pongamos oídos sordos a Jehová y a Cristo nuestro señor.

Teh Dib - (¡Ah! Con que la pequeña vocecita que me dice “MATA” cada vez que despierto es Satanás… ese bribón. Y yo que pensé qué era un grillo llamado José). Y yo que pensaba que era un grillo llamado José.

Religioso genérico No. 1 - No se burle joven. Dios vendrá un día a juzgarnos a todos. Está escrito en la Biblia… esa es la palabra de Dios.

Teh Dib - Desde el principio le dije que no creía en nada. No porque Ud. Crea que todo eso es cierto, va a convencerme que existe una deidad todopoderosa. Y el que yo no crea en nada no va a convencerlo a Ud. de que los Dioses no existen.

Religioso genérico No. 1 - En efecto. Los Dioses no existen. Solo hay un único Dios, todopoderoso.

Teh Dib - Y entonces ¿Alá, Ra, Kamisama, Buda, Tlaloc, Shiva, Zeus, los supermejores amigos, Yoda? ¿Qué tiene en contra de Yoda?

Religioso Genérico No. 1 - Los demás son ídolos e imágenes. Jehová es el único Dios, él nos creó. Creó los cielos y la tierra.

Teh Dib - Y vio que era bueno y demás… si, también leí la Biblia.

Religioso Genérico No. 1 - Ya ve joven. La Biblia es la palabra de Dios. Es la…

Teh Dib - Pero yo la leí como un libro más. No como la palabra de Dios ni la ley del universo. No se si la haya leído detenidamente, pero ciertamente el Apocalipsis es sádico a más no poder… y me encanta. Y cómo olvidar “El cantar de los cantares”. La parte de “Leche bajo su lengua” es algo sugestivo. Cuauhtémoc Sánchez degrada el pasaje, pero la parte bíblica es como “El marqués de Sade conoce a Nostradamus”

Religioso Genérico No. 1 - Joven, ud. nada más se burla de mí. Algún día Dios vendrá a juzgarnos a todos. Voy a rezar por ud. En verdad, voy a rezar mucho por usted joven. Voy a rezar para que encuentre el verdadero camino, para que Dios me lo ilumine siempre y se de cuenta de su error.

Teh Dib - Señor. Le agradezco su intención. Tal vez no crea en Dios, pero el que una persona tenga buenos deseos para conmigo ciertamente se agradece. Cómo le dije antes, soy ciertamente feliz siendo ateo. La idea de que una deidad me va a mandar al infierno por toda la eternidad, si no me arrodillo ante ella no es de mi agrado. De hecho, si algún día me volviera loco y escogiera una religión, imagino que sería el budismo. Tal vez la religión comenzó como algo bueno hace muchos siglos, pero al ver en lo que se ha convertido ahora y observar con detenimiento todo lo que la iglesia ha hecho en nombre de Dios transgiversa el concepto. Continúe con sus creencias que yo seguiré jugando Play Station 2.

Religioso Genérico No. 1 - Tal vez pueda venir otro día hablar más calmadamente sobre la palabra de Dios.

Teh Dib - Señor, aunque no lo crea y piense que soy un grosero, hasta este punto de la conversación, me he portado amable con usted. No me provoque.

Religioso Genérico No. 1 - Está bien joven. Rezaré por usted.

Así terminó la conversación. Yo regresé a mi juego y el siguió tocando puertas. Tal como debe ser.

Saluditos.

miércoles, noviembre 21, 2007

Sexagésimo séptimo - Conmemoración -

Saludos querido y teórico lector. Escribo esto medianamente agusto porque los comentarios han aumentado felizmente. Casi hasta me dan ganas de escribir más seguido. La palabra clave aquí es casi. Hoy, a solo unas horas de salir a un delicioso puente de tres días, liberado de la presión del trabajo y con tiempo para relajarme acabo de darme cuenta de que el año está a punto de terminar. Solo faltan algunos días y un mes y ya estamos en el año dos mil ocho. Por supuesto, externaré aquí algunos agradecimientos a las personas que este año realizaron algo bueno por mi personita.
El fin de año trae consigo excelentes regalos (y no solo los de Navidad o año nuevo), sino también algunos otros regalos un poco más costosos. Primeramente, este año termino todas mis materias. Con esto quiero decir que ya finalmente, dejaré de batallar con profesores inverbes, cada uno más inútil que el anterior (con algunas muy raras excepciones). Además, en la primera quincena de enero concluyo con la residencia, lo que significaría la culminación de mis estudios de licenciatura. A solo meses de recibir mi título como Ing. en Mecatrónica.

PSA'huevo!!!

Ciertamente ese día está cerca, pero muchas cosas pueden suceder en el inter. Por supuesto que escribiré un post acerca de ese tema, agradeciendo a cualquier persona, animal, cosa, fantasma o quimera que haya intervenido, aunque sea un poco, en beneficio de la obtención de tal grado. Por supuesto, saludaré nada cordialmente a las madres de todas las personas que hayan hecho un esfuerzo para siquiera imaginar alguna forma de patearme las bolas. Externaré comentarios a TODOS y cada uno de los profesores que tuvieron el honor de tenerme como estudiante. Incluso hasta me gustaría realizar una reseña de algunos compañeros de clase. Pero eso sería ciertamente injusto para todos aquellos querídos y teóricos lectores que no conocen al mencionado hato de bestias. Digo, sería muy fácil burlarme de aquellas personas con coeficientes intelectuales menores a la cantidad de chupadas que hay que dar para llegar al chiclocentro de una tutsi pop; como el Arqui, sujeto del que ya había hablado antes.
O podría burlarme de nuevo de los ing. en sistemas, o de los industriales o de los licenciados o de lo que yo quiera. Digo, para eso es mi blog.

