sábado, octubre 18, 2008

Nonagésimo séptimo - Recordando -

Saludos querido y teórico lector. Estaba leyendo en el Recolectivo un blog de Plaqueta en el que cuenta una historia que podría ser o no verdad, pero que la neta le quedó bien chida. Era acerca de cuando fue a la secundaria.

Pirateando su idea, voy a hablar de la que tal vez fue la peor época de mi vida (al menos, hasta ahora): La secundaria.

Sin más ni más, te presento, querido y teórico lector:



Escuela Secundaria
I' tell you what I want, what I really really want.


Hace ya un chingo de tiempo yo era un niño bien raro; más no rarito. Me gustaba un buen jugar fútbol (por cierto, era malísimo) y veía con interés renovado cada partido de básquetbol de la NBA. Me cagaba en la leche por no tener los tennis Nike - Jordan (que en ese momento costaban un huevo, ya que Michael Jordan era todavía una verga para el básquetbol). Era el más listo de todo sexto año y hasta iba en la escolta de bandera (en mi primaria, la escolta era mixta, a diferencia de muchas otras en las que nada más era de mujeres). Me aprendí la canción de entrada de Dragon Ball (cuando Gokú era todavía un niño panzón) y aún jugaba con mi garra de 'Leono' y mi 'Espada del Augurio', que aunque tenía un ojo de Thundera de papel, yo juraba que sí me dejaba ver más allá de lo evidente.
Leía muy poco. No porque no me gustara, sino porque mis padres casi nunca me compraron libros. Ellos no son muy asiduos a la lectura.
Era aficionado a Pit Possum, el primer y único 'super dinámico marsupial del futuro'. A fenomenoide y claro como chingados no, a Salvados por la Campana. ¿Quién no tenía toda clase de enfermas fantasías con Kelly? Escuchaba a mis compañeros hablar de lo que les contaban sus hermanos mayores acerca del antro "8 segundos" y las míticas apariciones del demonio en ese lugar y me moría de envidia por no poder asistir a esos lugares.
Casi no tenía interés en la música. Digo, me gustaba pero nada más. No tenía idea de cómo se llamaba tal canción o el último éxito de no sé que grupo. Todo eso cuando apenas se estaba dando la evolución del cassette al CD. Pero eso sí, bien popero yo y como había leído un libro de inglés que le robé a un primo en el DF y ya sabía decir: "Jai, mai neim is Dib" me gustaban un buen las Spice Girls (antes de que hicieran Spice World) y cuando la canción de moda era: If you wanna be my lover.


No me gustaba estudiar. De hecho, en toda la primaria, nunca tuve la necesidad de estudiar para nada. Simplemente sabía todo.


Ese era yo. Un niño normal, que recién hacía un año había aprendido a decir maldiciones. Un niño al que le encantaba bañarse en la noche y que le pateaba bañarse de día. Un niño que disfrutaba de las Pizzerolas (no los doritos, sino las redondas) y las sabritas adobadas con un peso de salsa valentina.


En aquellos tiempos en que los refrescos seguían vendiéndose en bolsa, y sacar los fatalities del Mortal Kombat te hacía popular; ya era hora de dejar la primaria y pasar al siguiente nivel educativo obligatorio: La secundaria.

Yo no sabía ni que pedo con las secundarias. Me imaginaba que todo era como en 'Salvados por la Campana' y me imaginaba que yo sería como Screech. La única información que tenía era la que a mis compañeros de primaria (a los que por cierto, no le hablo a ninguno) les pasaban sus hermanos mayores. A mi me daba igual a qué secundaria me iban a mandar mis padres. De hecho, mientras más cerca de mi casa mejor.
En aquellos entonces, (sí, con todo y oxímoron) el que era mi mejor amigo (de esos con los que vas a las maquinitias y siempre te escoge en el equipo de fútbol y le pides permiso a tu mamá para que se vaya a quedar a dormir a tu casa - o viceversa - y con el que realizaste tus primeros grafitis) iba a entrar a la "Escuela Secundaria Técnica #31". Para el querido y teórico lector ajeno a la heórica ciudad de San Luis Potosí, en ese entonces, las secundarias técnicas eran como un nido para lacras y delincuentes (con todo respeto para los que estudiaron en secundarias técnicas). Y la número 31 destacaba por ser aún peor.
Pero mi mejor amigo iba para allá y pues a huevo que yo también quería ir para allá. Además, la mamá de mi amigo conocía a alguien que nos podría meter fácilmente a la escuela.

