viernes, mayo 05, 2006

Trigésimo segundo – Ir y venir –

Hola mi querido y teórico lector. Hoy, vengo a amenizarte la vida con otra de las clásicas entradas que mi ocio me permite. Por haber expelido flojera por cada uno de mis poros, ahora, tengo chingos de tarea, además, de que tengo que estudiar un buen. Sea como sea, estoy aquí, evitando tu suicidio por no soportar que no escriba para ti.

Hace algunos días, me dispuse a comprar ciertos ítems indispensables para la escuela. Para este fin, decidí trasladarme al centro de la ciudad, que es en donde está la mayor aglomeración de expendios de ítems escolares. Pero no todo es tan fácil. El centro está más o menos a unos… 20 minutos de mi casa, viajando en el transporte público por excelencia… el camión urbano.


Así, ahora te presento:

Transporte Urbano
¿Cansado de soportar el horrible hedor de sus compañeros de viaje?

Así, sin más ni más, lo abordé, como siempre, esperando todo lo que a continuación relato:

Primero, me acerco a la parada del camión. A lo lejos lo veo venir… ruta 9. M’key, este me lleva. Lo veo más de cerca y veo lo viejo y corroído que está. En ese momento, recuerdo cuánto alboroto se hizo acerca del aumento del precio del pasaje. $4.50. Por esas unidades más viejas que mi anciana tía. Bueno, siendo sinceros, no son tan malos. Al menos están mejor que en Tamaulipas y Querétaro. Además, aquí en S.L.P. no hay microbuses.

El amable conductor (nótese que usé el adjetivo de amable como un sarcasmo), impecablemente uniformado (también eso es sarcasmo), me pidió el importe de mi pasaje. Al carecer de cambio, pago con un aceptable billete de $20.00. El confundido conductor, me pregunta…

- ¿No traes los $4.50?

- No.

- ¿O $0.50?

- No.

Digo, no entiendo, si hubiera traído los $4.50, ¿No sería más fácil si se los hubiera dado? Así no tendría que estar cargándolos y cambiar el billete que pronto desaparecerá. ¿No es obvio? Pues tal vez para el sudoroso conductor no lo era tanto.

De mala gana me da el cambio. $14.50. Un momento… ¿$14.50? Digo, no soy un genio de las matemáticas que haya ganado algún premio de ciencias básicas, pero siento que aquí faltaba algo. De manera amable, solicito al operador que revise concienzudamente el cambio que acababa de darme.

- Disculpe… Falta un peso.

- ¿Qué? Por un peso… Chales.

- Sí, bueno, considerando que si yo le hubiera dado sólo $4.00 usted no me hubiera dejado abordar la unidad, creo que es justo pedir mi cambio exacto.

El infeliz operador, enojado, si era posible, más sudado que antes, me da el peso… en monedas de $0.20. Cinco doradas monedas. Bastardo. Más enojado que cuando subí a la unidad, me dispuse a sentarme… ¡Ja! Bonito sueño. Era un ruta 9, en viernes y en la tarde. Es más fácil encontrar a un plomero en domingo que un ruta 9 vacío. Todo estaba lleno. Ni modo. Cansadamente avancé hasta donde los demás pasajeros que estaban de pie, me lo permitieron. Intempestivamente, una señora, gorda, muy gorda, por no decir pinchemente obesa, salió de su letargo de los brazos de Morfeo, para darse cuenta de que habíamos arribado a su parada. Se levantó como si tuviera un resorte en el trasero. Rápidamente trató de movernos a todas aquellas personas que estábamos paradas para poder pasar. Ergo, los empujones comenzaron. Se escuchaban diálogos como:

“¿Qué le pasa?” “De perdido, pida permiso” “Comper”.

Luego llegó el colmo.