Pero en lo que llega el mencionado día, vengo a postear un tema que ciertamente es común en esta época. "La revolución mexicana".

Esta fecha en la que celebramos el aniversario del inicio de la guerra civil entre el pueblo mexicano y el gobierno Porfirista me patea la entrepierna.Y es que pocas actividades conmemorativas me han molestado tanto desde la niñez.
Sin más ni más, te presento querido y teórico lector:

Aniversario de la Revolución Mexicana
Creo que en mi otra vida fui Pancho Villa

Antes que nada, quiero decir que no tengo nada en contra de la revolución mexicana. Tal vez fue algo provechoso para el país (aunque Díaz ciertamente trajo muchos avances tecnológicos) y no soy ninguna clase de experto para siquiera tratar de entender los motivos sociales, políticos e ideológicos que hicieron que tal revolución se llevara a cabo en la fecha por todos conocida.
Sin embargo, su conmemoración me ha molestado desde niño. No por el hecho de recordar el inicio de la guerilla, sino por la forma en que las escuelas lo hacen.

Cuándo era pequeño y asistía a la primaria, solía participar en toda clase de festivales. Más a huevo que de ganas, tenías que morderte uno de los mencionados para no maldecir al mundo y ponerte el horrible traje de revolucionario que tu madre hacía.
Los sombreros ridículamente grandes, los huaraches tan incómodos (cómo diría Marcel) como un "cadillo entre las bolas", las escopetas y los rifles hechos de madera o cartón y los bigotes obscenamente maquillados en tu infantil rostro hacían de este evento una verdadera castrosidad.
Haciendo los clásicos desfiles al rededor de las respectivas escuelas, desquiciando el tráfico.
Digo, algunas personas castrosas y bigotonas (saludos Carlito) han de haber disfrutado medianamente estas actividades.

Por otro lado, mis queridas y teóricas lectoras (más queridas que teóricas) recordarán que eran vestidas de "Adelita" con sus faldas graciosamente largas y sus carrilleras de cartulina, mientras sus madres, sonreían felices porque al fin tenían una razón suficientemente justificativa para hacerles unas trenzas en el cabello.

Todos los niños eran obligados a participar en el desfile. Si ibas o no, disfrazado de revolucionario, tenías que participar en el desfile. Cientos de apestosos niños sucios simulando que marchaban, mientras en realidad jugueteaban entre ellos con sus rifles de cartón. Te frustrabas porque los profesores exigían que tus pasos sonaran como si marcharan, pero tu ibas con el traje de revolucionario, ergo, llevas huaraches. Y hacer que tus "zapateos" con huaraches suenen como si fueran un organizado grupo de soldados marchando, necesita algo más que ganas.
El caluroso sol de noviembre (qué ironía) te llegaba a la cara como una lluvia de lanzas calientes que tratan de arrancarte los ojos. Después de los primeros veinte minutos de caminata ya comienzas a sentir los estragos de la deshidratación. Los profesores, más hartos que tu, desahogan sus tritezas y penas en tu disfrazada persona regañándote por toda clase de nimiedades.

Regresas a la escuela y te encuentras con que hay una kermesse. Decenas de puestos de comida hecha por las madres de familia están ocupando el patio donde sueles jugar. Con alegría e inquietud te acercas a ver cuáles son las delicias que prepararon. Cada año lo mismo. Tostadas de nosequé, kilos de frituras y chicharrones, y afortunadamente no recuerdo qué más.
El punto es que tu estás ahí, aburrido, sin ganas de comer nada de lo que presentan ante tí, en especial porque el dinero que desperdiciarías en "botanas" puedes irte a gastarlo en maquinitas.
Aunque claro, la escuela necesita dinero y no va a perder la oportunidad de obtenerlo de tí. Y mejor si es a la fuerza. La puerta está cerrada a los alumnos, por lo que no puedes salir a la libertad, la horrible libertad. La coperativa está cerrada y la escuela prohibe terminantemente comprar con "Licha", la señora de la tiendita ambulante que ofrece porquerías más económicas.

Con el riesgo inminente de golpearte el meñique del pie por llevar huaraches jugueteas por todas partes buscando algunos minutos de diversión. Pero los profesores te amargan la vida y no te dejan jugar a placer puesto que puedes destruir los adornos que con tanto esfuerzo colocaron. Adornos revolucionarios que los profesores te encargaron realizar a tí, que al final terminó realizando tu madre. Sin saber en donde dejar tu colosal sombrero lo llevas en el craneo todo el tiempo. Algunos niños de los primeros años llevan sombreros tan grandes que hasta los hacen perder el equilibrio, logrando parecerse a bebés disfrazados de campesinos.


Pero no solo en la primaria te pateaba el aniversario de la revolución mexicana.

En la secundaria (o al menos en la mía), cada día 20 de noviembre se realizaba una pequeña carrera atlética que emulaba al mencionado desfile. Eran poco más de 6 Km lo que se tenían que correr. Todos los estudiantes estaban "invitados" a correr. Aunque siempre estaba a elección del alumno, el no hacerlo representaba el odio inmediato del profesor de educación física, trayendo consigo las represalias inherentes.
El correr es una actividad que nunca se me ha dado. Anque solía ser bueno para otros deportes (fútbol, ajedrez, esgrima, levantamiento de control remoto, cricket, etc.) el atletismo es algo que nunca se me dio muy bien. Por tal motivo, el participar en esa carrera me parecía una tortura medieval, cuyo castigo era terminar prácticamente vomitando mis pulmones.