También en aquellos tiempos, estaba la ESCA. La Escuela Secundaria Camilo Arriaga. Y putísima y se casó de blanco, se rumoraba que era la "más mejor" de todas las secundarias públicas del estado. Como ya dije, a mi me valía media madre a cuál entraba, pero eso de "la más mejor" me llegó dentro y me dije... "Chingue a su madre en un bote. Le voy a entrar."

Esta decisión pateó a mis padres: las fichas del examen de admisión eran limitadas así que los padres de familia tenían que ir a formarse desde dos o tres días antes para que sus hijos pudieran ser preinscritos. Mis padres me preguntaron que si estaba seguro y la chingada. Y pues les dije que sí, que era mi sueño guajiro que lo necesitaba y demás.

Bueno, no fue así, pero sí me preguntaron que si estaba seguro, que estaba medio lejos de la casa, que estaba difícil y demás. Y yo les dije que sí, que estaba seguro y que me la pelaba la escuela y la verga de ocho patas.

Así que mi Señor padre fue a formarse dos días a la puerta de la ESCA para sacar ficha (y con todo y todo fue como la persona 50 en llegar). El punto es que después de dos días de estar formado, chingo de lana menos por la inscripción y no sé que tantas otras mamadas, me pre-inscribió.
Me acuerdo que llegó a la casa mentando madres y con un librito que era la guía de estudio.

El tiempo pasó y aunque nunca toqué la guía de estudio, llegó el día del examen de admisión. Ese día llegué tempranito a la escuela, presenté los documentos que me solicitaron y posteriormente pasé a formarme en una línea con varios goeyes que tenían la misma cara de asustados que imagino yo tenía. Luego de varios minutos, el enorme patio de la escuela se fue llenando de prepubertos nerviosos. A la hora convenida, alguien dio la orden de comenzar a movilizarnos y lentamente fuimos avanzando al salón en el que nos examinarían. A mi me tocó hasta el tercer piso. ¡Goey! La secundaria tiene tres pisos - me dije todo sorprendido, ya que la primaria nada más tenía dos - ha de ser bien chido tener clase hasta aquí arriba.
un ancianito que se parecía al del cuento de Pinocho, nos dio las instrucciones básicas y después de algún tiempo, una señora chaparrita regordeta con más maquillaje que una actriz porno de 1980 llegó con las hojas de reactivos.
Pasaron como tres horas, entregué el examen y me fui a la verga casa. Un mes después, un sábado por cierto, se publicaron los resultados (quienes fueron aceptados y quienes no). Ese día fui con mi padre. Observamos con gusto que me habían seleccionado para pertenecer al grupo 1°C. Mientras yo salía con el pecho inflado y orgulloso como un pavo real, logré distinguir tres grupos de alumnos: Los aceptados, con su enorme sonrisa y desenfado. Los rechazados, completamente tristes, decepcionados y algunas, llorando. Y los padres de los rechazados que sentían que sus hijos eran bien vergas y que demandaban hablar con el director.

La ESCA tenía un castroso programa de verano. Un mes antes de que comiencen las clases, los alumnos que fueron seleccionados para entrar a primer año, deben participar en un campamento de verano. Según ellos, esto permite que se conozcan desde antes sin importar el grupo en el que les toque y mejorará la relación entre los salones. Además, lo podían utilizar para hacer pruebas y seleccionarte para algún deporte en el que destaques. El chiste era que me quitaron un mes de vacaciones.
No recuerdo todas las actividades que tuve, pero recuerdo varias que me patearon la entrepierna. Estaba a punto de entrar a la clase de danza (¡hazme el chingado favor, danza!) y como hacía calor a lo pendejo, que me quito mi sudadera y la amarro en mi cintura para evitar que se extravíe. El profesor nos ordenó que formáramos una fila y fue inspeccionándonos uno a uno. Regañó a uno por tener el cabello muy largo; a otro por mascar chicle y luego llegó a mi lugar. Me revisó de arriba para abajo, y luego, sin decir nada, me jaló del nudo de la sudadera que tenía en la cintura hasta casi hacerme perder el equilibrio. Prácticamente me fui de hinojos y al cabrón hijo de la séptima chingada sidosa le valió madre. Luego prosiguió con su revisión.

