martes, junio 19, 2007

Quicuagésimo cuarto - Ausencia -

Saludos querido y teórico lector. Me congratulo en mi persona al saber que estás leyendo estas líneas, querida y teórica lectora (jolie poupée) de cuyos hermosos ojos cafés ya he hablado y he sido cuestionado infinidad de veces.

Contrario a la consiga no escrita del blog, haré una pequeña actualización a sólo unos pocos días de que salió la anterior; y no esperaré todo el mes para postearlo. Esto es, porque afortunadamente, ya termine este semestre (en el que aprendí a no confiar en la gente), que ha sido de altibajos tan pronunciados como los juegos mecánicos de Six Flags; pero que sin embargo logré superar; y la única razón por la que podría reprobar es por que mis profesores son unos: desgraciados bastardos, ancianos impotentes, suripantas frígidas, ojetes de porquería, castrosos mamones, sólo por mencionar algunos eufemismos sutiles para lo que serían en caso de que me reprobaran.

Pero bueno, dejemos a mis profesores y pasemos al tópico de este thread.

Por razones ajenas a mi voluntad, mi madre se fue de viaje a la ciudad de México, dejando a tres machos solos, hambrientos, inútiles y lo peor de todo, con toneladas de quehaceres hogareños. Al parecer se quedará por allá a cuidar a uno de mis antepasados (A.K.A. mi abuelita) durante algunas semanas más. Por tal motivo, mi padre, mi hermano y yo, debimos repartirnos las labores del hogar. Sin embargo, esto no fue tan sencillo como suena…

Sin más preámbulo que las líneas que verás a continuación, te presento:

Labores Hogareñas
Mira la gelatina… está temblando

M’kay! Son las 14:06 del domingo. Mi madre acaba de partir en su travesía al D.F. Sabemos que le espera tráfico, manifestaciones, posibles asaltos, preocupaciones por el cuidado de su madre enferma, etc. Pero también sabemos que todo lo que sufrirá mi madre es una pequeña parte de lo que tendremos que enfrentarnos mi padre, mi hermano y yo.
Mientras esperamos en la central de autobuses, sutilmente, intercambiamos miradas. Sí, efectivamente, todos sabemos lo que nos deparan esas largas semanas de ausencia de mi madre. Con sonrisas irónicas y acotaciones mordaces, regresamos a casa, comentando languideces sin importancia. Nadie quiere hablar de lo que nos depara. Finalmente, sabiendo que si no digo algo pronto, el resto de mi familia desaparecerá y me dejará todos los deberes a mí, decido hablar, sin dejar de notar cierta cara de molestia por parte de los demás integrantes:

Teh Dib.-M’kay! Todos sabemos lo que nos depara. Si deseamos sobrevivir de una manera más o menos decente, tendremos que dividirnos el trabajo. No me agrada, pero así tiene que ser. (Mierda, a ver si puedo hacer que ellos hagan todo el trabajo).
Padre de Teh Dib.- ¡Safo!
Hermano de Teh Dib.- ¡Safo!


No, al parecer será un poco muy imposible (puts!) hacer que ellos se encarguen de todo el trabajo. Bueno, esperemos hasta llegar a la casa para observar que tenemos que hacer.

Después de algunos minutos, llegamos a mi casa. Nunca había visto mi hogar tan grande. Entramos y observamos… la mesa tirada, todas las camas deshechas, los pasillos sin barrer y trapear, las habitaciones desordenadas, los platos del desayuno en el fregadero, la ropa sucia exactamente en el mismo lugar en donde la dejamos la noche anterior, la sala desordenada, el patio sucio, las plantas sin regar, las mascotas hambrientas, la ropa del día siguiente sin planchar. El que mi madre haya tenido que salir tan intempestivamente el mismo día en el que le avisaron que mi antepasado estaba enferma nos golpeó fuertemente.

Ahora bien, antes de poder decir cualquier cosa, mi padre y mi hermano, al observar el tiradero, argumentan con la seguridad que les otorga la flojera:

Hermano y padre de Teh Dib.- Ya me tengo que ir a trabajar.