Felizmente la secundaria terminó y en el Cobach la tortura continuó. Para conmemorar el aniversario de la revolución mexicana, el Cobach realiza su "muestra deportiva anual", en la que los mejores jugadores de todos los deportes, de todo el estado realizan acto de presencia en el municipio que haya sido elegido como sede de la muestra deportiva estatal de los Cobach. Normalmente no era tan mala. Si no destacabas en nada, simplemente te pasabas ese día holgazaneando en tu casa. Excepto claro, si eras de primer semestre. Para evitar gastos innecesarios, el Cobach realiza lo que se le llaman "estancias". En estas estancias, cada uno de los alumnos de 1° semestre, estaba obligado a "albergar" a por lo menos uno de los deportistas que venían de otros municipios.
Casi siempre, los fresas castrosos de Cd. Valles se iban a un hotel, pero los de municipios menos afortunados, tenían que enviar a sus alumnos a las casas de otros alumnos.
La ocasión que me tocó albergar a un estudiante pasó algo más o menos así:

Teh Dib: - Ojalá que me toque una chava potable.
Compañero genérico de Teh Dib: - A mi también.
Profesora castrosa: - Teh Dib... a tí te tocará un goey.
Teh Dib: - mmmta.

Afortunadamente el chavo era alguién callado y recatado, por lo que no causó molestia alguna. Sin embargo, yo también era responsable de llevarlo al lugar en el que se desarrollaría la competencia en que el chavo participaría.
Él era un participante de "Danza folklórica". Tenía que pasarme TODO el día en la competencia de danza porque no sabía a que hora iba a salir el chavo. Normalmente la danza no me molesta. En la mayoría de los casos me agrada. Pero pasar ocho horas en una competencia de danza es algo que es superior a mí. En especial cuando la música es prácticamente la misma para todas las danzas de todas las escuelas.

Como si toda esta clase de actividades no me pateara suficiente, llega la panacea de la castrosidad. Un momento de tan elevada molestia y frustración junta que se podría hacer un campo castrositorio de propiedades épicas.
Cuándo tuve que desempeñarme como valla humana al desfile del 20 de noviembre para cumplir cabalmente con mis obligaciones del Servicio Militar Nacional. Nos sitan a las 06:30 horas en la plaza de los fundadores. Los soldados llegan a las 08:30. Nos mantienen formados hasta las 09:00. A las 09:30 llegamos a la posición que ocuparemos y nos extienden por el perímetro comunicándonos que nuestro deber es estar en el inclemente frío otoñal con solo una playerita que dice SMN y una gorra roja impidiendo que las personas cruzaran la valla metálica que habían puesto con anticipación.
El desfile comienza hasta las 11:00 y dura 21 minutos. Todos nos separamos y regresamos a la mencionada y conocida plaza para que nos tomen lista. Al reunirnos suficientes elementos, el de más alto rango nos dice que le acaban de dar instrucciones de que no nos tome lista y nos manda sonoramente a la verga.
Con cientos de deseos de que se fuera a chingar a su madre, adentro de un bote para que suene y en abonos para que le dure hasta el próximo desfile, nos largamos de ahí con una chifladera épica; deseando que el sargento sufra de una repentina dislocación de pene.

¿Ahora entiendes, querido y teórico lector, el por qué me caga el día 20 de noviembre? Al menos ahora, en la residencia ya no tengo que disfrazarme de nada y nos dan el día ^_^.

Por cierto, deseo enviar un saludo, un abrazo y un beso a Jeny que cumplió años el día 17.
Y un saludo al Marcel que cumple años el día 20.

Si, definitivamente el día 20 me corroe las entrañas.
ROFL!

P.S. Mi hermano cumple años el día 30. También le mando un saludo, aunque casi estoy seguro de que nunca leerá esto.

PS2. Exigo de nuevo que la autora del blog "En La PlanTa De Tus PiEs" active los comentarios. Me identifiqué tanto con el último post que me muero de ganas por poner un comentario. Aunque ella me describa como "Algo loco, pero interesante".

miércoles, noviembre 14, 2007

Sexagésimo sexto - Plus Ça change, plus c'est la même chose -

Plus ça change, plus c'est la même chose. "Mientras más cambian las cosas, más siguen igual". Es un viejo refrán francés utilizado primigeniamente por algún francés loco.
Hoy, en este sexagésimo quinto post, viendo en retrospectiva la curiosa forma en la que solía escribir en los primeros post de este blog que es de todos, pero que siendo un poco más específicos es de The Dib, añoro volver a escribir un post que sea remotamente tan imaginativo como los primeros. Ojo, no estoy diciendo que mis primeros post hayan sido imaginativos, sino que eran más imaginativos que los que actualmente posteo. Eran post que reflejaban una pequeña parte de la vida cotidiana de un joven normal, sarcástico, inteligente pero flojo; considerado entre los que se dicen cools como matado, abrumado por el peso de ser como es.
Escribiendo posts en los que disfrutaba de considerables placeres orgásmicos cada que ofendía alguna susceptibilidad, no importándome nada.

Ahora, escribo aburridas discusiones filosóficas sobre la esperanza y el esfuerzo. Divago paranoicamente y comento anécdotas vivenciales que no son más que la muestra de efímeros traumas.

Pero no más.
Al menos por este post, escribiré un post como antes. Valiéndome poco menos de media madre cualquier otra cosa que alguién pueda pensar de mí.

