viernes, febrero 03, 2012

Centésimo quincuagésimo tercero - Se fue la luz -

Hace una semana más o menos estába en la flojera en mi casa cuando repentinamente menguó la energía eléctrica hasta que finalmente cesó. Eso generalmente pasa cuando hay mucho aire, ya que mi casa se encuentra en una colonia en la que la mayoría de las casas tienen árboles muy grandes y estos rompen cables con sus ramas. 
Después de esperar un par de horas sin energía eléctrica, completamente aburridos y hastiados, nos percatamos de que la energía eléctrica ya estaba normalizada, principalmente porque un vecino puso su música a un nivel suficiente para patearme las bolas. Sin embargo, aunque todos los vecinos parecían tener electricidad, mi casa seguía en la penumbra. Eso ya se me hizo raro. Primero pensé que eran los tapones (elementos muy viejitos antepasados de las ahora muy comunes pastillas termoeléctricas). Pero como ingeniero que soy, las revisé y resulta que estaban a toda madre. Para verificar que no fueran, tomé mi multímetro y medí el voltaje que en teoría nos estaba entregando CFE: 0 V. La falta de mis 127 V de Corriente Alterna me perturbó, sobre todo porque todos los demás vecinos sí los tenían.

Haciendo una inspección minuciosa, logramos descubrir que el culpable de que no tuviera energía eléctrica era una rama que rompió el cable que va desde el cableado de CFE a exactamente mi casa. Ningún otro cable fue afectado. ¡Eso es una puta suerte!

A partir de ese momento se sucitaron una serie de hechos que relataré aquí en forma de bitácora. Ya que no tenía energía eléctrica, no había forma posible de entretenerme: no tenía TV, no tenía computadora ni Internet y no tengo uno de esos SmartPhones que tienen 3G y que seguramente en su siguiente versión podrán compartir 127 V así como comparten el 3G, así que redacté una bitácora en papel y la transcribo aquí.

Sin más que agregar, querido y teórico lector te presento:

Reputísima CFE
No volvamos a pelear, chiquita.