Cuando trató de pasar junto a mí, no lo logró. Tal vez sea por que mi mochila la estorbaba, o tal vez por su enorme culo, no se, imagino que tal vez las bolsas de Aurrera que llevaba una señora que estaba sentada del otro lado también intervinieron. Tratando de ignorarla, tomé mi mochila y la hice a un lado. Pegué mi pelvis al asiento que estaba delante de mí, para tratar de ocupar menos espacio activo. Pero la perra infeliz, que espero que Dios la tenga en el culo del Diablo, me dijo:

- Quítate.

¿Qué? ¿Qué? M’key, hubiera entendido un con permiso, o de perdida un, “quítate POR FAVOR”. Pero la desgraciada, sólo dijo quítate. Debo admitir que la altanería y la soberbia con lo que me lo dijo, me sorprendió por algunos segundos. Pero en cuanto reaccioné, hice todo lo posible para que la desgraciada no pasara. Dejé la mochila en su lugar, ocupé más espacio del angosto pasillo del camión e hice mi espalda hacia atrás. Justo cuando divisé que alcanzaba a pasar, avancé hacia el lugar disponible del pasillo que la señora buscaba. Esto es una práctica muy común en SLP. Tratas de avanzar y justo cuando vas a lograrlo, algún goey se mete. Shit Happens.

Después de al menos, dos paradas siguientes a las que ella hubiera deseado descender, logró llegar a la puerta y timbró. No obstante, el conductor también mostró su idiosincrasia y la bajó más o menos otra cuadra después de lo que la señora hubiera deseado. Al fin, algo de justicia divina.

Al pasar algunos minutos, al fin se desocupa un lugar y me siento. Pocos segundos después, escucho como se abre la puerta trasera sin que nadie haya tocado el timbre. Sólo puede significar una cosa…

Los clásicos tipos que se suben a berrear en los camiones. Justificando que es mejor hacer eso que robar. M’key, tal vez tengan razón, pero no sería todavía mejor que buscaran un empleo. La mayoría de ellos se ven grandes y fuertes.

Sea como sea, es mejor ellos que los patéticos payasos que se suben a contar el mismo chiste desde que tengo memoria.

Ta’ weno, los tipos se suben y comienzan a cantar sus canciones populares que sólo ellos conocen. La ironía, es que el conductor lleva el estéreo a un volumen considerablemente alto. Los sonidos se mezclan y se escucha peor que cuando los sonidos estaban solos.

Gracias a los Dioses, he llegado a mi destino. Trato de descender, pero el tipo que está cantando, usa su guitarra para indirectamente decirme que me dejará bajar más fácilmente si les doy algo de dinero. Por ningún motivo lo haría. Así, que comencé a empujar al tipo, suavemente. Al fin entendió que no le daría ni un botón y me dejó pasar.

Descendí del autobús y comencé a caminar, pensando en lo que me esperaba de regreso… mal olor, mucha gente, mucho ruido, mucho desprecio y hasta la posibilidad de perder mi cartera.


Dejando a un lado la broma y demás, quiero mandar una enorme felicitación al, ahora Ing. Franco, por haber logrado titularse por promedio.


Francote... muchas felicidades. Ahora sigue la maestría.

2 Personas con IQ alto han comentado:

Anónimo dijo...

Considerando nuestra condición innata a sudar heredada de nuestros antepasados simiescos ademas de la cultura anti-higienica adoptada en un principio por esa parte creciente de nuestra comunidad potosina que suele andar en patineta y/o bicicleta y que en mi afan por clasificarlos (sin exito) he decidido llamarlos simplimente zarrapastrosos, debiste preveer que una conjunción de los factores antes expuestos. en un espacio sumamente reducido y sin ventilación derivaria en una situación tan incomoda, estresante y mareadora como por la que paseste, por lo que mi recomendación para ti es:

!!!!!!Comprate una moto¡¡¡¡¡¡ jeje y ya dejate ahi huevon.

Anónimo dijo...

Primooooooooooo!!!

Comprate una Lap!!!

Publicar un comentario

Ándele, deje su comentario.
Gracias.