El trabajo ciertamente me ha regalado experiencias novedosas. Conocimientos valiosos y hasta un poco de dinero. Cómo dice en el blog de Beto: "Trabajo tiempo completo y me pagan medio sueldo". Pero sobre todo, el ser residente cambió mi vida. Ya no soy la sarcástica y mamona persona que solía ser. Al menos, no en el trabajo. Digo, si salgo con alguna arrancada como las que solía berrear, ipsofacto me mandan a chingar a mi madre, dentro de un bote para que suene y en abonos para que me dure más.
No obstante, el que mis apestosos compañeros de clase también tengan un empleo como residente hace más llevadero todo. Ésta demente conclusión ataca brutalmente mis sentidos cuando escucho atentamente el paranóico parlotear de todos los simios de cubierta que tengo como compañeros.
Digo, de vez en cuando es agradable compartir con tus compañeros alguna de las vivencias que tienes en tus actividades. Si vas a darle atención a complejos sistemas robóticos, si consciente y sonoramente ofendes el ego de los operarios con los que trabajas. Si realizas una actividad extraordinariamente aburrida o extraordinariamente matada. El que tu compartas esas pequeñas experiencias - y que otros las compartan contigo - es saludable. Igual y alguna vez en la vida te sirven para algo.
Pero llega un punto efímero. Una línea que no está bien definida. Un área que no está dentro de los límites de la gracia y la importancia. Un punto en el que dejas de ser un residente y tratas de convertirte a los ojos de los demás, en un ingeniero.
Este momento de poca lucidez y menos sentido común, es cuando comienzas a balbucear para dar sugerencias, presumir tu puesto de residente o simplemente para hacer notar que tu empresa es mejor que las demás.

Todo este párrafo que bien puede hacer las veces de exordio me sirve para presentarte, sin más espera:

Ingeniero Residente
¿Cómo dice que dijo?


Llegas algunos minutos antes de tu clase de las 19:00. Esperas sentado en una de las banquitas que se encuentran cerca del laboratorio y confías en que tus compañeros de clase se limiten a saludarte extendiendo su enorme mano sudorosa hacia tí y luego se callen. Pero por alguna desconocida razón, tus compañeros no se callan. Ya sea que comiencen a parlotear entre ellos o contigo, utilizan hasta el último hilo de castración incosciente que tienen para molestarte.
Afortunadamente, esto no dura mucho. Amigos de tus compañeros - que por añadidura son también tus compañeros - llegan y saludan efusivamente a sus amigos y secamente a los demás. Al suceder esto, las conversaciones entre tú y el resto de las personas disminuye progresivamente hasta desaparecer. Ahora simplemente son ruidos aislados que representan conversaciones entre dos personas, a veces, pero casi nunca, pensantes.
No sería muy diferente si en lugar de hablar civilizadamente se gritaran y comenzaran a lanzarse excremento.

Una agonía incesante, un dolor indescriptible. El tiempo se detine y solo te queda la soledad y un odio enfermizo hacia la hipocrecía que te ha condenado a ese infierno. Pasan varios minutos y tu tormento no termina. La conversación te ha destruido, pero, estás vivo.
Al ver que el profesor tarda más de lo normal, los atarantados sujetos comienzan a hacerse preguntas de la residencia.



Tal vez no sea así en todos los grupos o en todas las carreras, pero en mecatrónica ciertamente es importante tener un buen lugar para hacer tu residencia. Debes tener un buen sueldo, debes tener comedor gratis, un jefe buena onda, un escritorio aceptable, estar en un departamento en el que aprendas cosas de verdad, que sea una empresa internacional, que no te "negrén", etc.
La omisión de cualquiera de estos elementos te convierte inmediatamente en un blanco perfecto para cualquier tipo de bromas.
Que si está bien lejos, que no te alimentan, que trabajas más que un esclavo mientras otro te da ordenes, o que desde que llegaste se la pasan de fiesta en la planta. O te tiran carro porque realizas tus prácticas en una empresa que es tan internacional como las enchiladas potosinas y que aparte, se llama "Mecánica Gómez". O que si te vas de luna de miel con el gerente a otro estado, o que no mereces el trabajo que tienes y solamente estás ahí porque conoces a un goey que la hace de "gata", o que mataste a alguién para entrar a GM... O que porque estás en producción ya es mejor que estar en calidad, o porque estás en ingeniería te owneas al que le tocó en mantenimiento.



Uno de los tipos que más se enaltece al hablar de la empresa en la que tuvo la oportunidad de prestar sus servicios toma la batuta de la conversación y principia a comentar todas las "cosas maravillosas" que realizan en su empresa...

- Si goey, ahí en la empresa hacen un chingo de cosas. El cpK, el PPAP, el OTD, AMEF, ODDBox, SREA. El ISO TS 16949:2002 y el QS 9000.
Se avientan las gráficas de control de proceso, de control de flujo, de estudios de calidad, el estudio de probabilidad, PPAP Book y un chingo de madres.
Después de esta introducción al "complejo" mundo del control estadístico de la calidad y los procesos de cambios para clientes automotrices, el goey comienza a descremarse mientras "explica" todos y cada uno de los procesos que mencionó anteriormente.

¡Put's!.... ¡put's!... putísima y se casó de blanco... El goey se casaría con esos sistemas estadísticos de no ser porque está prohibido en todas las religiones conocidas.

Explica con amor casi maternal las sutiles diferencias que hay entre un cpK y un estudio de calidad común. Detalla con precisión milimétrica los elementos que hay que tomar en cuenta para un estudio metrológico completo y aceptable (por supuesto en su empresa), largo, ancho, alto, grueso, paralelismos, perpendicularidades, cilindricidad, planitud, oblicuidades, simetría, concentricidad, cabeceo, ángularidad, redondez, rasurado, acabado, etc. Curiosamente, son las mismas que toman en cuenta en las demás empresas.
Menciona sutilmente las discontinuidades aceptables para un cable de medidas estándar, y te hace ver que no aceptan el mínimo recomendado por las normas internacionales, sino que, además, piden estar por encima a todos sus proveedores.
Hace notar sutilmente que tiene un manejo considerable de los "complicados" programas que hacen estudios estadísticos básicos... un software que se encarga de obtener desviaciones estándar, medias, medianas, modas, relaciones de Poisson, regresiones lineales y cuadráticas... O sea... no mamar (de la sorpresa no puedo conjugar los verbos). Todo eso lo hace la Voyage... o Excel (y si no, un macro de unas 15 líneas de código sería suficiente). Creo que hasta Access puede hacer todas esas madres en sus bases de datos. No obstante, nos hace ver que en su empresa si tienen ese "programa especializado". Lo que no sabe es que todas las demás empresas también. Es un gasto innecesario de dinero, pero todas las empresas lo hacen. Está M'kay! aunque el chabo (si, con b) se siente la última Coca Cola del desierto porque ya aprendió a introducir datos al programa y dar click en un botón que hará todo el reporte por él.