En la clase de fútbol soccer el maricón del profesor nos hacía correr vueltas a lo pendejo. Tal vez por eso me caga sobremanera el correr. Luego no recuerdo que ejercicio nos pidió que realizáramos con el balón, pero se me trabaron las piernas y me caí enfrente de todo el maldito grupo.
Las pruebas de salto de altura y salto de longitud fueron especialmente deprimentes.
Taek Kwon Do me cagaba como pocas actividades ya que el profesor creía que era la última Coca Cola del desierto de Korea. Según se rumora, un alumno lo retó y lo expulsaron. ¡Qué bueno! Por presumido.


Ya después de todo ese mes yo todo agüitado y siendo conocido como el goey que se cayó en fútbol comprendí que la secundaria no sería como me imaginaba.
Pero al fin era hora de la verdad. Ya faltaba poco para entrar a primer año.

El primer día fue bien raro para mí. Me levanté encabronadamente temprano, me bañé, me arreglé y me aseguré que ni un solo cabello se desviara de mi característico copete. Iba yo todo bien uniformado y con mi mochilota verde característica empujando a las personas en el camión. Y cuando llego a la escuela, en lugar de ver la clásica puerta solitaria, veo que hay varios alumnos formados. Del lado izquierdo los hombres y del derecho las mujeres.
¡La puta que apareó este borreguito! Se formaban para entrar a la secundaria. Nunca había visto tal cosa. Faltando más o menos 10 minutos para las siete de la mañana, un prefecto se acercaba a la puerta y nos indicaba que era hora de entrar. Primero las mujeres, en sepulcral silencio y con angustiosa marcha avanzaban una por una. Cada que el prefecto observaba que alguien llevaba tenis, preguntaba con invariable celeridad de qué grupo eras. Si tu grupo tenía educación física, te permitía el paso; de lo contrario, te regresaba.
Cuando las mujeres terminaban de entrar, le tocaba el turno a los hombres, que repetían el ritual sin cambio alguno. De alguna manera, la ESCA había aplastado su espíritu.

Haré un paréntesis aquí para hablar del uniforme de la ESCA. Es un uniforme horrible que no ha cambiado nada en décadas. Consiste en un pantalón y un sweater verde oscuro, con dos rayas blancas en los costados. Una playera de manga corta color blanco y un short completamente verde.
El pantalón es horriblemente incómodo y ajustado. Además de que es un pantalón-pants. No es completamente de vestir, pero no es completamente deportivo. Así como se ve en la foto.


Agradecemos a la escolta de la ESCA por subir su foto a Internetz


De hecho, el pantalón es tan ajustado que... ¿Cómo decirlo de una manera sutil? Cuando andabas "fierro" se notaba. Y eras el blanco de las más crueles bromas del salón.


Dejando a un lado esto, hablemos de la cooperativa.

Comprar algo en la cooperativa era un desmadre. No era únicamente llegar a comprar lo que tú querías. ¡Oh no! Era más bien así:

Supongamos que querías comprar un mollete. Supongamos que costaba $2.50.
Entonces, tenías que ir a una pequeña casetita que había en el patio (atendida por alumnos, por cierto) para que te vendieran "boletos". Estos boletos tenían un valor específico. Los azules, $0.50. Los amarillos, $1.00, los rojos $2.00, los cafés $3.00. Entonces, para ir por tu mollete, debías ir a formarte para comprar boletos equivalente a $2.50, luego, formarte para ir a comprar tu mollete.
Por supuesto que no te daban cambio si usabas un boleto de mayor valor que lo que comprabas.
Y como olvidar que para comprar boletos TAMBIÉN los separaban por hombres y mujeres.

Finalmente, llegó la hora de la salida. De nueva cuenta, me castró que teníamos que formarnos. Las mujeres del lado derecho y los hombres del lado izquierdo. Primero salían las mujeres de primer año, luego los hombres de primer año, luego las mujeres de segundo año y así sucesivamente. Por la ordenada mitra de San Fray Camote. Hasta para salir se formaban. ¡No me chingues!