Pero antes de que pudieran siquiera reaccionar, me atrincheré en la puerta y con la autoridad que me da el tener el I.Q. más alto de la casa (y tal vez el más alto que hayas conocido), les dije:

Teh Dib.- No salen de la casa hasta que al menos, tiendan su cama y recojan sus respectivas habitaciones. (¡Cha! A que no se lo esperaban)
Luego, siguió una conversación más o menos así:

Padre de Teh Dib.- No, pero es que en serio…
Teh Dib.- Shhhhh
Hermano de Teh Dib.- No, yo ya me…
Teh Dib.- Shhhhh
Padre de Teh Dib.- Es que ya se me está haciendo ta…
Teh Dib.- Shhhhh

Teh Dib.- Shhhhh
Padre de Teh Dib.- Ya me….
Teh Dib.- Ya había dicho un Shhhh por adelantado, entonces no debías haber hablado.
Hermano de Teh Dib.- Ya me voy a…
Teh Dib.- Shhhhh.

Después de algunos tensos minutos de negociaciones, aceptaron – no de buena gana – el ir a recoger sus habitaciones y a tender sus camas, mientras yo hacía lo propio. Cuando terminaron, hábilmente escaparon y me dejaron solo con toda la casa.

Comencé a recoger la sala y el comedor. Periódicos, papeles, servilletas, bolsas, envolturas, todo se fue a la basura. Los platos los pasé a dejar al fregadero y comencé a cubrir los sillones con el lienzo que tenían. Emprendí la tarea de barrer la casa e inmediatamente después de barrer, preparé todo para trapear. El pesado proceso de trapear se hace más complicado cuando eres un holgazán como yo. Pero al terminar miré con un halo de satisfacción el resultado de mis esfuerzos. Una casa limpia, que olía bien. Después, me decidí iniciar a lavar los trastes. Justo cuando estaba por empezar, escucho el ruido que hace mi mascota cuando tiene hambre; mueve su plato de un lado hacia otro por todo el patio y lo arroja contra cualquier cosa que pueda hacer ruido. Recuerdo que el Oso (no me pregunten, yo le digo perro), no tenía comida. Rápidamente salgo a la tienda, compro algunos Kilogramos de Pedigree y salgo apuradamente a servirle las croquetas.
Para los queridos y teóricos lectores que no conozcan a mi mascota, les diré que desconozco qué raza es, pero es grande. Cuando se para en dos patas me llega al pecho, y yo mido 1.86 m (según la máquina de Plaza Sendero).

Justo cuando salgo, el perro se abalanza contra mí. Sus patas chocan pesadamente contra mi abdomen y lentamente se van deslizando hacia abajo, dejando por toda mi ropa manchas de sus patas y por toda mi piel (abdomen y piernas) el recuerdo doloroso de sus afiladas garras.
Después de gritar como niña y exigirle al perro que dejara de rasguñarme, pareció notar que llevaba su comida y hábilmente dio un salto hacia atrás y me dejó proseguir con mi acción. Ya que estaba en estos menesteres, decidí cambiar su agua.

Cuando me disponía regresar a mis labores, observé con desagrado, que los perros no sólo son los mejores amigos del hombre. También son poderosas máquinas de excretar capaces de soltar cantidades repugnantes de pelo por todos lados. Con todo el aborrecimiento que podía emanar, recogí las emisiones del perro, su pelo y, con el cuidado de un neurocirujano lo deposité en una bolsa que cerré casi herméticamente. Posteriormente, la cubrí con otra y luego otra, selladas prácticamente al vacío.

Al terminar todas esas labores, comencé al fin a lavar los trastes. Esta actividad nunca me ha desagradado del todo, pero eran DEMASIADOS platos, vasos, cubiertos, ollas, cacerolas, etc. Casi desee que mi madre no hubiera hecho menudo para desayunar. Tomé un CD con varias canciones en mp3, lo puse en el DVD y con un volumen considerablemente más alto del que está normalmente, lavaba los platos mientras balbuceaba desafinadamente canciones como “I will survive”, “Real American”, “Shut your fucking face unclefucka”, “Eye of a Tiger” ó “The Internet is for Porn”.
Terminé la labor del lavado de platos con saldo blanco… bueno, casi; solo un vaso fue víctima de mis descuidos y ahora está en el paraíso de los vasos.

Mientras holgazaneaba y veía la TV con desgano, una sensación primitiva me invadió. Ya era relativamente tarde y no había comido. Sentía hambre. Abrí el refrigerador y descubrí que había cosas deliciosas para comer… si estuvieran preparadas. Pero como todo estaba en su estado de materia prima, la flojera me atacó y decidí ir a comprar algo.

De esta manera, logré hacerme de un poco de arroz, rollos de carne y cerdo con verduras que, aunque no lo creas, yo mismo calenté después de haberlo comprado en el restaurante de comida china que está frente al Waldo’s.
Ya que estaba tan oriental, decidí pasar a comprar una sopa Maruchan y un refresco. Llego a la casa. Leo con detenimiento las instrucciones de la sopa:

- Vierta agua hirviendo hasta la línea.
- Tape la sopa y espere tres minutos.
- Disfrute su sopa.