Todos los presentes, fingen con paciencia que ponen atención a la basura que sale de su boca. Pensando para sí mismos que en las empresas para las que ellos trabajan, hacen exactamente lo mismo, tal vez con otros nombres, pero ciertamente es la misma mierda pero con diferente olor.

Prosigue con celeridad, no sin antes calar su cigarro, sintiéndose superior a sus compañeros por estar en una empresa que hace exactamente lo mismo que las demás, aunque no lo sepa; pero la gente ignorante es gente feliz. Y ciertamente el orador se ve muy feliz.
Uno de los oyentes, con una generosidad taaan grande que bien puede ser confundida con idiotez extrema, trata de aparentar más atención que los demás y realiza una pregunta, más bien tonta. En ella menciona que su jefe no es tan avispado como sería deseable. Él no sabe que se encuentra en la misma situación.
El orador, atendiendo a la pregunta del sujeto, tan amable como estúpido le sugiere un montón de cosas obvias:
- Haz bien tu trabajo, aunque no lo aprecie
- Siempre explícale si crees que está mal, pero no lo retes.

Pero la panacea de la conversación se da en el instante en la que el sujeto lo exhorta a que realice "5 S's"

- si goey, si tienes chingo de madres en tu escritorio, límpialo, recoge la basura, acomoda los papeles y documentos que puedas tener, y así hazle. Cosas como esas pueden abrirte las puertas.

¡Vergas!


Para el querido y teórico lector que no tenga ni idea de que coño son las 5 S's (se lee cinco eses), les mencionaré rápidamente que las 5 S's es un sistema de calidad creado por los japoneses hace más o menos 25 años. Se llama así porque las ideas principales del sistema se pueden resumir en 5 palabras (que en japonés comienzan con S) Seiri, Seiton, Seiso, Seiketsu, Shitsuke (Estandariza, Limpia, Organiza, Mantén y Responsabiliza). Y todo puede ser explicado básicamente en que los japoneses piensan que una empresa que tiene todo limpio, organizado y con una conciencia de estandarización es mejor que una que no la tiene.


¡Put's!
Los japoneses son la verga por tener la sobrenatural capacidad de observar las cosas más obvias. Y hacer de esta habilidad un sistema que sobrepasa fronteras.

Regresando a la conversación mencionada, el sujeto da una cátedra acerca de la aplicación de las 5 S's en tu escritorio.
M'kay! Supongamos por un segundo que eres tan holgazán, sucio o ignorante como para no mantener tu escritorio de trabajo medianamente limpio. Tu jefe te reprendería y te sodomizaría al notar tu horrible organización y limpieza.

No obstante, el amable y docto sujeto sigue explicando las bondades obvias que te da el tener tu lugar limpio. Solamente le faltó mencionar que si limpias puedes evitar enfermedades y la proliferación de fauna nociva. De hecho, pudo haber quedado perfecto un comercial de uno de esos lavatrastes que eliminan el 99.9% de las bacterias.
Todos siguen atentamente el balbuceo. Es como ver a un montón de niños mirar una televisión apagada. Sabes que su mirada está sobre la pantalla, pero desean ver otra cosa.
Es tan elementalmente notorio que la atención prestada al sujeto es más una cortesía que un deseo.

Al fin llega el profesor.
La conversación termina y lo único bueno que te queda es un tema para postear en tu blog. Al menos, agradeces por ello.

Tal vez este post no se parece en nada a los primeros post que realicé; pero pu's qué; al fin para eso es mi blog.


P.S. Sigo sin poder dejar comentarios en el blog "En la planta de tus pies"; eso me patea puesto que el último post fue en verdad refrescante. Demando que la autora active los comentarios y se me notifique inmediatamente. d-.-b
P.S.2 ¡Albricias! Ya he avanzado con el post de potabilidad. Lleva más o menos como 15%.
P.S. 3. DEBEN comprar la PlayBoy del 5ª Aniversario. La entrevista con Nicolás Alvarado y el reportaje de Stephen King valen los $50.00

martes, noviembre 06, 2007

Sexagésimo cuarto - Esperanza -

...Saludos querido y teórico lector. Vengo este día a compartir una de esas lecciones de vida para que cuando te sucedan las cosas a tí, estés al menos prevenido de qué es lo que pasará y para enseñarte que no importa lo que hagas no podrás cambiar nada de lo que te pasó. Así al menos, no tendrás la excusa de que nadie te advirtió o nadie te dijo que eso podría pasarte. Ahora ya lo sabes.



Hace poco escribí un post que hablaba de la vida y de las esperanzas que tuvo interesantes y variadas respuestas de pocos de mis queridos y teóricos lectores que se atreven a dejar un comentario. ¿Cómo es posible que mi blog tenga ya más de 800 visitas, con más de 250 visitas mensuales y únicamente tenga como mucho, 5 comentarios por post? Y aunque la mayoría se identifican como anónimos (órale con el oximorón), casi estoy seguro de que son las mismas personas...