Al ver que la secundaria no era para nada como me la había imaginado, me frustré y me valió madre todo el primer año. El profesor de inglés me reportó una vez por aventar una libreta; la perra del laboratorio de química me reportó otra vez por olvidar la bata de laboratorio. En la ESCA nada más era permitido que tuvieras tres reportes al año. Al cuarto, te sacaban a la chingada o eso decían. El profesor de Educación Física me reportó por no llevar el short un pinche día de lluvia. Y la hija de séptima chingada de la maestra del laboratorio de inglés me regañó un sinnúmero de veces.
Hablando del laboratorio de inglés, debo decir que me cagaba. Era uno con muchos cubículos en los que tenían audífonos y una pantalla grandota para ver desde cualquier parte. Ya saben, aparecía en la pantalla una palabra y los alumnos teníamos que repetirla. Luego, cada uno con sus audífonos escuchaba una conversación que debía seguir en un cuadernillo de trabajo. Era muy normal, pero la encargada me pateaba las bolas.

Aunque si había alguien que me pateara las bolas, esa era la malcogida de la encargada del laboratorio de computación. Querido y teórico lector, en ese tiempo, no nacías sabiendo usar la computadora. Tenías que aprender. El punto es que no sé porqué chingados pero comenzamos viendo un programa de computación llamado Flow.
Ese pinche programa lo único que te permitía hacer (o lo único que nos enseñó la desgraciada de laboratorio) eran diagramas de flujo. ¿Para qué chingados debes hacer diagramas de flujo en una computadora cuando no sabes ni como encender la máquina?
Afortunadamente para mí, se usaba todavía el MSDOs y el Windows 3.11, así que no era necesario aprender un complicado procedimiento para apagar la PC. Únicamente apretabas el botón que decía On/Off.

Me la pasé reprobando materias como Historia, Geografía y Civismo porque no estaba acostumbrado a estudiar y nunca lo hacía. Así que a la hora de los exámenes salía todo atorado. Ahí fue la primera vez que reprobé un examen.

Me hice amigo de un cabrón que terminó en la carcel por vender drogas. Y así se sucedió el primer año.

Algo muy importante en la ESCA, era escoger un "taller". Había muchos: cocina, carpintería, máquinas y herramientas, electricidad, mecánica automotriz, computación, peluquería, tejido, taquimecanografía, y no sé que chingados más.
Y yo como geek que soy me sentí obligado a escoger computación como primera opción. A huevo, tenía que quedar ahí. Quedé en carpintería.

Carpintería era algo bien castroso. El maestro era un viejito pero de esos viejitos que ya nos roban oxígeno, con una pierna coja, según nos comentó él, debido a un accidente con un camión. El profesor NUNCA nos enseñó nada. Simplemente nos exigió que compráramos una tabla de pino de una pulgada de grueso y eso fue todo. Nos pedía que hiciéramos bocetos de algún mueble en nuestra libreta de dibujo y que cortáramos con los serruchos que nos prestaba las piezas necesarias para llevarlo a cabo. Querido y teórico lector, no sé si alguna vez hayas intentado cortar una tabla de pino de una pulgada de grueso con un serrucho que no tiene filo, pero te aseguro que está cabrón.
Lo único bueno de estar en carpintería es que tirábamos un buen de barra. Al tener tres horas de taller cada martes y jueves, usábamos la primera para hacer dibujitos pendejos de lo que se suponía era un mueble. La segunda hora la usábamos para cortar la madera y la tercera nada más pendejeábamos y nos burlábamos del profesor, que por cierto, usaba pañal. La mitad del semestre el profesor nos calificaba con nuestros dibujitos y la otra mitad con los pedazos de madera que se iban juntando.
Lo más que hice en ese taller, fue una mesa, un especiero bien chafa (ambos todavía en la casa) y como 15 tablas para picar en forma de mango. Había un chingo de máquinas de carpintería que me llamaban la atención: Una sierra circular, una sierra fija, un taladro y no sé que tantas madres más. Pero nunca nos dejó utilizarlas. Cada que alguien necesitaba un corte con alguna máquina de esas, el profesor era el que la hacía.