M’kay! Pongo a hervir el agua… esto está tardando demasiado… al diablo, le pongo al máximo la flama, voy a lavarme las manos y al regresar encuentro que el agua trata de escapar de mí usando su metamorfosis en vapor.

Tomo el agua hirviendo, la vacío en el vaso de sopa, tapo y espero un minuto: Tarda demasiado… dos minutos… ya casi… tres minutos: Al fin.
Abro la tapa y observo con deleite que la sopa está lista. Caliente, suavecita, con buen aroma… jamás resultado más magnífico coronara una primera tentativa.
Comí apresuradamente mientras veía televisión. Algunas horas más tarde, llega mi padre. Tenía hambre y deseaba cenar. Desafortunadamente para ambos, no había nada comestible que no estuviera en su estado primitivo de ingrediente.

Tanto mi padre como yo, sabemos cocinar. Pero tenemos un problema: Si mi padre cocina, a todo le pone nauseabundas cantidades de grasa, aceite, manteca, etc. A lo que sea. Y yo… cada que cocino, ensucio MUCHOS trastes. Uso trastes para todo. Así que teníamos que elegir:

1.- Yo cocinaba y mi padre lavaba la obscena cantidad de trastes que ensuciara, mas los platos y vasos que ocupáramos.
2.- Mi padre cocinaba y yo batallaba lavando las sartenes bañadas en grasa.


Nadie decía nada. Sabíamos perfectamente que si nos movíamos nos atorábamos… finalmente, mi padre con la sabiduría que le da la experiencia, eligió la mejor opción:

Padre de Teh Dib: - Vamos por unos tacos.

Después de cenar unos deliciosos tacos al pastor, regresamos a la casa.
Mi padre me comentó inocentemente que mi madre siempre le da la bendición antes de irse a trabajar después de cenar… conociendo sus intenciones de antemano, me pare delante de él y le dije lo más religiosamente posible:

- “Que la fuerza te acompañe

Mi padre salió desconcertado. Yo reía en mis entrañas.

Ya era más o menos tarde y debía levantarme temprano para ir al tres veces H. ITSLP. Como recordé que no tenía ropa planchada, decidí realizar tan agradable actividad.

Planchar es una actividad que disfruto. Es relajante, me ayuda a olvidar que casi estoy en repetición de dos materias y me parece algo divertido.

No se que opines tú, querido y teórico lector, pero planchar la ropa me gusta. El planchar pantalones y playeras es tan relajante como una sesión de yoga. El encontrar la temperatura adecuada, usar vapor o no, decidir si le pones raya simple o doble es… emocionante. Sin embargo, el planchar camisas es algo completamente diferente. Sin temor a equivocarme, puedo decir que planchar una camisa de vestir es mucho más complicado que resolver una ecuación diferencial (Si no me crees, ponte a resolver una ecuación diferencial, toma el tiempo y compáralo con el tiempo que tardas en planchar una camisa). El planchar camisas es una actividad que me patea la entrepierna con alevosía. Como sea, terminé satisfactoriamente de planchar y concluí que ya era hora de ir a dormir.

Algunos minutos después de acostarme, curiosas preguntas comienzan a azotar mi mente: ¿Cerré la puerta de afuera? ¿Habré pasado Mantenimiento? ¿Cerré la puerta del patio? ¿Todas las llaves de gas están cerradas? ¿Cerré bien las llaves de agua? ¿Habré pasado Mantenimiento? ¿Apagué el ventilador? ¿Alimenté al perro? ¿Apagué la TV? ¿Apagué el Play Station 2? ¿Cuál es la velocidad de la oscuridad? ¿Habré pasado Mantenimiento?
Con furiosa necesidad me levanté y respondí todas las preguntas que me eran posibles. Al fin, era hora de dormir…



Las 04:36. Escucho un ruido… no, parece ser una voz que me llama:

- Teh Dib… Teh Dib… hijo…

Haciendo un esfuerzo sobrehumano, me doy la vuelta y trato de despertar:

- Teh Dib, hijo:

Volteo y observo a mi padre que con ilusa emoción, me despierta para decirme:

- Teh Dib, ya llegué hijo.

Pust!!! Siempre he sabido que mi padre es castroso, pero ciertamente esto lo sobrepasó. Hubiera sido suficiente una nota en la mesa, en la puerta o algo similar. NO era imprescindible que me despertara.