Pero bueno, dejando a un lado todo esto, vengo a comentar que hace realmente poco, volví a tener uno de esos ataques de muy escasa lucidez y, por un momento, durante un instante infinitesimal tuve la efímera necesidad de sentirme esperanzado en algo.Y es que aunque la ya popular frase que Dio se dignó postear como comentario "Bienaventurados los que nada esperan porque no serán defraudados" golpeó como una patada en la entrepierna al despistado sentido común y nos pareció digna de una monografía es poco menos que una utopía.Porque aunque no lo desees, aunque te flageles cada que un futil rastro de esperanza desea ser elaborado, aunque supliques lastimosamente, habrá muchas ocasiones en las que te sentirás esperanzado.
Es algo inherente a la naturaleza humana. Es intrínseco de las personas racionales (y tal vez, de las no racionales) el desear algo y soñar con que van a obtenerlo. Algunas personas - como yo - tratan inutilmente de conseguirlo a base de esfuerzo. Otras simplemente esperan a que las circunstancias apropiadas se den y planean sigilosamente el ataque. Otras muchas simplemente se dan por vencidas y se la pasan soñando con que algún día, la vida recompensará su espera y les obsequiará lo que han deseado. Pero todos, invariablemente, desean algo y tienen la esperanza de conseguirlo algún día.



Tal vez tu enferma mente desea unas katanas para adornar el vacío que existe sobre tu televisión. Y digo, las cosas materiales siempre tienen una mayor probabilidad de concederte, puesto que simplemente son deseos efímeros que en cuanto cumplas serán disipados en el éter.Pero las cosas que en verdad deseas, las cosas que no son materiales, las cosas que tu subconsciente anhela se te niegan inmisericordemente. Ejemplos hay por docenas: el poderoso sentimiento de esperanza que tienes al ver tu 90 en física y luego, enterarte dolorosamente de que ni así pasas al concurso nacional. El imaginar elaborados escenarios en los que intempestivamente apareces con unas flores para felicitar a alguien cuando salga de su ceremonia de titulación y cuando llegas te das cuenta de que la ceremonia terminó mucho antes de lo que esperabas, por lo que todas las posibilidades que pensaste son destruidas y suplantadas por la única que no previste. Cuando más a huevo que de ganas solicitas residencia en GM, y, - como diría el autor - con una mano en la cintura y un dedo en el culo te mandan sonoramente a fastidiar a tu progenitora con un elegante mail que dice que después de una exahustiva selección encuentran tus resultados "No satisfactorios". O más tipicamente, cuando deseas con avidez el que tu madre no haya preparado caldo para comer y te encuentras con galones del mencionado, caliente como el infierno, burbujeando frente a tu repulsión como si de un duelo se tratara. ¿Más ejemplos querido y teórico lector? La esperanza es un ítem indispensable que viene incluido en todos nosotros desde fábrica. Y no podemos deshacernos de ella.La esperanza es lo que nos hace pasar todos los días de nuestras vidas. Salimos al trabajo esperando terminar pronto para regresar a casa a descansar de nuevo. Vamos a la escuela esperando conseguir un título que esperamos nos consiga un buen empleo que esperamos sea bien pagado. Algunos esperan tener una vida larga como mi cabello. Otros esperamos tener una vida relativamente corta (como mi visión). Otros más esperan ver a sus hijos crecer y ser personas de bien.
La esperanza es una debilidad que no podemos superar. Es como ser diabético, pero no nos impide comer golosinas. De hecho, los diabéticos tienen la esperanza de encontrar un medicamento que les permita comer golosinas.



¿Quién no ha esperado una llamada? Y no me refiero al sentido burdo de esperar como paso del tiempo. Sino a la espera silenciosa y angustiante de saber si alguien va a llamar o no, deseando que lo haga cada minuto más que el anterior.

El esperar algo es lo que nos mantiene al día. Si no lo tuvieramos no tendríamos por que levantarnos de la cama al amanecer. Esperas hacer bien tu trabajo, asistir aunque sea corporalmente a la escuela. Esperas tal vez que algo bueno te pase o que si algo malo va a suceder, que no sea a tí. Algunas personas desean que un cierto Pointer rojo, choque; otros más tienen la esperanza de volver a ver completa la camioneta que chocaron cuando la conducían y que para acabarla de molestar, no es de ellos.


Si no tuvieramos esperanzas, no haríamos nada. Nos levantamos de la cama para ir a trabajar porque tenemos que hacerlo, no porque lo deseamos o porque nos guste. Vamos a a la escuela porque debemos hacerlo, no porque esperamos aprender algo. Esa clase de pensamientos puede pasar por tu cabeza al momento de leer el parrafo anterior... pero no es así. Hacemos las cosas porque debemos, pero también porque esperamos que algún día cambie y tenga una metamorfosis en algo que nos agrade. De no ser así, cuando cruzáramos una calle no miraríamos hacia ambos lados. No espejearíamos cuando condujéramos. Simplemente dejaríamos que la vida siguiera su curso, arriesgándonos a morir dolorosamente por un atropellamiento en el momento en el que un ruta 9 te pasara por encima del cráneo después de golpearte secamente.Volteamos a ambos lados, espejeamos y demás precauciones porque esperamos que algo suceda si no lo hacemos. Esta esperanza, aunque es en contra nuestra es un tipo de esperanza; pesimista pero esperanza.