Como los del taller de peluquería necesitaban víctimas con las cuales practicar, usaban a los alumnos de los demás salones que tuvieran el cabello largo. Los alumnos de cada año año, iban a buscar a sus contemporáneos esperando encontrar en cada salón suficientes víctimas con el cabello apenas más largo de lo permitible en la escuela y lo llevaban al taller. Ahí practicaban con él. Como podrás imaginar, lo peor era cuando los inexperimentados alumnos de primer año te sorprendían con el cabello largo.
Castrosamente, fui muchísimas veces a peluquería. En una ocasión, me llevaron un lunes, y posteriormente un viernes de la misma semana. Tal vez a eso se deba mi fijación con el cabello largo.

Así se pasó el primer año. Ya casi nadie se acordaba del goey que se cayó en fútbol y me acostumbré a eso de repasar apuntes. Pasé a segundo año.

El segundo año ya venía yo más renovado. Ya conocía como estaba el desmadre y nada podría sorprenderme o humillarme. O al menos, eso creía.

Teníamos una maestra de español que era bien vergas. La neta, ella es una de las personas que me enseñaron a apreciar este hermoso idioma. Pero también, en su clase, salí completamente pwneado. En una de esas clases en las que la maestra explica que hay prosa y verso y figuras retóricas y la madre, nos dejó de tarea que lleváramos un cassette o CD con alguna canción que nos gustara y que representara no sé que tantas madres. A mi me tocó llevar una canción que representara el amor por los animales. Como ya dije, a mi no me gustaba la música. No escuchaba música. Nada. No conocía ninguna méndiga canción que hablara de animales. Y de pendejo fui a preguntarle a mi tía si tenía una canción que hablara de algún animal. Digo, a mí me valía madre cuál fuera, yo nada más quería cumplir con la tarea. Grave error.
Mi tía me dio un cassette con la siguiente canción:



Podrás tú, mi querido y teórico lector imaginar la burla colectiva de la que fui objeto. Todos bien sofisticados llevando sus CD's de Shakira y Kabah y la Onda Vaselina y como no, hasta Timbiriche. Y yo bien feliz porque aunque no escuchaba música llevaba mi cassette que hablaba de los animales. Nunca, podré olvidar como se rieron inmisericordemente de mí. Todavía hoy despierto en las noches llorando recordando ese momento.

En ese mismo segundo año tuve a varios profesores muy castrosos. Primeramente, tenía a "La Lencha". No sé quién le puso así, pero me da igual. La profesora me daba historia universal. Recuerdo que su método de enseñanza era que nosotros expusiéramos y posteriormente lleváramos un resumen colosal. Eran resúmenes de más de 50 páginas del libro de historia universal. Una vez varios padres de familia fueron a reclamarle el porqué nos torturaba de tal forma dejándonos a nosotros, pobres niños, la horrible tarea de escribir estúpidamente hojas y hojas de datos que jamás recordaríamos. Y ella los mandó sonoramente a chingar a su madre adentro de un bote para que suene y en abonos para que dure más. Siguió igual.

También teníamos al Doctor. Le decían doctor porque el goey era dentista. Él nos daba física, química y biología. Y en ocasiones, las tres horas seguidas. Estar con él era increiblemente molesto. Su forma de enseñar era básicamente, ponerse a dictar toda la maldita hora de clase. Posteriormente, cada 4 o 5 meses, revisaba que pasáramos nuestros apuntes en limpio. O sea, nos pedía que tuviéramos ¡6 libretas! Una para cada materia en sucio y una para cada materia en limpio.

También tenía una maestra que... bueno... como dijo Shakespeare... ¡Me la chingo! Muy potable la profesora de civismo. Era la razón por la cual todos los hombres esperábamos con ansia que llegaran los martes, miércoles y viernes para tener clase con ella. Pero eso sí, todos deseábamos con igual énfasis, que no nos hiciera pasar al pizarrón, o todos notarían con inevitable gozo, nuestro status de "fierro".

Nuevamente en la clase de Español, la profesora nos aplicó un examen de ortografía (en el que por cierto, me fue de la verga). Dos días después nos entregó los resultados y para hacer notar un error muy común en la prueba le pidió a un alumno que pasara al pizarrón y escribiera San Luis Potosí. La maestra lo hizo con la intención de demostrar que muchos omitieron el acento en Potosí. Pero el alumno se puso nervioso y escribió: San Luis Potsi.
Desde ese momento, se ganó su apodo: El Potsi. Y hasta estos días sigue siendo recordado como tal. De hecho, su apodo ganó uno de los codiciados ESCARES; Los clásicos premios que se dan a "la mejor pareja", "el mejor apodo", "el más amigable", y demás atributos que se consideran buena onda cuando eres un puberto.