Así terminó el primer día de la ausencia de mi madre.

Tal vez te preguntes, querido y teórico lector (y si no, deberías), ¿Cómo hemos pasado los demás días?
Fácil… aprendí que cada uno tenemos actividades que nos desagradan menos que las demás, por lo que ideé un plan que facilita la vida de todos:

Yo lavo los pocos trastes que se acumulen en el día. Mi hermano barre todos los días y trapea cada tercer día. Mi padre lava la ropa cada 5 días. Y el domingo, todos colaboramos en la casa, barriendo el patio, arreglando la sala, acomodando nuestras habitaciones, etc.
Para la comida… bueno, últimamente mi hermano y yo hemos consumido cantidades industriales de “Tortas del Rey”. Y cientos de galones de refresco. Me he hecho infinitamente más vulnerable a la gastritis y diabetes. Mi padre ha aceptado con valor la posibilidad de contraer cólera al consumir comida en la calle; ya saben, en el puesto de Doña Tifo.
Me la paso sólo en mi casa después de las 19:00, hasta las 04:30, lo que me otorga ciertas libertades. Me aburro un poco, pero el PS2 me ayuda. El enviar mensajes con cierta personita que no menciono porque no se si le agrade aparecer aquí (krasívaia diébushka), me entretiene bastante.

Así, querido y teórico lector es como suceden las cosas…
Deseas burlarte de mi precaria situación, mandar un mensaje de condolencia a mi madre, preguntarme quién es la querida y teórica lectora de hermosos ojos cafés, o decirme de un buen lugar de tortas… siéntete libre de dejar un comentario… es gratis, en technicolor, y con gusto dejaré un comentario en el que me mofaré de todo lo que digas.

P.S. Lucy Pinder y Michelle Marsh juntas y Topless.
Como dijo mi gurú Polo Polo: ¡A HUEVO!
Actualización: Pasé Mantenimiento. ¡A HUEVO!

9 Personas con IQ alto han comentado:

Anónimo dijo...

m'kay que no manches. Habrá que practicarte un examen ANTI-DOPING. I will survive?????, eye of a tiger????, south park, que te gusta planchar???. putts!!!
que bueno que pasaste con el timo. ya que anduviste a gatas, sientete con la libertad de decirme que saque yo. si quieres puedes publicar mi calificacion aqui en este chat. gracias!!

Anónimo dijo...

Osea tu perro es como chow chow, y cuando te raguñó en la PANZA ha de haber dolido un buen.

concuerdo con nuntius del anti-doping, que canciones, que oso (el perro no).

pobres de los 3 machos de tu casa, más de ti que estas solito, ahh!! ya me dió ternura. si necesitas algo avisas ok.

Anónimo dijo...

pues la razon esta contigo, este semestre fue.... digamos esclarecedor, aprendi que a la gente solo le importa su propia calificacion, sin importar lo que tenga que hacer (hasta contradecir sus propias palabras), a pesar de eso me congratulo a mismo por ser capaz de superar a esa gente.

Nuntius, Que es un Esteres Fosfatado? puedes checar tu calificacion en Escolares.

El post? pos ahi la llevas, me hizo reir el "que la fuerza te acompañe".

See you.

P.D. manejar una interrupcion y un convertidor con 232, eso si rulea. saludos carlito.

Anónimo dijo...

gañan, un ester fosfatado es un fluido hidraulico sintetico, altamente flamable, y se usa principalmente en las turbinas de los aviones. si no?

Anónimo dijo...

Me da hueva poner un comentario

Anónimo dijo...

ok, gracias por tu ayuda Beto. Tambien me quede con la duda de cuales eran los lubricantes minerales, creo que esa era la pregunta. Ah y si alguien sabe donde quedo el multimetro de Diana, porfas regresenlo, no sean ratas.

P.D. que bueno esta este foro..... o era chat?

Anónimo dijo...

(leasé con vocecilla castrosa y burlona)
Pero que huevón eres carlito!!!!!!!m'kay que que huevón.

Anónimo dijo...

Ya dejen los esteres, hasta hacen que sueñe con el timo y las calificaciones.

Anónimo dijo...

OYE BASTARDO ESTUVO BIEN CAGADO LO DE TU TRAJE, JAJAJA QUE CHIDO QUE LE RAYASTE SU PTA MADRE AL DIRECTOR, YO QUE TU SE LA HUBIERA RAYADO PUBLICAMENTE AL GOEY DEL ORGANIZADOR. SOBRES

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