Como ves, querido y teórico lector. La esperanza es un sentimiento innato. En la mayor parte de las ocasiones es un sentimiento desagradable, puesto que inconscientemente sabes que lo que deseas no se logrará, pero no quieres creerlo. En otras ocasiones, el simple hecho de soñar con que tu deseo puede ser cumplido cabalmente es suficiente para muchas personas. O nunca han fantaseado con ganarse la lotería o el Melate o una de esas rifas que hacen las revistas para pasar un fin de semana en una de las famosas fiestas de Play Boy. Según recuerdo, ya hasta sacan comerciales de... "Y tú, ¿qué harías?"
Pero entonces... si la esperanza es algo que no es útil para los humanos, entonces porqué la tenemos y más importante aún. ¿Por qué la necesitamos? Llegamos a un punto retórico; la esperanza es inútil, pero la necesitamos.



Aprende a decepcionarte, pues es la única manera en la que no te decepcionarás.

P.S. Por alguna enferma razón, no puedo dejar comentarios en el blog de BsO... Eso, en efecto, me patea.

sábado, octubre 27, 2007

Sexagésimo tercero - Cosas que deseo hacer antes de morir -

Esta es una pequeña lista de las cosas que deseo hacer (o que me hagan) antes de morir:

Menage à trois con gemelas japonesas.
Embriagarme tanto que al otro día no recuerde nada de lo que sucedió.
Escribir un libro
Refutar una tesis doctoral
Escuchar a una francesa decir "Basez moi" mientras lo hago
Viajar al espacio
Decirle a varios de mis profesores a la cara lo malos que fueron en sus materias.
Arrojarme del bungie.
Aventarme de un avión con paracaidas.
Pelearme a golpes con alguien por el puro placer de hacerlo.
Destruir alguna cosa cuyo valor sea superior a $1000.00 USD.
Ganar un premio Nobel.
Romperle una guitarra en la cabeza a alguien.
Robar un beso.
Que me robaran un beso
Acelerar de 0 a 100 Km/h en 5.4 segundos.
Hackear una base de datos con encriptación de 512 Mb.
Tener una calle con mi nombre
Tener un día en mi honor
Aumentar mi IQ 20 puntos.
Vengarme de los que me asaltaron x 4
Conseguir una alienware de última generación
Dejar de sentir la frustración que relaté hace algunos posts.
Escribir una carta
Partir una sandía con una katana
Comprar un automóvil de lujo y chocarlo en la primera curva.
Robarle un dulce a un niño

lunes, octubre 15, 2007

Sexagésimo segundo - In memoriam -

"The wonder of the world has gone,
I know for sure
all the wonder that I wanted
found in hell as an all becomes a part
strike to burn and the flame returns"

- "El mejor amigo es el que acaba de morir" - Nos dice Gabriel García Márquez en su popular novela "Cien años de soledad" y en una ocasión como esta, no podría estar más de acuerdo...

Mi abuelita ha fallecido. Así de fácil como lo lees, así sucedió. Después de algunas semanas de constante desmejoría, llegó al hospital en la mañana, y en la madrugada cerca de las 02:00 expiró. Desde las diez de la mañana que mi primo habló desde la ciudad de México usando un lenguaje extraordinariamente amable y poco ofensivo se nos preparaba para un desenlace triste. Hoy a las 02:12 mi primo vuelve a marcar para transmitirnos la noticia.

Con inmesurable tristeza escribo estas líneas que confío sean suficientes para parecer al menos por un segundo, un patético esbozo de un reconocimiento post mortem.

Mi abuelita había vivido una vida larga y plena. Murio sin sufrir mucho y dejó un legado que ha cambiado a muchas personas. Esto debería servirme de consuelo, pero entonces... ¿Por qué me duele tanto?

María. Ese era su nombre. Un nombre tan común como extraordinaria su bondad. Mi abuelita siempre fue mi abuelita. Nunca fue la abuela o la ruca. Era simplemente mi abuelita Mari. El diminutivo tal vez era debido a su pequeña estatura, pero yo siempre lo consideré como una muestra implícita e impertérrita de cariño hacia ella.Recuerdo con nostalgia las veces que me reía cuando tomaba su matamoscas de medio metro de largo y atacaba a un insecto en la pared estirándose totalmente y asestaba un sonoro golpe contra el desprevenido insecto. Las veces que me regañaba por ver tan cerca la televisión y cuando íbamos al mercado y le exigía me comprara alguna golosina. Evoco alegremente las noches en las que mi abuelita nos cantaba a mi hermano y a mí viejas canciones infantiles que tanta gracia nos causaban y que le pedíamos una y otra vez que repitiera.

Mi abuelita, aunque vivía a más de 500 Km de mí, siempre fue mi mejor amiga. Las temporadas cuando venía de visita alegraban la casa. Siempre preguntándome de la escuela, de mis amigos de la primaria (que fue con los que más convivió) y en los últimos años, teniendo interminables discusiones teológicas. Nunca me enojé con ella, por ninguna razón. Quiero creer que nunca le dí motivos para que se enojara conmigo.
Chapada a la antigua, mi abuelita evitaba el contacto innecesario con los artefactos de emergiente tecnología. Le costaba un trabajo colosal aprender lo necesario para encender la TV; usaba un teléfono de disco puesto que los de tonos la confundían. Creyente como pocas personas, siempre nos obligaba a asistir a misa los domingos. Recuerdo como jugaba con ella y le hacía un suave candado maestro mientras cocinaba.

Nunca se dirigió de mala manera a nadie. Nunca se refería a las personas de manera despectiva o arrogante. Siempre actuaba con una humildad acarreada desde su infancia feliz y su dura adultez. Perdiendo a su primer hijo pocos días después de nacer, superó la tristeza y tuvo dos hijos más y una hija - mi madre -. Separada de su esposo crió a sus tres hijos ella sola.Según cuenta mi madre, mi abuelita se iba a trabajar temprano como costurera. Regresaba en la noche y lo primero que hacía era lavar el uniforme de todos para que al día siguiente fueran presentables a la escuela. Ella crió a sus hijos, a los hijos de sus hijos y a los hijos de los hijos de sus hijos. Siempre procurando darnos todo cuanto le era posible. Con celeridad nos llevaba a la escuela, nos preparaba la comida, nos cantaba en la noche y jugaba con nosotros los fines de semanas. Moderna de pensamiento se aseguraba de que pasaramos un buen momento platicando con ella. Era más fácil hablar con ella de ciertas cosas que con mis padres.