Nada más que sea digno de aparecer aquí pasó en segundo año. Así que prosigamos a tercer año.

En tercer año me hice bien mamón y sarcástico con todos.
Tal vez eso fue una razón para que se me acusara de llevar una revista pornográfica a la escuela.

Pasó más o menos así:

El tipo que se sentaba detrás de mí, sacó de su mochila tres revistas pornográficas. Y ni siquiera eran de las buenas como PlayBoy o Penthouse... sino de esas revistas chafas de $10.00 que en lugar de mostrar a super potabilísimas modelos, muestran celulíticas prostitutas.
Como sea, el goey me enseñó las revistas y me dijo que me las regalaba.
A mi me valía media madre la escuela, pero sabía que si me cachaban con eso me expulsarían y pues eso no entraba dentro de la media madre. Así que le dije al goey que no mamara y se las regresé. Que si quería, a la salida o algo así. Un goey que observó desde lejos las acciones se acercó a nosotros y nos pidió las revistas. El tipo se las dio y le hizo saber que si lo cachaban, eran suyas y que no fuera a delatarlo.
Las cosas se sucedieron y se formó una cadenita como de 7 cabrones por cuyas manos habían pasado las revistas. Uno de ellos - estúpidamente el que se sentaba hasta adelante, frente al profesor - pidió la revista y la puso dentro de una libreta. Mientras el profesor hablaba, el individuo mantenía la libreta en posición vertical, esperando despistar al senil profesor.
El profesor, armado con lo que yo creo era experiencia, supo que algo andaba mal y le exigió al alumno que le entregara la libreta. El alumno se resistió, suplicó, imploró, se enojó, lloró y finalmente entregó la libreta.
El profesor sacó la revista de la libreta. La analizó y luego sin pudor alguno, la sostuvo entre sus dedos de la mano derecha y la mostró al salón entero.

Tu mejor maestra. Ese era el nombre de la revista. Todo el salón lo vio.

Pasaron algunos minutos y la cadenita iba siendo delatada miembro por miembro. Llegó el receso y únicamente quedaba el tipo que llevó las revistas. Al terminar el receso estábamos en la oficina del prefecto, los siete que vieron las revistas y yo. NO ME ROMPAN LAS BOLAS ¿Qué tenía yo que hacer ahí?
Expliqué como se sucedieron las cosas y al prefecto pareció valerle madre. Imagino que ya había escuchado esa excusa antes. Llamaron a nuestros padres, tuvieron una junta con ellos y de alguna manera lograron convencer al director de que no nos expulsara.
Nos dio 2 días de suspensión.

Debo admitir que fue interesante.


No puedo recordar ninguna otra cosa que sea digna de que la leas, así que aquí dejo este post.

Pero antes de despedirme, te recuerdo que ya se acerca noviembre.
Y eso significa sólo una cosa:


Para más información, chequen: aquí. Éntrenle... igual y ganan.

Saludos.

12 Personas con IQ alto han comentado:

Bárbara Gómez dijo...

a mí ni me pasaron cosas interesantes en la secu =C

oye lo de nanogrimo sólo es en inglés?

Anónimo dijo...

jajajajajajajajajajajaja.. ame la cancion de los animales.. jajaja me rei por buen rato.. jaja y mas de ke aun sigas llorando.. :p BSO [EN LA PLANTA DE TUS PIES]

Stranger dijo...

Caray tenia chorromil que no pasaba por aca, pero he disfrutando tanto leerte como la primera vez que pase por aca.

Saludos man.

Erume dijo...

Aaaaah la secundaria...

Tengo tantos recuerdos (traumas) de ella.

Como la vez que aquella bella chica me habló por primera vez y yo... me fui en la primer micro que vi... ni siquiera iba para mi casa...

Odio mi vida...

Rosalba dijo...

No veo que la canción de los animales sea tan mala. Pero bueno...

Yo no recuerdo nada de la secundaria, creo que lo bloqueé XD

Anónimo dijo...