Hora 0.- Se fue la energía eléctrica. Ok, está haciendo aire no es raro. En un par de horas se arreglará.
Hora 2.- Todavía no llega la energía eléctrica. No deben tardar.
Hora 3.- Mi madre no puede cocinar lo que planeó. No hay licuadora. Se tiene que improvisar algo sencillo. 
Hora 4.- Todavía no llega la luz. Seguramente los huevones de mis vecinos no han reportado la falta de luz, así que hablo por teléfono para reportarlo. Efectivamente me dicen que es el primer reporte. Tiempo de espera para que vayan los técnicos: de 1 a 10 horas.
Hora 5.- Gasto los últimos 10 minutos de batería de mi laptop haciéndole saber al mundo mi status. Me entero que efectivamente, mi casa es la única sin energía eléctrica.
Hora 6.- La lectura se vuelve tortuosa sin electricidad. Ya está oscureciendo.
Hora 6.5.- Realizo la segunda llamada a CFE. Me dicen lo mismo: tiempo de espera, de 1 a 10 horas.
Hora 7.- Ya está oscuro. Encendemos velas.
Hora 9.- Comienzo a sentir los estragos del síndrome de abstinencia: No Internet, no TV, no libros. Me veo en la necesidad de platicar con mis padres.
Hora 10.- El aburrimiento nos vence. Vamos a dormir.
Hora 16.- Despierto. Todavía sin energía eléctrica. Desorientado trato de mingir. 
Hora 19.- Tercera llamada. Se disculpan en CFE. No es normal, dicen. Tiempo de espera de 1 a 10 horas. Me siento mal. Tengo gripe. Bastante.
Hora 24.- La luz solar hace llevaderas las cosas: puedo leer y desayunar. Me pregunto cuántos mails sin leer tengo. Imagino que son alrededor de 10. No saberlo mi incomoda sobremanera. Mi madre improvisa comida con lo que hay en el refrigerador, de lo contrario, pronto comenzará la putrefacción.
Hora 25.- Mi padre piensa que son los tapones. Verifico con multímetro que no sea así. Él no me cree. El hastío y la desesperación hace que él dude de mis conocimientos.
Termino de armar un cubo de Rubik de 4x4x4. La paridad me tomó las últimas horas y creo que es lo que me mantuvo cuerdo. Comenzamos a mostrar síntomas de paranoia: cada pequeño ruido, cada sombra que vislumbramos a través de la puerta nos parece un escuadrón de la CFE. Repetidos fallos deberían enseñarnos, pero al contrario, magnifican la expectativa.
Hora 27.- Nueva llamada. Nos dicen que el reporte fue pasado a la supervisora y no deberían tardar mucho. Mucho es un término ambiguo. En esta misma hora llamamos desde la casa de un vecino. Nos estamos convirtiendo en un dolor en el trasero para la persona que nos responde.  Me preocupa mi novia. No he podido comunicarme más allá de un escueto mail hace más de un día
Hora 30.- Estoy en estado catatónico. Respondo como autómata a lo que dice mi padre: sí, no. La oscuridad ya es total. No puedo hacer otra cosa más que ver pasar el tiempo. ¿Es que realmente dependo tanto de la electricidad? Nuevamente me pregunto por mis correos. ¿Cuántos serán? ¿De quienes? ¿Habrá alguien que me escribió necesitando una respuesta inmediata? Prometí entregar unas gráficas hoy. ¿Entenderán mi situación? Eran realmente urgentes.
Hora 32.- Mi madre platica sobre la muerte de mi abuelita. He escuchado esa historia varias veces, sin embargo, parece de alguna manera a ayudar a mi madre a sobrellevar la imposibilidad de hacer algo por las noches.
Hora 45.- Despierto. Veo un resplandor entrando por mi puerta ¡Debe ser energía eléctrica! Me levanto como niño en Navidad y enciendo la luz. Sólo el sonido de mi mandíbula rumiando mi decepción se activa. El resplandor era simple luz solar.
Hora 48.- Nueva llamada. Nos aseguran que ya no tardan, en una o dos horas llegan. Nos indican que alguien debe estar en la casa en todo momento para recibir a los de CFE. La comida en el refrigerador comienza a mostrar signos de descomposición. Tenemos esperanza, pero nos mostramos escépticos.
Hora 49.- Mi celular se queda sin batería. Ahora sí estoy preocupado. No sólo no me he comunicado con nadie, ahora tampoco podrán comunicarse conmigo. 
Hora 50.- Nueva llamada. ¡50 horas! Me pasan con el supervisor. "Hoy mismo se arregla", me asegura. Ya llamaron al centro operativo y no deben tardar. Mi madre hierve lo que puede del refrigerador para evitar su putrefacción.
Hora 53.- Otra llamada. Si no llegan en las próximas horas oscurecerá y no vendrán hasta el siguiente día. El aburrimiento comienza a convertirse en ira.
Hora 69.- Una llamada más. El reporte ya lo tiene la cuadrilla, deberían llegar pronto. Lo mismo de siempre. Lo único que sobrevivió a la putrefacción son unos frijoles que mi madre hirvió. Se convirtieron en un buen desayuno. Consideramos ir a las oficinas de CFE, pero dudo que ayude. No creo que tengan un "Centro de atención a quejas de más de 60 horas". Mi madre ya muestra signos de desesperación. Ella no es buena escondiendo que está nerviosa. Mi novia ya debe estar enojada. No me he comunicado con ella en más de tres días. Seguramente me ha escrito mails, enviado SMS o inclusive tal vez me habló por teléfono. Debe pensar que estoy enojado con ella. He gastado todo mi dinero en antibióticos y no me sobró ni $6.00 para un cyber. Además, no tengo ganas de salir. Me lloran mis ojitos.
Hora 72.- Ya tres días. Uno supondría que te acostumbras con el tiempo, pero cada vez se hace más pesado.
Hora 76- ¡Llegaron! Finalmente llegó el técnico. Le toma 10 minutos evaluar la situación, traer una escalera, cortar unos cables por aquí, pegar unos cables por allá y finalmente tenemos energía nuevamente. Esperamos 76 horas para que un técnico arreglara el problema en 10 minutos. Y sólo tuvo que suspender la energía de la calle por más o menos 30 segundos. 


2 Personas con IQ alto han comentado:

dio dijo...

logro desbloqueado
usted ha sobrevivido un holocausto eléctrico y sigue vivo después de 3 días de no comunicarse con su pareja felicidades

G L O R I A dijo...

Ja! Me encanta leer tus tragedias.

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