Mi abuelita era una ancianita muy activa. Nunca le gustó estar sentada. Siempre realizaba cualquier actividad que pudiera ser realizada. Desde molesto quehacer hogareño hasta las reuniones en su "Club de ancianitas" donde practicaba aerobics, caminata, manualidades, etc. Trabajadora como ella sola se ganó la admiración y el respeto de todos los que llegaron a conocerla. Simpática y alegre mostraba siempre una sonrisa. Su sonrisa, acarreada por los años mostraba su boca arrugada y su dentadura pobre, en la que solo quedaban los rastros de dos dientes con su gualdo color.

Afortunadamente mi madre estuvo con ella hasta el último momento. Desde el principio de su convalecencia hasta el mismo segundo en el que dejó de existir. Imagino pero no vislumbro la sensación horrible que mi madre ha de haber sentido. Desolada, entre sollozos e imagino lágrimas interminables nos telefoneó a las 03:00 para avisarnos del descenlace de la convalecencia...
Completamente destrozada, pregunta suplicante si iremos para allá. No tanto para celebrar las exequias, sino para tener a alguién que la soporte en su dolor para evitar que se derrumbe. Mi padre y mi hermano pudieron ir. Ese mismo día a las 04:00 estaban abordando el autobus que los llevaría hasta la ciudad de México. Yo, con las obligaciones de un residente y todavía un estudiante, me limité a quedarme aquí. Abrumado por el hecho de estar consciente de que debería estar con mi madre y mis tíos. Pude haber pedido permiso... casi estoy seguro de que me lo hubieran otorgado. Pero ya he pedido demasiados y ciertamente pediré aún más. No puedo abusar de mi suerte, con la que de por sí, nunca me he llevado muy bien.

Aunque mi padre y mi hermano siempre parecían indiferentes hacia el destino último de mi antepasado favorita, la noticia los conmovió. No lo aceptará, pero afectó a mi hermano. Cuando supo la noticia lo tomó como se esperaría de una persona que trabaja en una funeraria. Pero conforme pasaron los minutos su actitud fue menguando. Comenzó tranquilo, después su semblante cambió a frustrado y luego a triste. Mi padre se sobrecogió con la noticia. Los que conocen a mi padre saben que siempre está feliz, sonriendo y sobre todo, castrando. Pero esta vez, solo se quedó callado. Mi padre ha sentido en carne propia lo que es perder a su madre y empatizando con mi madre no dijo nada. Rápidamente hicieron los preparativos para su partida a la ciudad de México. Todos nos fuimos callados, sin decirnos nada hasta la central camionera. Había un pacto implícito de silencio. Lo importante era que llegaran rápidamente con mi madre y la consolaran, la dejaran desahogarse y finalmente estar con ella.

Siempre he sido muy malo para recordar fechas. Todas las fechas de algún acontecimiento de mi vida o de la vida de alguién que me rodea debe ser anotado en mi celular con un elegante recordatorio. Sin embargo, el día de la muerte de mi abuelita no será olvidado. Y no por ser una fecha especialmente dura, sino por que mi cumpleaños llegó como un ave de mal agüero un día antes del fin de la historia. La última vez que hablé con mi abuelita fue el día de mi cumpleaños.

Mi madre me habló por teléfono para felicitarme y aprovechó para pasarme a mi abuelita. Cierta niñita recordará el incidente. Me preguntó cómo me la estaba pasando y me deseó muchos años más. Su voz se escuchaba particularmente débil y sentí como si ella estuviera soportando un silencioso dolor. Tengo la fortuna de que al menos me despedí de ella. En esa conversación, le dije que se cuidara, que se portara mal y luego le dije adiós con el tono despreocupado y carismático que diferencía mis saludos de los de las demás personas. No fue la mejor despedida, ni la más emotiva, pero ciertamente fue una despedida. Al menos, no le dije "Me traes unos tlacoyos" como últimas palabras.

Sus bisnietos crecerán y tal vez olviden que alguna vez conocieron a su abuelita Mari. Pero sus nietos, sus hijos, sus hermanos y todas las personas que alguna vez la conocieron, la trataron o se acercaron a ella la recordaremos toda la vida.

Yo no soy creyente. Soy devotamente ateo. Pero mi abuelita era católica. Creyente de Dios y de la iglesia en un grado superior al de todas las personas que haya conocido. Querido y teórico lector; si alguna vez te pasé una tarea, un examen, te expliqué un problema o te resolví una duda, si alguna vez has leído este blog y te ha hecho reir o llorar o si por una centésima de segundo alguna vez llegaste a sentir cierta simpatía por mi persona, te pido suplicante que eleves una plegaria, una oración o un rezo por mi abuelita. Si como yo, no eres creyente espero que al menos le dediques un pensamiento agradable a su memoria.Se que eso le hubiera gustado.

Terminaré este post ahora. La vida sigue y no me resta nada que decir. Escribo este post no para causar lástima, sino para poder desahogar mis pensamientos de una manera en la que no tenga que gritar y maldecir a la vida, que se lleva a las personas buenas y deja a las malas... Con el estoicismo que da el uso de frases ya prefabricadas solo me resta decir:


Descanse en paz: María Marín Hernández. La persona a la que le debo todo lo bueno que soy ahora.