Jajajajaja, me he divertido un montón con esta entrada.
Yo también estudie en la ESCA, nunca entendí la idea del uniforme... pensé muchas veces que era para que cuando te echaras la pinta te distinguieran a kilómetros, o quizá para que no ligaras, no sé.
Las formaciones eran nefastas, te faltó agregar que te alzaban el sueter para ver que estuvieras fajado y que no te dejaban entrar si no traías abrochada la blusa/camisa cual nerd...
Los talleres eran horribles, estoy deacuerdo, yo tuve la pendejísima idea de poner corte y confección, el resultado: reprobé los tres años
Ah, eso sí, olvido mencionarte que yo estuve en la tarde, en el J precisamente.
Mis peores castigos: recoger basura a mano del patio de la escuela, quitar los chicles de debajo del mesabanco, me llegaron a pegar los chicles en mis cuernitos (me toco la epoca de traer cuernos tipo cucaracha), y una vez por cantar la de "La planta" (ya sabes.. Y te pareces tantooo a una enredadera) me suspendieron 3 días.
AL igual que tú jamás estudié en primaria y creí que no habría porqué hacerlo en secundaria; chingos de extraordinarios por mis brillantes deducciones.
Agrego también algo importante, las tardeadas de la ESCA, siempre fueron y serán en el Oasis...
Un saludo cordial...

yoo! dijo...

nomames yo tambien estudie en la ESCA escuela culerisima aunque muy buenos amigos que aun conservo, el DOCTOR tambien me dio clases pinche viejito mamon que decia que era boxeador y tanta mamada que se inventaba y los de peluqueria siempre me la pelaban me les escapaba jajaja

Anónimo dijo...

ESTUVE LEYENDO Y...SI, EN LA SECU SIEMPRE SE HACEN MUY BUENOS CUATES PERO APENAS ES UNO UN PUBERTO INMADURO,... SIGO LEYENDO Y LO QUE PONES EN EVIDENCIA ES QUE TU POBRES PADRES NO SUPIERON HACER BIEN SU LABOR DE PADRES, PUES SI TANTA MOLESITA TE CAUSABA DESDE EL UNIFORME, PUES GÜEVOS EN MANO HUBIERAS PEDIDO QUE TE SACARAN DE AHI.

Anónimo dijo...

Yo estuve ahi creo en el 97 o el 98, no recuerdo incluso my clase, era durante el dia,a mi tambien me mandaron un chorro de veces all taller de peluqueria, asta el punto que uno de los profesores sugerio "cortenle la cabeza de una vez" y todo el grupo se echo a carcajadas, ..ablando de carcajadas, recuedo que yo era conocido por agarrarme a carcajeadas durante educacion fisica cuand nos hacian marchar en formacion rithmica, ell mestro preguntava la hora, y ell lo llamaba "el ataque de las 1:30" o algo asi dependiendo de la hora.

Carlos A. dijo...

^oye dib, yo escribi el comentario de arriba, y obserbando las similitudes entre nuestros gustos (por supesto que te eres mucho mas intelligente que yo)que lastima que nunca nos llegamos a conocer, oh talves si nos conosimos... bueno no lo creo eramos muchos en esa escuela, my nombre es Carlos Alejandro, y honestamente me sacaron en el primer semestre de el sequndo año por reprobar 5 materias,estuvo bien termine mis estudios en otra escuela y en fin termine en los estados unidos donde todavia estoy tomando algunas classes de colegio cuando puedo pagar la clase, beno un dia decidi tratar de encontrar viejos conosidos de esa epoca, y por ahora tu historia es lo mas sercano que puedo encontrar.

Unknown dijo...

yo también estuve en esta secu aunque la vdd yo no coincido contigo a mi si me encanto estar aqui es una escuela fregonsisima que sin duda dejo muchas cosas buenas y la neta no me arrepiento si tiene cosas malas pero se disfrutaron un chingo y dejaron todas estas experiencias!!!
es incomparablee no hay ninguna como estaa solo los niños qe jamas estubieron aqii (LOS DE LA JUSTA) y que con lo que llegaban a dizque ofenderte era con eso de chiles rellenos o mayates pero nel.. solo nos hacian mas grandes... aaha si el uniforme inconfundiblee pero apoco no eramos reconocidos en todos lados... (casi ninguna secundaria lograba eso) (arriba la (ESCA) generaciion: 2006-2009

Anónimo dijo...

Weeeeyyyy..... no inventes!!! La foto de la escolta son las de mi generación.. OSO MIL... jajajajaj ¿de dónde sacaste esa foto?

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